Opinión

COP25: Por qué estamos perdiendo la guerra contra el cambio climático

Por Juan López De Uralde

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El papel entorpecedor de las corporaciones energéticas. Últimamente hemos conocido que informes internos de la industria de carbón y de petróleo advertían desde hace tiempo de la incidencia de las emisiones de carbono sobre el clima. Sin embargo estas informaciones fueron ocultadas, y la industria de los combustibles fósiles ha entorpecido desde hace años las iniciativas legislativas que tendían a impulsar las energías renovables o frenar a los combustibles fósiles. El lobby ha sido ( y sigue siendo) muy importante y ha tenido una eficacia constatable según hemos explicado.

La financiación pública de los combustibles fósiles. A pesar de ser conocidos sus efectos ambientales, los combustibles fósiles han seguido recibiendo cuantiosas subvenciones públicas, lo cual ha garantizado la continuidad de las inversiones en explotaciones y plantas energéticas fósiles.

La escasa voluntad política de los Gobiernos. Desgraciadamente en esta fase decisiva de la lucha contra el cambio climático nos encontramos con gobiernos débiles o directamente asimilados por las corporaciones. Basta ver la complicidad de personajes como Trump o Bolsonaro con la industria sucia para entender la magnitud del problema. Pero no son sólo ellos; desgraciadamente en las últimas décadas el poder corporativo ha ido en aumento en detrimento de los gobiernos, lo cual hace que la tarea sea cada vez más desigual. Para ser eficaces contra el cambio climático necesitamos gobiernos fuertes y valientes, capaces de plantar cara a las corporaciones y poner por delante del interés privado el interés común de defender la Tierra.

El negacionismo financiado por corporaciones. Durante demasiado tiempo el negacionismo ha sido financiado con fondos provenientes de a industria. El objetivo era sencillo: crear confusión y dudas en la ciudadanía y los gobiernos que frenarán la voluntad de actuar. En cierta medida ha sido efectivo, y al negacionismo científico ha sucedido ahora el negacionismo político oportunista que representan opciones populistas de extrema derecha. 

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