Opinión
¿Qué hacer?
Por Sato Díaz
Coordinador de Política.
-Actualizado a
Cuando Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, escribió entre finales de 1901 y principios del 1902 el panfleto ¿Qué hacer?, no se refería a las intenciones del año nuevo que arrancaba. Hoy, en este primer artículo del año, este artículo tampoco pretende enumerar unos propósitos del 2025 para la izquierda. Sin embargo, coincide que el cambio de calendario parece el momento propicio para imaginar lo más difícil, cómo será el futuro, y cuestionarse qué hacer para afrontarlo. Aquí se recogen algunas obviedades, las cuales han estado presentes en conversaciones navideñas con distintas personas de las izquierdas.
Lenin, en dicho escrito, planteaba la necesidad de una organización revolucionaria para derrocar a la burguesía; una estructura política que fuera más allá de las luchas concretas que planteaban mejoras en las condiciones laborales (economicistas) y que fuera capaz de arrebatar el poder político para instaurar una verdadera democracia, desde su punto de vista, una sociedad socialista. Hoy en día, paradójicamente, la cuestión también va de defender la democracia, y esa es quizás la principal tarea a la que se enfrentan la izquierdas españolas y mundiales en el futuro más inmediato. La revolución, a día 4 de enero del 2025, no se atisba en el horizonte, nótese la ironía.
En algo más de dos semanas volveremos a ver cómo Donald Trump regresa a la Casa Blanca. Un nuevo hito histórico que demuestra cómo las democracias liberales están en claro retroceso a nivel mundial. El retorno de un personaje como Trump a la presidencia de Estados Unidos dice mucho de la sociedad global en la que vivimos. Pronto notaremos en todo el mundo los efectos políticos de las decisiones, no solo de Trump, sino también del resto de su futuro gabinete: su vicepresidente J. D. Vance y su afán por el individualismo exacerbado; su próximo secretario de Estado Marco Rubio y su defensa del intervencionismo yanqui en regiones como América Latina; Robert F. Kennedy como secretario de Salud y su negacionismo antivacunas...
La toma de posesión de todo este gabinete supondrá, a todas luces, un gran altavoz para la ideología ultra que manejan. No es extraño, por tanto, el nombramiento de Elon Musk al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental junto a otro multimillonario, Vivek Ramaswamy. La vuelta de Trump al frente del Gobierno de los Estados Unidos de América toma especial importancia al echar un vistazo al mundo que habitamos. En los foros internacionales se encontrará con Javier Milei al frente de Argentina; Vladimir Putin, de Rusia; Benjamín Netanyahu, de Israel; Giorgia Meloni, de Italia; Viktor Orbán de Hungría... En febrero, las elecciones alemanas prevén arrojar un fantástico resultado para los ultras de la AfD, mientras en Francia Emmanuel Macron se empeña en maniobrar para alejar al Nuevo Frente Popular del poder aunque Marine Le Pen se vea cada vez más cerca de la Presidencia de la República.
Ante tal radiografía internacional, parece obvio que algo que tienen que proponerse las izquierdas es mostrar su capacidad de tejer alianzas. No parece descabellado señalar hoy la importancia del entendimiento entre quienes piensan diferente políticamente pero coinciden en la defensa de la democracia y la justicia social, aunque cada parte mantenga sus estrategias y objetivos propios.
Por otro lado, precisamente por el auge de las derechas en todo el mundo, el concepto 'alianza' vuelve a tomar importancia. Las formaciones políticas de izquierdas (y sindicales y los movimientos sociales) tienen entre sus prioridades fomentar las redes con proyectos y organizaciones de otros países. La necesidad de una acción política coordinada a una escala internacional parece obvia, pues los peligros a los que se enfrentan las democracias se repiten en distintos lugares del mapa.
En el siempre agitado espectro de las izquierdas alternativas españolas, la situación es contradictoria. Por un lado, tras una década desde el nacimiento y auge de Podemos y los proyectos municipalistas, parece que el ciclo se agota y que no está claro hacia dónde se dirige el espacio político. Sin embargo, esto coincide con la permanencia de Sumar con cinco ministerios en el Gobierno de coalición (que paradójicamente es un referente global en el campo progresista) y la intención de Pedro Sánchez de alargar una legislatura tan complicada. La incorporación de personas nuevas a este espacio político parece una necesidad, sin embargo, el ruido y nivel de confrontación en el espacio no invita a la militancia. La creación de espacios amables para las militancias que pueda seducir a más gente es un reto para las izquierdas ante la que se avecina, rebajar el nivel de confrontación sin que esto menoscabe el debate político entre posiciones diferentes.
En el momento Musk, cuando grandes corporaciones mediáticas adoptan formas de los medios más ultras y la Fox parece un modelo a seguir para televisiones europeas y las redes sociales se convierten en un lodazal, encontrar nuevas formas y canales para comunicar parece también una de las prioridades que han de afrontar las izquierdas, así como cuidar a los medios independientes existentes. Volver a tomar la iniciativa y marcar los parámetros de un debate que está en disputa, aunque escorándose a la derecha.
Por último, el año 2025 llega sin comicios previstos en el Estado español, aunque la inestabilidad política puede hacer que se adelanten las elecciones autonómicas en algunos territorios, como Castilla y León o Illes Balears. Sin sobresaltos, la próxima cita electoral sería en 2026 en Andalucía. Esto da margen al espacio político para no priorizar las negociaciones y peleas por las listas electorales y centrarse en lo verdaderamente importante, proponer una alternativa ante el auge ultra y la derechización de la sociedad.
Quedan apuntadas algunas obviedades para un debate que también se tendrá que dar en este 2025: qué hacer ante la que está cayendo.
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