Opinión
Su gran noche, majestad
Por Sato Díaz
Coordinador de Política.
-Actualizado a
Nuestro ficticio Felipe VI está inquieto, es más, está atacado de nervios. "Se acerca su gran noche, majestad", le advierte Gustavito, que ha medrado mucho en Zarzuela tras el exitoso "lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir" del pasado 12 de octubre. Hay trajín en palacio, luces, micrófonos, técnicos de aquí para allá. Ambiente de rodaje. Ya está aquí, como cada año en Nochebuena... ¡el discurso real! "¡El belén, pongan el belén!", grita alguien de producción. "No, este año no, belén no", se envalentona el rey. "Este año quiero ser más moderno", claudica el primero de los españoles.
Gustavito, el escuchar esto de Felipe VI, no puede esconder cómo se le enrojecen los ojos de la emoción. Gustavito veía en el jefe del Estado a un alumno que no solo progresaba adecuadamente, sino que lo hacía de forma sobresaliente. "¡Más moderno todavía!", recochineo en Zarzuela. Gustavito sabe que su misión está a punto de finalizar, lo que le genera satisfacción por el trabajo bien hecho, pero también vértigo. ¿A dónde irá después de haber sido coach nada más y nada menos que del rey? ¿Dónde vivirá mejor que en el mismísimo Palacio de la Zarzuela?
Si un rey tiene una razón de ser en España es la de pronunciar el discurso de Nochebuena, insertarse en todos los televisores que acompañan la previa de millones de cenas, desear Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo a tothom. Esta mágica noche es, por lo tanto, su gran noche, majestad. Y el cuerpo lo sabe. El examen anual ante un público que, si bien no es muy exigente, siempre tiene algo que decir. Un error en la gran noche puede ser temerario, pues se comentará en demasiadas mesas atiborradas de botellas de vino.
"Somos dos países con memoria, con una clara conciencia del pasado, en particular del que no puede ni debe repetirse ni siquiera como caricatura". Las palabras del jefe del Estado español en el Parlamento de la República Italiana todavía resuenan. "¿Se habrá cabreado Santiago Abascal por decir lo que dije ante Giorgia Meloni? ¿Qué piensas Gustavito?". El consejero real suelta una carcajada. "La derecha ya sabe que usted es de los suyos, majestad, no se enfadarán con el rey de España, es a la izquierda, querido Borbón, a quien ha de seducir", le explica Gustavito, con tono marisabidillo. "Ha de hablar de memoria democrática; sitúese, como también hizo en Italia, del lado de los derechos humanos, también de los derechos de las personas migrantes; hable català, galego, euskera..., majestad, así ampliará el espectro de simpatía sobre usted en la ciudadanía española", prosigue el personal trainer real.
"España e Italia compartimos la prioridad de fomentar los flujos de migración segura, ordenada y regular. Debemos seguir dando a los inmigrantes el trato digno que se le debe a todo ser humano", se reproduce el vídeo de Felipe VI en Roma en bucle. "Escucha, Gustavito, parezco una ONG. ¿No me estaré pasando? Fíjate en el papa Francisco, la figura del papa tampoco debería ser puesta en duda por la derecha católica y a este, por rojo, lo quieren apartar", reflexiona el monarca. "Hágame caso, majestad, aproveche su gran noche, busque complicidades con la izquierda". "Confío en ti, Gustavito, te haré caso, pero temo que después de pedir perdón por la colonización española en América el pasado 12 de octubre y con otro discurso progre en Navidad me la monten en Zarzuela como la montan en Ferraz".
"¿Y si se creen que soy de Pedro Sánchez, Gustavito?", el monarca, que justo pasa por maquillaje antes de la grabación del discurso navideño, pega un salto del susto. "¿Cómo van a pensar que eres de Sánchez? Ya se vio en nuestra visita a las zonas afectadas por la DANA, el trato que recibe Sánchez y recibe usted de la gente corriente no tiene nada que ver, hay una gran diferencia; hizo muy bien en ir, demostró su cercanía al pueblo, majestad".
"Y ahora, relájese, concéntrese en el discurso, piense en su respiración: espire, inspire, espire, inspire, otra vez, concéntrese únicamente en su respiración, el resto no existe", le ordena Gustavito, que añade: "Piense en algo concreto de su vida que le haga conectar con la verdad, una vez la haya encontrado, pronuncie su discurso, majestad, es su gran noche". "Gracias Gustavito, muchas gracias", el rey.
"¡Silencio, estamos grabando!". El rey arranca su discurso. La tensión se masca en el ambiente, quietud en palacio. Y una duda nace en lo más profundo de Gustavito. "¿Pronunciará el discurso moderno y progresista que hemos preparado o no me hará caso? ¿Me ha estado engañando todo este tiempo?".
Termina aquí este relato de ficción del rey y Gustavito. Para conocer el discurso real, nunca mejor dicho, toca esperar hasta el martes 24.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.