Opinión
Sobre pederastas en libertad y maltratadores disfrutando de sus criaturas
Por Barbijaputa
Periodista
Una jueza ha decretado que un niño de seis años acuda a visitar a su padre a la cárcel. El caballero cumple condena por violencia machista contra la madre del crío, violencia que escala al punto de haberle pateado la barriga cuando estaba embarazada del menor.
El pequeño aún no había nacido y ya sufría la violencia del hombre al que ahora, una jueza, obligará a visitar cada dos semanas. Para ello, además, la madre deberá llevar al niño la comisaría del pueblo donde el padre del maltratador, -a quien no ve desde que tenía 4 años-, lo recogerá. Una vez en el coche con un hombre que ni recuerda tendrá que recorrer durante dos horas de ida y dos horas de vuelta el camino hasta la prisión de Teruel, donde su maltratador y el de su madre, le esperará tras un cristal.
Esta será la rutina de un niño, sábado sí, sábado no, en plena pandemia, dicho sea de paso y que se trate de un maltratador condenado a siete años y medio por las palizas que le propinaba a su madre. Da igual que para el crío este hombre sea un "desconocido", tal y como dice su madre, ya que no ve al hombre desde hace dos años (desde que entró en la cárcel) y él cuenta con tal solo seis.
Aunque la denuncia de la madre fue interpuesta en 2014, la condena no llegó hasta 2018, y durante todo ese tiempo, el hombre pudo disfrutar del hijo al que no le importó poder haber matado a base de patadas.
Dos días después de la decisión de esta jueza en Torrent, conocemos que El Supremo, por su parte, libraba de la cárcel a un profesor que abusó sexualmente de un alumno durante dos en un colegio del OPUS DEI en Vizcaya. Gracias a que el Supremo ha rebajado nueve años la pena dictada por la Audiencia Nacional de Vizcaya, de los 11 años dictados de cárcel se ha quedado convenientemente en solo dos años, de forma que sin antecedentes penales previos el pederasta no pisará la cárcel.
Gaztelueta, el colegio del OPUS donde el pederasta abusó del niño, montó una campaña mediática ya en su día para defender al condenado y hacer creer que el niño mentía. Campaña que llegó al punto de presionar a 25 alumnos y profesores a firmar ante notario que no se habían producido abusos sexuales.
El Supremo, a pesar de dar por probados los abusos sexuales continuados, rebaja 9 años la condena porque, y cito textualmente, "no basta con que la versión de la víctima inspire credibilidad". Es decir, que creen al niño pero solo un poco. No es nuevo en nuestra Justicia esto de admitir veracidad y credibilidad en una criatura que ha sido abusada sexualmente para luego... no hacer justicia.
Mujeres, niñas y niños son constantemente puestos en duda cuando dan el paso y relatan agresiones sexuales por parte de un hombre. Mujeres, niñas y niños son constantemente abandonadas por el sistema judicial cuando son maltratadas por un hombre. No solo abandonadas, también expuestas al hombre en cuestión si hay parentesco de por medio, como en el primer caso.
Después de sufrir la violencia por parte de hombres, del calvario de denunciar, de ser cuestionadas y tomadas por mentirosas; después de tantas y tantas que no reciben la justicia que merecen, hay quien se pregunta por qué las víctimas no denuncian a sus maltratadores y violadores. La respuesta está muy clara: porque saben que viven en un mundo de hombres, con una justicia hecha a su justa medida.
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