Opinión
El empleo y la productividad impulsan el PIB
Por Manuel Lago
Diputado de SUMAR por A Coruña
El día 30 de octubre, el Instituto Nacional de Estadística publicó los datos de la Contabilidad Nacional Trimestral correspondientes al tercer trimestre de 2024, estimando un crecimiento de la economía española del 3,4% interanual.
Es sin duda una cifra positiva, que confirma que la economía española está atravesando una fase alcista del ciclo económico, caracterizado por un elevado crecimiento del PIB, una intensa creación de empleo, una senda descendente de la inflación, un aumento destacado de la renta disponible de las familias, una reducción acelerada del endeudamiento de empresas y hogares, un saldo exterior positivo y una mejora significativa de las cuentas públicas.
Sin embargo, existe un evidente de desacople entre esta positiva evolución macro y la percepción de la ciudadanía. Más allá de los problemas de desinformación, hay al menos tres factores que explican por qué mucha gente tiene una opinión negativa de la coyuntura económica: el precio y las dificultades de acceso a la vivienda, el deterioro de los servicios públicos y la crisis de inflación de 2022, que aún se nota en los bolsillos de la mayoría de la ciudadanía.
A pesar de estos problemas, lo cierto es que la tasa actual de crecimiento del 3,4% está por encima de la media de los últimos 45 años, que se sitúa en el 2,4 %.
Pero, sobre todo, es un éxito en términos comparados con el resto de las grandes economías europeas. España encabeza el crecimiento económico en Europa, con un diferencial positivo muy relevante: crecemos casi cuatro veces más que la media de la Unión Europea. Entre los grandes países España destaca con un 3,4%, frente al 1,1% de Francia, el 0,4% de Italia y sobre todo respecto de Alemania, que está en recesión, con una variación negativa de su PIB del -0,2 %.
Sin embargo, a pesar de este intenso crecimiento, se ha abierto un debate sobre su calidad, algo así como que la economía española crece mucho pero no crece bien. La crítica se sostiene en la opinión de que tenemos un modelo de crecimiento por acumulación y no por eficiencia, que se basa en incorporar más fuerza laboral, pero no con mejoras en la productividad.
Dicho en otros términos, que la fase actual del ciclo económico es intensiva en la generación de empleo. Es una crítica difícil de entender. Desde hace décadas España tiene un grave problema de desempleo. Crear empleo y reducir la tasa de paro hasta situarla en el valor medio de la UE es el principal reto de nuestro país. De la economía y de la sociedad española. Por eso, lejos de ser un problema, esta intensa traslación del crecimiento del PIB al incremento del empleo solo se puede calificar de muy positiva.
España no solo encabeza el crecimiento económico, también es el país que más empleo está generando en Europa: desde 2022 se han creado más de 1 millón de empleos netos en España, uno de cada cuatro de los que se crearon en toda la Unión Europea.
Pero hay más. El actual modelo de crecimiento en España en realidad es virtuoso porque da respuesta simultánea a los dos desafíos laborales a los que se enfrenta nuestro país: crear empleo y mejorar la productividad. En términos interanuales, el PIB en España creció el 3,4 %, mientras que el empleo lo hizo el 2% y, por lo tanto, la productividad del factor trabajo aumentó en un vigoroso 1,4%.
Realmente es difícil pensar en una mejor combinación en el peso de los factores que impulsan el fuerte incremento del PIB. Hay más empleo, de más calidad y con un crecimiento muy relevante de la productividad.
Un hecho muy importante: es la primera vez que en nuestra historia reciente que el empleo y la productividad crecen de forma simultánea. En España la productividad laboral siempre fue contracíclica: aumentaba en las crisis por la destrucción de empleo y se reducía en las fases alcistas cuando se creaba empleo.
La evolución actual de las variables del empleo y del PIB se aproximan bastante a lo que debería ser el modelo de crecimiento de la economía española: conseguir un crecimiento sostenido del PIB en el entorno del 3%, la creación de 500.000 empleos cada año y lograr aumentos de la productividad laboral que sirvan para mejorar los salarios y reducir la jornada laboral más allá de las 37,5 horas.
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