Opinión
Ganar el futuro. La izquierda para Madrid
Por Álvaro Aguilera y Carolina Cordero
Portavoces de IU Madrid
La izquierda en Madrid ha salido fuertemente derrotada de las últimas elecciones.
Es así, y si queremos sentar las bases de su recuperación, no debemos poner paños calientes, ni refugiarnos en la autocomplacencia.
Sin embargo, esto no supone el final de nada. No se rindió Rosario Sánchez cuando la conducían a la prisión de Ventas. Tampoco se rindió Marcelino Camacho cuando la Policía lo detenía, junto al resto de la dirección de su sindicato en Pozuelo de Alarcón. Ni lo hizo Julio Anguita, cuando la formación por la que tanto sudor había derramado perdió la mitad de sus votos en el 2000.
Debemos seguir la estela de grandeza infinita de esos referentes, aprender de su moral indestructible y absorber su coraje a prueba de cualquier adversidad. Hemos aprendido tanto de tantas personas que, para la militancia de Izquierda Unida, la palabra rendición simplemente no existe.
Pero, no lo olvidamos, también aprendimos de ellas que el trabajo político requiere del análisis sincero y de grandes dosis de realidad.
El ayusismo (rostro radical y desbocado del neoliberalismo) ha vencido.
Pero el pasado 4 de mayo, sobre todo, ganó la desesperación. Una desesperación causada por la pandemia y el confinamiento, por la falta de perspectivas y por la precariedad vital. Frente a esa desesperación, no supimos confrontar con la suficiente solidez y solvencia.
La clase trabajadora, en su mayoría, no quiere escuchar grandilocuencias. Quiere recuperar su vida, vivir en condiciones dignas, llegar a final de mes, tener trabajo, facturas asequibles y servicios públicos decentes. Quiere luchar por su realidad cotidiana, por dejar de pasar hambre, o por acabar con el ataque sistémico a las mujeres.
La mayoría social madrileña no espera de las organizaciones de izquierdas que les planteemos mensajes metapolíticos como la dicotomía democracia - fascismo, y menos en un contexto en el que la democracia está más que limitada, y la utilización constante del término fascismo puede conducir a su banalización.
Por eso, la izquierda, si quiere desalojar a la derecha de las instituciones antes de que ésta termine de liquidar los derechos que nos quedan, ha de tomar nota y dejarse de tibiezas. Debe regresar a la materialidad y no contarle películas al pueblo. Los gobiernos no son el poder (aunque son muy importantes). Y el poder (el de verdad) sólo puede alcanzarse para la clase trabajadora desde la lucha, la propuesta clara y, sobre todo, la organización social, sindical y política.
IU Madrid celebra su I Asamblea en un contexto de incertidumbre general y con el reto de ser un instrumento útil para las trabajadoras y trabajadores. Nuestro objetivo habrá de orbitar sobre la asunción de un giro político hacia los problemas materiales de las trabajadoras y trabajadores madrileños.
Todo ello con la perspectiva unitaria que nos ha caracterizado desde la constitución de nuestra federación en 2016. Unidad bajo la estricta preeminencia del programa, en torno a un proyecto nítidamente de clase y a una propuesta de participación democrática elaborada entre todos los actores que integren la confluencia.
Las organizaciones de la izquierda transformadora, no hay que tener problema en reconocerlo, hemos cometido profundos errores y, en cierto modo, hemos dejado pasar el impulso que supusieron hace años las Huelgas Generales, las Marchas de la Dignidad, las Mareas o el 15M, por poner ejemplos. En esa línea, cabe destacar cómo la tendencia esclerotizante de algunos aparatos partidistas ha impuesto una dinámica de negociaciones de despacho frente al impulso movilizador popular, en lo que ha constituido un terrible error político.
El futuro, para una izquierda que pretenda disputar de verdad el poder político, pasa necesariamente por revertir esa dinámica constante de luchas cainitas, interiorización y peleas internas.
Dicho de otro modo, debemos dejarnos de gilipolleces, aparcar las diferencias y construir una alianza popular de amplia base que se sostenga sobre el programa de mínimos, la normalización de la discrepancia, la alta participación social y la institución de mecanismos democráticos de resolución de conflictos.
La unidad popular, la de verdad, la que va más allá de la unión meramente electoral, se construye desde la escucha y la colaboración. Nunca desde la imposición o la competitividad. Es imprescindible poner en valor la opinión de nuestro pueblo y, también, la importancia fundamental de la militancia de Izquierda Unida y de otras organizaciones en ese proceso, cuidándola y respetándola.
La experiencia y el bagaje que nos da formar parte de Unidas Podemos es extremadamente útil, pero los hechos nos señalan la urgencia de que seamos capaces de trazar nuestra hoja de ruta con la vocación determinada de ampliar espacios y mejorar realmente su forma de funcionamiento.
Para ello, y con el objetivo de contribuir a la reconfiguración de una expresión política unitaria en la Comunidad de Madrid, hemos redactado de cara a la próxima Asamblea de IU Madrid, un extenso documento de análisis y propuesta que hemos titulado "La izquierda para Madrid”. Reivindicamos el protagonismo de las asambleas de base y la potencia de su debate, así como la trayectoria de luchas que conforma el bagaje histórico de Izquierda Unida.
Queremos echar a los ultras que nos gobiernan en la Región, pero sobre todo ofrecer una alternativa que sirva para que la mayoría social, la gente humilde madrileña, pueda vivir en condiciones dignas y tener el control de su vida.
En Izquierda Unida Madrid aspiramos a ser una de las organizaciones protagonistas de este importante reto.
Os aseguramos que nos vamos a dejar la piel en ello. Porque nos estamos jugando algo mucho más grande que la propia IU o cualquier otra organización: el futuro de la clase trabajadora madrileña.
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