Opinión
Carta abierta a Julio Anguita: siempre acabamos llegando a donde nos esperan
Por Eva García Sempere
Responsable de Ecología de Izquierda Unida.
-Actualizado a
"Una vez pase la pandemia esto no puede seguir igual que antes: está en marcha el colapso de una civilización. Pensábamos que vivíamos bien privatizando la Sanidad, que las pandemias son cosas lejanas de gentes en pateras, y de repente nos hemos dado cuenta de que somos vulnerables. La crisis climática y las nuevas pandemias pondrán en marcha un nuevo fascismo para gestionar la escasez". Así decías, Julio, sobre la Pandemia del Covid-19 en una entrevista para Carne Cruda. Certero como siempre y sin dejar de señalar lo importante que, además en esta ocasión y a diferencia de muchas otras, coincide –¡y de qué manera!– con lo urgente.
Qué falta nos haces y qué necesario tu legado ecologista en estos tiempos que corren. Pero ya sabías que esta lucha titánica contra la crisis ambiental había venido para quedarse mucho antes de que algunas de nosotras empezáramos, siquiera, a militar en Izquierda Unida. Cuando aspiraste a ir un paso más allá y que IU no fuera solo una herramienta electoral sino convertirla en un nuevo "movimiento político-social" abierto a las propuestas de movimientos sociales como el ecologista, al movimiento feminista y al sindicalismo. Apostando ya hace mucho por reivindicaciones que aún hoy seguimos defendiendo. Semana de 35 horas pedíamos hace décadas. Trabajar menos para trabajar todas. Qué actual, y qué necesario en un planeta en que los recursos, finitos y limitados, están decreciendo por la voracidad de un sistema económico que antepone el crecimiento ilimitado de los beneficios de unos pocos a la vida del resto de humanidad. Lo decías, también, un brillante discurso anticapitalista y ecologista en 1999, cuando no estaba de moda hablar de la crisis ambiental. Casi ni greenwashing había entonces.
Y qué importante algo que decías también en aquel discurso: huyamos de la resignación. La resignación es la mejor aliada de las políticas destructivas que nos han traído a este presente de incertidumbres, miedos y precariedad. Si nada puede arreglarse, si el mundo va sin freno al desastre ¿qué sentido tiene levantarse del sofá y salir a pelear por lo que es justo? ¿para qué soñar con un mundo alternativo que haga real aquello de "los nada de hoy todo han de ser" si la resignación nos lleva a creer que no hay salida?
Nada de resignación. Y, consecuente como eras (y quizá, ya me disculparás la licencia, algo cabezón), seguiste defendiendo hasta el final que Hay que dar respuestas a lo que llamabas crisis de civilización, que no es sólo económica y financiera, sino medioambiental, alimentaria, ética, política, total. Recogiendo el mejor legado de Berlinguer y defendiendo la austeridad como palanca revolucionaria. Porque sin Austeridad, señalabas en una preciosa entrevista en Mundo Obrero allá por 2008, "es imposible el desarrollo de las políticas medioambientales; vivir de otra manera, combatiendo con el ejemplo y la práctica la sociedad de consumo desaforado, inútil y alienante es hacer realidad la reivindicación de que otro mundo es posible. Desde la izquierda no podemos defender un mundo en el que la tarta esté continuamente creciendo para que entonces puedan otorgarse a los de abajo algunas migajas". Una postura valiente que vio cómo las políticas asesinas que la Troika inició en 2010, violando flagrantemente los derechos de los pueblos, despojaban a la palabra austeridad de todo contenido necesario, deseable y bello y la convertían en la definición de hambre, paro y precariedad.
Pero no te resignaste, claro. Y hemos podido seguir aprendiendo de tus reflexiones, arrojando luz en los momentos más duros. Mostrándonos un camino en ese texto imprescindible "El hoy y el mañana: razones para nuestro compromiso" que se impulsó desde el colectivo Prometeo, encabezado por ti. Volvías a tu defensa de la austeridad (nunca la dejaste, en realidad) como valor público y como corresponsabilidad social con la defensa del medio ambiente; porque tu austeridad no es otra cosa que vivir bien, pero con otros parámetros de vida. Y también señalabas una hoja de ruta para salir de la crisis con la esperanza de un mañana prometedor, más justo y seguro: se necesitarán procesos permanentes de reflexión, debate, crítica, lucha y acuerdo.
En estos días trabajamos muy duro por seguir dando continuidad a tus enseñanzas, que ya son inevitablemente nuestras. La austeridad, el decrecimiento, el poscrecimiento…, numerosas palabras que definen un mismo concepto: en un planeta finito y sobrepasado no es posible mantener este modelo económico capitalista que atenta contra la vida misma expoliando y explotando la naturaleza y nuestros cuerpos, especialmente los de las mujeres. Hemos aprendido que hay que pasar de página y dejar de preguntarnos únicamente cómo y a qué coste se produce y empezar a formular para qué, a costa de quién y en beneficio de quién se produce. Empezar a preguntar qué es lo que necesitamos para tener una vida digna de ser vivida y que, además, no se agote en una sola generación. Queremos que quienes nos sigan, también, tengan garantizada una vida digna. Queremos ser unos buenos antepasados.
Hemos empezado a hacernos las preguntas. Y las hemos iniciado con amigos y amigas que nos ayuden a caminar. Algunas, ¿sabes? son también viejas conocidas tuyas como Yayo Herrero. Siempre hay que aprender de las mejores.
A veces nos da miedo ser pocos, débiles o estar solas. No es malo el desaliento; creo, como Galeano, que es un derecho humano y la prueba de que estamos vivos. Pero a condición de que no dure. Y no dura.
Hace mucho que aprendimos que los grandes retos se enfrentan mucho mejor acompañadas. Y aquí seguimos, tejiendo alianzas y empezando a juntarnos para ganar todo un mundo.
Lo conseguiremos. Siempre acabamos llegando a donde nos esperan.
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