Opinión
La tierra del turismo no es para bebés
Por David Bollero
Periodista
En Andalucía únicamente hay siete nacimientos por cada 1.000 habitantes. La región vive su sima de natalidad tras el desplome del 24% que ha sufrido en la última década. Se ha pasado de los casi 82.200 nacimientos de 2014 a los algo más de 61.700 alumbramientos de 2023. El descenso es más acusado que en ninguna otra comunidad autónoma y Juan Manuel Moreno Bonilla mira para otro lado sin diagnosticar el origen de la situación.Las proyecciones demográficas del INE dibujan una España dentro de 50 años en la que apenas el 60% de la población sea nativa, el resto de habitantes procederá de la inmigración. Este fenómeno evidencia que en nuestro país cada vez se tienen menos hijos y, lo que es peor, en cinco décadas, una de cada tres personas superará los 65 años. Estamos envejeciendo como país a pasos agigantados.
Andalucía ilustra a la perfección esta situación. Frente a los 7,08 hijos por cada 1.000 habitantes del año pasado, en 2000 había 11,04 nacimientos y en 1975, más de 20. La tendencia es clara. Ahora bien, ¿cuáles son los motivos para que en una tierra de la que Moreno Bonilla presume de prosperidad no haya una mayor natalidad?
Para encontrar buena parte de las razones basta con poner el foco en Málaga, que en la actualidad exige el 54% del sueldo si quieres pagar el alquiler. Le sigue con un 53% Baleares y no es causal. Ambas regiones son de las más castigadas por el turismo depredador y la especulación rendida al mismo, lo que ha generado situaciones de emergencia habitacional.
En la capital malagueña, que es la segunda en la que más ha crecido el esfuerzo para alquilar (5 puntos porcentuales sólo en el último trimestre), las personas requieren destinar el 42% de sus salarios al arrendamiento de una vivienda de dos habitaciones. Sólo padecen una situación peor Barcelona (46%) y Palma (45%) que, huelga decir, son víctimas también del turismo de masas y sus perniciosos efectos en la población local. En el caso de la compra, sucede exactamente lo mismo en Málaga, que con un 38% del sueldo supera la recomendación del límite del 30%.
Para el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre (PP), el hecho de que los y las malagueñas tengan que hacer la maleta porque sus trabajos no les permiten vivir en su ciudad “tiene una importancia relativa”. En su obsesión por seguir beneficiando a una reducida élite, el alcalde niega lo que el mismo Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU), dependiente de su Consistorio, afirmó en un demoledor informe: que esta "una situación de gentrificación a gran escala" ha terminado por provocar que la ciudad no está al alcance de los residentes de Málaga, sino "para inversores externos o simplemente compradores de otras zonas de España o Europa que consideran una buena inversión la compra de un inmueble en la capital de la Costa del Sol".
De nuevo, los datos incontestables que prueban cómo el modelo turístico actual expulsa a los habitantes y desincentiva la natalidad, pues a pesar de tan bajo número de nacimientos en Málaga, las proyecciones del INE para la provincia elevan la población en 14 años por encima de los 2,1 millones de habitantes, superando a Sevilla en más de 100.000 habitantes.
El cinismo y el esperpento del discurso de De la Torre va in crescendo, pues no hace tanto que culpó a sus vecinos y vecinas de no haber estudiado lo suficiente para poder lograr empleos con cuyos sueldos pudieran permitirse pagar más de 700 euros al mes por 30 metros cuadrados. Obviamente esa premisa es falsa, pues ni siquiera licenciados con dos carreras se hacen con un alquiler asequible en la ciudad. Además, con el boom de las universidades privadas que está fomentando Moreno Bonilla en detrimento de la Universidad pública y las escasas plazas públicas ofertadas en FP no parece la mejor fórmula para resolver el problema que inventa De la Torre.
Pensar que en la ciudad más castigada por los alquileres turísticos no hay efectos negativos en la población es hacerse trampas al solitario. De hecho, si Andalucía está en un mínimo histórico de natalidad, Málaga aún tiene una peor tasa, con 6,6 nacimientos por cada 1.000 habitantes. ¿Quién va a siquiera plantearse fundar una familia cuando el salario ni siquiera le alcanza para independizarse? Moreno Bonilla ha convertido a los andaluces y andaluzas en ciudadanas de segunda al ni siquiera ayudarles con el Bono Alquiler Joven, cuyos fondos estatales ha cobrado y lleva más de un año de retraso en ejecutar. Tanto es así que hace unos días, la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, amenazó con retirar los fondos en su caso y que sea el Gobierno de España quien ejecute las ayudas.
El cortoplacismo de los gobernantes, tanto en el Ayuntamiento, como en la Diputación o la Junta es tal, que según revela la séptima edición del Mapa de la Provincia de Málaga que elabora la Diputación Provincial, el área metropolitana es la que de largo ha crecido más en la provincia y, sin embargo, no se ha prestado la debida atención a la movilidad o los recursos hídricos. Aunque seguramente al alcalde también le parecerá de “una importancia relativa”, quienes trabajan en la hostelería de la capital malagueña y, debido a su precariedad laboral y el encarecimiento de la vivienda, han de irse a vivir a otros municipios, este nulo esfuerzo en movilidad les mina. Cada día de lunes a viernes se topan con que el último autobús público que llega a sus localidades sale a las 23:30 horas de Málaga. En una ciudad, cuyo presidente de la Diputación, Francisco Salado (PP), va vendiendo en las ferias internacionales de turismo que precisamente en Málaga se puede comer a cualquier hora, por muy tarde que sea, la vida se hace muy cuesta arriba… menos para ellos, claro, a los que pagamos para que busquen el bien común y, en su lugar, nos utilizan a su libre albedrío.
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