Opinión
El problema son los hombres que violan
Periodista y escritora
A menudo basta conocer el pensamiento del idiota, del enemigo, del malvado, del violento, para colocarte enfrente. Resulta práctico, ilustrativo y no falla. El ministerio de Justicia ha dado este lunes muestras de nostalgia por la época anterior a la Ley del consentimiento. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo le ha respondido: “Garantizo el apoyo de forma inmediata”. Blanco y en botella. Los populares gobiernan y gobernarán con la extrema derecha de Vox que niega la existencia de la violencia machista y la ministra de Justicia, Pilar Llop, negó el indulto a María Salmerón, que de eso no me olvido.
Así que hemos vuelto a oír hablar sobre la necesidad de demostrar que ha habido violencia e intimidación en el caso de las violaciones, de dar pasos atrás en un asunto esencial, en un avance tremebundo: que no sea la víctima la que tiene que demostrar que se jugó la vida para defender su honra. Incluso de penetración o no penetración como eje se ha hablado. Ay.
Pero el PSOE ya veía desde hace meses lo que ahora le parece intolerable. Ya sabía de qué va la Ley. La aprobó. La apoyó. Es una Ley del Estado español, no de Irene Montero. ¿Qué ha cambiado, pues? Que les han temblado las piernas porque vienen elecciones. A mí, que se modifique una Ley, que se plantee la posibilidad de dar pasos atrás en una norma que beneficia a las mujeres, que da un paso de gigante contra la violencia machista, por cuestión de votos me parece asqueroso. Esa es la palabra: asqueroso.
Ayer, en algún medio de comunicación un magistrado se atrevió a más. Afirmó que la Ley del Solo Sí es Sí viola el principio de presunción de inocencia. Cuando una televisión difunde esa opinión –ya sabemos cómo funciona esto– significa que se convertirá en argumento. Y este es un argumento trampa, trampa dura y espinosa. Ya está dado ese paso. Ya no se trata solo de la terrible idea de que Igualdad “favorece” a los violadores. Nada es inocente.
Lo cierto es que todo esto sucede después de que encarcelen al futbolista Dani Alves por una presunta violación y paliza a una muchacha en el váter de una discoteca. Después de que la Policía se lleve a un productor cinematográfico de los Premios Feroz por la denuncia de agresión sexual por parte de una actriz. Después de que el crítico Bob Pop afirme públicamente que a él también le acosó y que no denunció porque tenemos tan asumido el acoso sexual que ni se le ocurrió que tal posibilidad existe. Y todo lo anterior, que es revolucionario, sucede gracias a la Ley del consentimiento y la modificación no solo legal, sino cultural y social que ha supuesto.
Sin embargo, lo mollar es algo situado unos pasos antes de todo lo anterior, y se nos está olvidando. Lo sustancial en todo este guirigay es que los hombres violan, acosan, abusan... No se me alboroten, no digo que todos lo hacen, no corran a denunciarme, que me pillan cansadita. Ese es el problema, el tremendo problema. La Ley es un paso para luchar contra ese problema. Los nuevos protocolos en el ocio, en las fuerzas del orden, en las calles, son otro paso para luchar contra ese problema.
Cómo se aplica la Ley y las consecuencias de la modificación en el Código Penal español no son el problema. Son formas de luchar contra él. Y cuando dicen “es que el violador saldrá ahora a la calle y volverá a violar”, el problema no es ni la Ley ni su mejor o peor aplicación. El brutal problema es que el tipo volverá a violar, y de eso parece no cabernos ninguna duda. Ni a nosotras, ni al PSOE que ahora cambia de chaqueta, ni al PP que asegura apoyarle.
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