Columnas
El Mediterráneo: un mar ‘asfixiado’ por una biodiversidad en crisis
- Por Ecologismo de Emergencia
- /Rosa M. Tristán
El Mediterráneo está en crisis. Es una crisis conocida, bien diagnosticada por la ciencia, anunciada hace años y para la que se conocen soluciones. Sin embargo, cada vez que llega el momento de tomar las decisiones acertadas para su futuro, a lo largo de la historia reciente se ha desatado tal nivel de presiones que los políticos comunitarios, responsables de la gestión en su costa norte, al final han dado la espalda a la ciencia, evitando aquellas iniciativas que pudieran suponer pérdida de votos. Y cuando algunas salen adelante, se desata una crisis que bien pudieran haber evitado.
La realidad es que hoy el Mare Nostrum está a borde de un punto de no retorno ambiental. Contaminado de basura plástica hasta límites insoportables -el último estudio científico habla de islas de microplásticos con dos millones de partículas por kilómetro cuadrado-, con niveles de calentamiento nunca antes vistos -el verano pasado alcanzó una temperatura récord de 31,8ºC según World Weather Attribution, con posteriores danas de terribles impactos-, con cientos de especies invasoras que llegan desde el Canal de Suez, con vertidos de crudo que nadie sabe bien de dónde proceden (se culpa en parte a la limpieza de embarcaciones en alta mar) y, por si todo ello no bastara, con una sobrepesca y técnicas como el arrastre que destruyen sus ecosistemas marinos. ¿Cómo puede mantenerse con vida?, sería la pregunta. Si dependemos de él ¿por qué no nos esforzamos en cuidarlo?
No puede obviarse que millones de personas viven o dependen de la pesca a lo largo de sus 46.000 kilómetros de costa y que los pescadores ven que, fruto de todo lo anterior, sus capturas disminuyen (a veces sus redes se llenan de más plástico que de peces) y su situación económica empeora. En España, se habla de 3.000 tripulantes en 560 embarcaciones y otros 17.000 empleos indirectos. Pero tampoco es posible olvidar que el Mediterráneo soporta los niveles de sobrepesca más altos del planeta en la mayoría de las 200 especies que se consideran comerciales. Esta es la razón por la que se impusieron cuotas, que en los últimos años han logrado que la excesiva explotación haya pasado de afectar un 75% al 60% de las especies capturadas. Aún así, son 110 las que acabarán por desaparecer, según la ciencia, poniendo en riesgo la vida de quienes afirman que dependen de ellas.
Cabe recordar que las cuotas para la pesca en la Unión Europea ya existían cuando entró España en 1986, que sigue siendo el país más pesquero de sus miembros. Ya entonces hubo sus más y sus menos en las negociaciones y se hablaba de la necesidad de implantar técnicas que impidieran el destrozo de las pesquerías. Todos recordamos las campañas de “pezqueñines, no gracias” para concienciar de la importancia de dejar crecer los peces. Pero las presiones funcionan y se han seguido utilizando redes con mallas más pequeñas de los 4,5 centímetros en la costa y 5,5 en alta mar que ahora se han acordado en la UE, de forma que muchas crías sin su total desarrollo han quedado atrapadas, como es fácil ver en nuestras pescaderías.
Pero es que también se ha seguido permitiendo un excesivo uso de la pesca de arrastre, pese a que cada vez más investigaciones han puesto de manifiesto la barbaridad que supone. No ya solo por daños en los fondos marinos y la consecuente captura de especies que ni siquiera son comerciales, sino porque ahora se sabe que al remover ese lecho se libera el carbono que está ahí atrapado, pasando luego a la atmósfera y aumentando las emisiones de dióxido de carbono y, en consecuencia, el cambio climático. Frenar esta práctica, que podemos leer en las etiquetas de los pescados, es lo que ahora se quiere al permitirla solo 27 días (un 66% menos en aguas españolas) si los barcos no adoptan medidas de pesca sostenible.
Y es que estos impactos se producen en gran parte del océano, pero son más graves en un mar casi cerrado y sujeto a múltiples presiones por la población que lo rodea. De hecho, ha sido objeto de múltiples campañas de defensa ambiental en las últimas décadas. ¿Y qué se ha hecho desde la UE para ponerle freno? Desde Alianza Verde se denuncia que hemos llegado a esta situación "tras años de inacción” europea, ignorando las recomendaciones científicas, y se defiende que los cambios hacia la sostenibilidad del Mare Nostrum deben hacerse de forma progresiva para no colapsar a las comunidades que viven a sus orillas. Aduce que un recorte drástico sería devastador.
No es muy distinto de lo que plantean organizaciones ambientalistas. En Oceana destacan que las mejoras hacia la sostenibilidad del mar son positivas, aunque recuerdan que se podrá seguir con la pesca de arrastre con unas condiciones y que siguen vigentes unos mecanismos de compensación que podrían perjudicar la recuperación de las especies. En WWF se apuesta también por una implantación progresiva de estas medidas, aunque con enfoques “fuertemente efectivos”, porque advierte que las reducciones de pesca propuestas para 2025 “podrían devastar poblaciones costeras”. Y en Greenpeace, se lamentan de la tardanza y reclaman ahora una “transición justa”.
Lo que parece evidente es que en este asunto como en tantos otros, hasta que no estamos inmersos en el desastre, no hacemos caso a quienes con mucha antelación nos previenen de lo que se avecina. Nos ha pasado con el cambio climático. Nos ha pasado con una política agraria europea centrada en el regadío y la sobreexplotación de la tierra en un país cada vez más seco. Y nos pasa con la pesca. No habríamos llegado al conflicto social actual si, con tiempo, como se avisaba, se hubiera puesto coto a la sobrepesca, si se hubiera favorecido el cambio en las técnicas y se hubiera promovido la que es artesanal. Cuando a la naturaleza se la respeta, no tarda en recuperar un equilibrio que a todos beneficia. A los primeros, a los que viven de ella. Si se acaba con la ‘gallina’ ¿cómo se pretende tener huevos?
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.