Opinión
Emmanuel Macron, el rostro amable del neoliberalismo francés
Por Pablo Castaño
Periodista
Pablo Castaño Tierno
Politólogo
“Mi objetivo no es unir a la izquierda o unir a la derecha, sino unir al pueblo francés”. Con esta frase presentó su candidatura Emmanuel Macron, ex ministro de Economía y ahora candidato independiente a las elecciones presidenciales de 2017. Ex banquero de Rotschild, Macron entró en el gobierno de François Hollande en 2014 con la misión de impulsar un giro liberal en la política económica. Ahora se presenta como un candidato antisistema, que presume de no ser miembro del Partido Socialista, no participar en sus primarias y tener el apoyo de personas pertenecientes a diversos partidos o a ninguno. Ya son tres los candidatos presidenciales que rechazan situarse en el campo de la derecha o de la izquierda, presentándose como antisistema: Macron, Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon.
El joven Macron (tiene 38 años) dimitió de su cargo de ministro en agosto para lanzar su movimiento ¡En Marcha! (nombre elegido en función de las iniciales del candidato: E.M.). El objetivo de esta plataforma política era preparar el terreno para su candidatura presidencial, que anunció en noviembre después de varios meses de campaña de facto. Por la estrategia de Macron parece funcionar: las encuestas lo sitúan en el tercer lugar de la carrera presidencial, tras la ultra-derechista Marine Le Pen y el conservador François Fillon. El papel de los medios de comunicación sin duda le ha ayudado: el editorialista Laurent Joffrin, de Libération, ha afirmado que Macron “respira optimismo y voluntad”, mientras que Le Monde lo define como un candidato que “molesta” al sistema político.
Pero ¿qué propone Emmanuel Macron? El candidato desarrolla su programa en un libro titulado Revolución, que ha sido analizado en la revista Regards pour Clémentine Autain. En lo económico, el ex ministro propone “reducir el gasto [público] sin fragilizar el crecimiento”, una combinación que no ha conseguido llevar a la práctica durante sus dos años en el gobierno de Hollande. En el ámbito laboral, Macron quiere seguir el camino de flexibilización iniciado por la impopular reforma de 2016, facilitando aún más los despidos. Al fin y al cabo, ese fue uno de los principales objetivos de la llamada “Ley Macron” que promovió en 2015, cuando era ministro de Economía. Además, el ex banquero defiende las exenciones fiscales a las empresas que su gobierno aprobó para crear empleo, aunque esta medida no consiguió detener el aumento del desempleo. Por lo tanto, la retórica en torno a la “revolución democrática” y los discursos optimistas de Macron ocultan un programa económico neoliberal, que comparte el objetivo de reducción del gasto público con Marine Le Pen, François Fillon y Manuel Valls (Jean-Luc Mélenchon es el único candidato importante que defiende el abandono de las políticas de austeridad).
Sin embargo, según el análisis de Clémentine Autain, Macron tiene una postura más abierta de la laicidad que Valls y no comparte con el antiguo primer ministro la obsesión con la seguridad y la identidad nacional. Esta postura constituye una excepción en la precampaña electoral francesa, dominada por el autoritarismo y la xenofobia de Le Pen, Fillon y Valls. Sobre la llamada “crisis de refugiados”, un tema candente en Francia, Macron también se ha desmarcado del resto de candidatos, defendiendo la necesidad de acoger a las personas que huyen de la guerra y definiendo su llegada como “una oportunidad económica”. En este tema, la postura de Macron es más progresista que la de Jean-Luc Mélenchon, que mantiene una posición ambigua respecto a la inmigración y ha escandalizado a la izquierda con afirmaciones que rozan la xenofobia, en lo que parece un intento de seducir al electorado del Frente Nacional.
Hasta ahora Macron se ha beneficiado del favor de los grandes medios de comunicación, el desprestigio del Partido Socialista y la derechización de Los Republicanos, que le han dejado libre el espacio de centro-izquierda y de centro. Además, el discurso esperanzador y antisistema del ex banquero resulta atractivo para una gran parte del electorado que no confía en ningún partido y está cansado de la atmósfera deprimente que domina la política francesa.
Sin embargo, la situación de Macron podría empeorar a partir de enero, si Manuel Valls gana las primarias del Partido Socialista. El hasta ahora primer ministro ya era el principal rival de Macron en el gobierno de Hollande y todo indica que también lo será en la campaña electoral, ya que ambos compiten por el electorado centrista o de centro-izquierda. Mientras tanto, Marine Le Pen y François Fillon dominan las encuestas y la candidatura La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon sigue ganando terreno.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.