Opinión
En pleno auge de la Inteligencia Artificial, el IMV recurre al 020
Por David Bollero
Periodista
-Actualizado a
El Ingreso Mínimo Vital (IMV) ha sido y es todo un reto para el Gobierno desde que se puso en marcha en 2020. Siendo una acción que ya ha beneficiado a 735.562 hogares, según las estadísticas del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) de 2023, sigue sin alcanzar a todas las personas que debiera. Ahora, el Ministerio Inclusión, Seguridad Social y Migraciones ha anunciado la puesta en marcha en verano del teléfono 020 para reforzar la información y resolver consultas de los solicitantes. La medida es tardía –cuatro años después- y ni siquiera sirve para parchear el problema.
Las 2.157.712 personas que ya perciben el IMV son la mejor prueba de que esta prestación, inédita hasta que llegó el primer Gobierno de coalición, fue un acierto. Sin embargo, resta mucho camino por recorrer, como demuestra la sucesión de ajustes y cambios legislativos que el IMV ha ido encadenando desde su puesta en marcha.
Caer en el desánimo con el ruido que genera la derecha no debiera ser una posibilidad, toda vez que precisamente algunas de las Comunidades Autónomas gobernadas por el PP han aprovechado el IMV para hacer caja: a pesar de ser compatible con las prestaciones autonómicas, gobiernos como la Junta de Andalucía han eliminado sus ayudas, dejando en la estacada a las personas más vulnerables. En cuanto a la eficiencia en su ejecución, tampoco el gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla tiene motivos para dar lecciones, dado que su gobierno aún no ha pagado el Bono de Alquiler Joven de 2022 –financiado por el Estado- y sus solicitantes se han visto obligados a acudir a los tribunales.
Dicho esto, valorar las bondades del IMV no ha de frenar la autocrítica y espíritu de mejora. Sin embargo, anuncios como el servicio público del teléfono 020 saben a poco, incluso, con el aumento del 40% de la plantilla que anunció la ministra responsable Elma Saiz, que infló un tanto las cifras de personas beneficiadas respecto a las facilitadas por La Moncloa hace una semana: según ella, las personas que perciben la prestación ya son 750.000 y 2,2 millones de hogares (en dos días el INSS publicará nuevas estadísticas).
La burocracia necesaria para solicitar el IMV es compleja, con términos legales que no todas las personas conocen, implicando a diversas Administraciones Públicas… un teléfono de información no restará fárrago al proceso, lo pondrá más al descubierto, pero poco más. Hasta la fecha, buena parte del éxito de la ejecución del IMV descansa en las entidades (Cruz Roja Española, Cáritas Española, ACCEM, Fundación Secretariado Gitano, EAPN-ES…) que día a día se baten el cobre luchando contra la pobreza y la exclusión que, por cierto, ha crecido cinco décimas en un año pese a la mejora del empleo. Según los últimos datos del INE, un 26,5% de la población española viven en riesgo de pobreza, siendo la situación especialmente preocupante en los hogares monoparentales y los menores de 16 años.
El IMV "no se obtiene por pulsar un botón, hay una importante maquinaria", se justificó esta semana Saiz. Y tiene razón, pero esa complejidad ni se resuelve con el 020 ni ha de trasladarse a quienes precisan ese IMV. Hace dos años asistí a un encuentro en el que participaban responsables de la Secretaría General de Administración Digital (SGAD), cuyos responsables recordaron que el Plan de Digitalización de las AAPP 2021-2025 contempla el servicio de automatización inteligente. Entonces, los expertos pusieron en valor la facilidad de gestión de expedientes del IMV gracias a la tecnología, a pesar del volumen de beneficiarios y la disparidad de casuísticas.
El año pasado, en otro foro tecnológico en el que participaba la Oficina del Dato de la Seguridad Social en Gerencia de Informática de la Seguridad Social, su director, Luis Díez, no dudó en afirmar que “muchos de los últimos proyectos de Inteligencia Artificial (IA) o de aprendizaje automático (Machine Learning) que estamos adoptando van encaminados a poder anticiparnos a una situación para poder abordar nosotros al ciudadano con ella”. Como ejemplo, precisamente, puso el IMV, asegurando que los proyectos basados en algoritmos en los que trabaja la Seguridad Social buscan “identificar a qué personas estamos llegando y a cuáles no pero que deberíamos llegar, acudir a ellos, llevarles la prestación a la puerta”.
Ahora, aquella afirmación se da de bruces con el teléfono de información ciudadana. No es suficiente y, cuatro años después de la puesta en marcha del IMV, suena incluso a chanza. Efectivamente y como apuntó Díez, la tecnología debiera permitir ya otorgar las prestaciones de oficio, de manera rápida, efectiva y sin errores. Hablar del 020 en plena era de la IA y las tecnologías de automatización dice poco, muy poco, de nuestra Administración, cuyo apellido ‘digital’ ya ni debería aparecer, pues tendría que darse por hecho, no sólo con fines recaudatorios sino, muy especialmente, para ayudar a quienes más lo precisan
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