Opinión
Málaga sin malagueños ni malagueñas
Por David Bollero
Periodista
Un informe sobre el mercado inmobiliario en la ciudad de Málaga acaba de enmendar la plana a la gestión de su alcalde, Francisco de la Torre (PP). Las conclusiones son demoledoras, ilustrando con datos objetivos cómo la población malagueña residente está siendo expulsada de la ciudad, siendo sustituida por otra de mayor poder adquisitivo que sí puede permitirse los precios privativos de la vivienda. Lo más llamativo de todo es que dicho informe ha sido elaborado por el Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU), organismo dependiente del Ayuntamiento de Málaga. El daño a los malagueños y malagueñas de las políticas llevadas a cabo por De la Torre en los 22 años que lleva al frente del Ayuntamiento reclama su dimisión.
Especialmente en la Administración Local, los políticos tienden a defender su cuestionable gestión en los informes de los técnicos municipales que, por lo general y por una cuestión de evitar represalias, no suelen sacar los pies del tiesto. Sin embargo, el informe del OMAU debería suponer una auténtica cura de humildad para De la Torre; no ha sido así y éste se regodea en su habitual soberbia.
"Con algo más del 20% de las personas de la ciudad en situación de vulnerabilidad social, con un porcentaje de desempleo similar, y una renta familiar que supone el 80% de la media española no parece que estemos en el paraíso deseado que tanto se vende en los últimos tiempos". Este podría ser un buen resumen del informe que evidencia cuán alejado de la realidad está el regidor, que no ve más allá de sus narices o de su bolsillo, con un sueldo de más de 82.000 euros al año, prácticamente equiparable al del presidente del Gobierno de España.
Las políticas llevadas a cabo han desembocado en "una situación de gentrificación a gran escala", produciéndose un auténtico éxodo de población residente malagueña. Según se detalla en el informe, desde 2015 se han ido modificando las características del mercado de la vivienda en Málaga, con unas tipologías y precios para un segmento de niveles de renta muy por encima de la renta media de la ciudad. El resultado es una ciudad dual: por un lado, aquella en la que con esfuerzos se puede acceder aún a la compra o el alquiler de una vivienda y, por otro, una que no está al alcance de los residentes de Málaga, sino "para inversores externos o simplemente compradores de otras zonas de España o Europa que consideran una buena inversión la compra de un inmueble en la capital de la Costa del Sol".
El éxodo malagueño tiene cifras incontestables, habiéndose iniciado primero en la Ciudad Antigua y en sus Arrabales, para ir "ampliándose después hacia Muelle Heredia-Soho y otros ámbitos centrales, incluidos La Trinidad y lo que queda del Perchel". Refleja el informe "lo que queda del Perchel", que fue uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad, porque éste ha sido una de las víctimas de la gestión de De la Torre, que al frente del Consistorio ha demolido más de 300 edificios históricos de Málaga para poner a la ciudad a los pies de la especulación.
En los últimos cuarenta años, la población en el centro histórico ha caído en casi 3.000 personas, contando ahora con apenas 24.700 personas frente a las más de 27.600 de 1981. El OMAU destaca cómo "la salida de población residente en Málaga tiene un nivel destacado entre los jóvenes entre 25 y 40 años", horquilla en la que 18.893 hombres y mujeres abandonaron la ciudad entre 2015 y 2020. Si a ello le sumamos los 15.417 niños entre 0 y 10 años, la cifra supone un total de 34.310 personas. Apoyándose en datos de crecimiento poblacional en los municipios cercanos, el informe apunta a que las personas que se han visto expulsadas han acudido a localidades donde el precio de la vivienda es más asequible.
La falta de vivienda VPO y la disparatada oferta de apartamentos turísticos también tienen mucho que ver en el éxodo malagueño. Si hasta finales de los años noventa la vivienda VPO de 90 metros cuadrados útiles suponía el 85% del parque residencial, en la actualidad prácticamente está extinguida. En cuanto a los apartamentos turísticos, si en 2015 el conjunto de la ciudad tenía 14.885 plazas a día de hoy se cifran en casi 54.700.
Una de las conclusiones más graves del informe y que, si quedara algo de honestidad en De la Torre debería señalarle el camino de la dimisión, es cómo "curiosamente, los procesos de gentrificación se han ido produciendo en los ámbitos donde se han desarrollado procesos de renovación urbana cofinanciadas por fondos Feder". Dicho de otro modo, haber convertido a Málaga en una ciudad para la élite, expulsando a la población residente, ha sido financiado con fondos europeos que, en realidad, habían sido asignados para fomentar la cohesión social.
A pesar del demoledor informe que apunta incluso a un mal uso de la financiación europea, el alcalde se sacude la responsabilidad y culpa a las víctimas, es decir, a quienes han sido expulsados de la ciudad. Según De la Torre, la gentrificación se debe a la falta de formación de la población, que condiciona su capacidad adquisitiva. "Si hubieran estudiado, se podrían pagar vivir aquí", parece querer decirles.
Nadie duda de la capacidad intelectual del regidor, pero sus argumentos esgrimidos para eludir la dura crítica del informe de los técnicos municipales son una auténtica tontería. Al mismo tiempo que se remonta a la tasa de abandono escolar del 40% del año 2004, señala cómo en el sector de la construcción o la hostelería no se cubren las vacantes porque "no hay personas ni en número ni con la preparación suficiente", aunque estos dos fueron los sectores que más acogieron a quienes abandonaron los estudios.
Sencillamente, De la Torre vive en otro mundo, una realidad paralela que solo se encuentra en su cabeza. De otro modo no se explica que hable de sueldos de 2.000 euros en la hostelería, cuando en realidad es la precariedad de los sueldos y la explotación laboral lo que está forzando la falta de trabajadores y trabajadoras. Lo mismo sucede con su teoría de que la falta de cualificación es lo que dificulta el acceso a la vivienda, puesto que es precisamente en la población joven recién licenciada en la que se detecta los mayores niveles de éxodo.
Durante las más de dos décadas de gestión, De la Torre ha hecho de Málaga una ciudad que ya no es para los malagueños y malagueñas, que ya ni siquiera se sienten de la ciudad cuando pasean de visita por sus calles. La última vez que éstos pudieron disfrutar algo la ciudad fue durante lo más duro de la pandemia, cuando no llegaban las hordas de turistas y no había despedidas de solter@s etílicas en cada rincón de la ciudad. Incluso entonces, Málaga ya no era Málaga, habiendo perdido sus barrios, sus tiendas, sus negocios más tradicionales. Fue entonces cuando, en un ejercicio de hipocresía supina, el Ayuntamiento pagó una campaña de publicidad llamando a la gente a hacer barrio, a las mismas personas a las que, como reflejan ahora los técnicos municipales, De la Torre había expulsado con fondos europeos.
"Los hechos, aunque complejos y difíciles, son los que son", concluye el informe del OMAU, denunciando que de un lado haya "versiones diferentes, interesadas, contradictorias o incompletas que casi nos llevan de la actual sociedad malagueña dual a la distópica del universo de los deseos". Es por ello que los técnicos municipales sostienen que "sería conveniente separar y contrastar los deseos con la incierta realidad" y, añado yo, que De La Torre coja la puerta y se marche. Bastante daño ha hecho ya.
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