Columnas
Carta de Trump a los Reyes Magos
Por David Torres
Escritor
Queridos Reyes Magos:
Ya sé que no tenemos buenas relaciones, pero este año Santa Claus se está retrasando más de la cuenta, no sé si porque anda borracho, como siempre. A lo mejor está hospitalizado en algún iglú con el tobillo torcido o se le ha atragantado la barba. Vete a saber, pero lo cierto es que todavía no le hemos visto el pelo por aquí y casi mejor que no venga ya, porque lo mismo lo mando a Guantánamo. Ahora que me acuerdo, el otro día, el inútil al que he enchufado de Secretario de Defensa -un presentador de televisión que no para de darme la tabarra- me confesó que había tocado sin querer un botoncito en la sala de mísiles y que salió uno disparado hacia arriba en dirección a Groenlandia. Los del radar le dijeron que el misil hizo blanco sobre el Atlántico, a la altura de Maine, y que cayeron cachos de reno frito y de un trineo roto por toda la costa. A lo mejor va a ser eso.
Hablando de Groenlandia, quería pedírmela para Reyes, porque el papanatas que manda allí -no sé cómo se llama y no creo que nadie lo sepa fuera de Groenlandia- dice que no está en venta. Me ha cabreado mucho, mucho, la verdad, y he tenido que contar hasta catorce en español -uno, dos, tres, catorce- para contenerme y no decirle a mi Secretario de Defensa que saliera de la sala de misiles echando hostias, que me dejara hacer a mí, que le fundo su puñetera isla a bombazos y con los hielos que queden me enfrío un cubata. Le voy a dar yo cambio climático al esquimal ése. Menos mal que vino una señora a contarme que Groenlandia pertenece a Dinamarca y me ha enseñado donde está Dinamarca en el mapa y donde está Groenlandia, y me he echado a reír a carcajadas. Casi se me desmorona el flequillo de la risa. Pero si nos pilla aquí al lado, joder, no tengo ni que comprarla.
Luego he estado discutiendo un rato con la misma señora porque ella dice que lo que está al lado de Groenlandia es Canadá y he tenido que recordarle que yo he venido a hacer América grande otra vez. Dos veces van ya, hostia, y la primera vez no me dio tiempo por culpa de la gripe ésa de mierda. La señora -no recuerdo el cargo, no te digo ya el nombre- suspiró, puso los ojos en blanco y empezó a hablarme como si yo fuera idiota, diciéndome que una cosa es Canadá y otra los Estados Unidos de América. Y yo tuve que explicarle que cuando la gente dice “América” (aquí hice un círculo bien gordo con el dedo) se refiere a toda Norteamérica, o sea, que Canadá y México van incluidos en el lote, aunque a los mexicanos no quiero verlos ni en pintura y más les vale que tengan construido el muro antes del verano. La señora se fue muy enfadada, pero la voy a poner a fregar escaleras en cuanto entre en la Casa Blanca.
Aparte de Groenlandia y Canadá, también quiero pedirme el canal de Panamá para Reyes, aunque el tipo que manda allí dice no sé qué de una carta que firmó Jimmy Carter por la que entregaba el control del canal al pueblo panameño por los siglos de los siglos. He mirado en Google a ver quién cojones será Jimmy Carter y sale un viejo de doscientos años que fue vendedor de cacahuetes y presidente, más o menos como la momia de Joe Biden, pero a mí lo que firmase esa gente me la trae al fresco. Le he pedido a mi amigo Elon Musk que le abra una cuenta falsa en X y se la llenamos de fotos de cacahuetes: nos vamos a reír un rato largo. Por cierto, creo que la momia de Biden la ha liado parda en el sitio de dónde vienen ustedes tres, que no sé cuál será ni tampoco es que me importe. Dense prisa con mis regalos y no se olviden de traer los papeles en regla, sobre todo el negro, no vayan a acabar en Guantánamo.
Atentamente,
Donald.
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