Columnas
La Andalucía aislada a alta velocidad
Por David Bollero
Periodista
-Actualizado a
La compañía francesa Ouigo ha echado andar esta semana en España con sus trenes de alta velocidad (TAV) que conectan Málaga, Sevilla y Córdoba con Madrid. Ya son tres operadoras las que ofrecen este servicio en Andalucía, sumándose a la italiana Iryo y la española Renfe, que además de su AVE cuenta con la versión low-cost Avlo. Se respira euforia entre los y las pasajeras por disfrutar de mayor oferta y confiados en que ello abarate los precios. Este optimismo opaca dos realidades más crudas: la primera que, estadísticamente hablando, a más trenes en una misma vía más posibilidades de avería y, por tanto de retrasos. La segunda, que mientras estas tres capitales de provincia cuentan con una sobreoferta, Huelva, Cádiz, Almería, Granada y Jaén han sido orilladas.
El desequilibrio ferroviario que se vive en Andalucía es pasmoso. Los diferentes gobiernos que han pasado por La Moncloa, en connivencia tanto con PSOE como con PP al frente de la Junta de Andalucía, han apuntado históricamente su foco hacia Málaga y Sevilla; Córdoba, de hecho, es una carambola porque está de camino entre estas dos ciudades y Madrid, no porque se haya sido primera opción. Ni siquiera Granada, la que se vende como otra joya de la corona del turismo, ha sido estratégica en el despliegue de la red ferroviaria.
Hablar de la alta velocidad nos lleva inevitablemente a poner encima de la mesa su sostenibilidad. Desde la óptica medio ambiental, quienes la defienden por encima del automóvil y, por supuesto, del avión, tienden a obviar la huella de carbono que implica la construcción de este tipo de infraestructuras; tan sólo prestan atención a la que se da durante la prestación del servicio. Error. Con todo, parece ser parte de la solución, aunque es un debate que hoy no toca, puesto que además ni PP ni PSOE lo han tenido en consideración a la hora de discriminar a determinadas provincias andaluzas.
Hasta la liberalización, la alta velocidad era un lujo al alcance solo de unas pocas personas. La llegada de la competencia ha abaratado los precios –generando no pocas tensiones y acusaciones de competencia desleal- y ha funcionado como otra palanca económica para las ciudades a las que llega. No me refiero al turismo únicamente, sino especialmente a las empresas de otros sectores que permiten una mayor diversificación de la actividad económica.
Es lógico, ¿quién querría establecerse en una ciudad mal comunicada? Pongamos, por ejemplo, Jaén, que arrastra una de las peores tasas de desempleo del país. Junto con Huelva, que sueña para 2050 con un TAV que conecte Sevilla-Huelva-Faro (Portugal), es una de las capitales de provincia más aislada de Andalucía, lo que indudablemente ha tenido y tiene repercusiones negativas en su bienestar económico-social. Cádiz no le anda a la zaga, y no me refiero únicamente al TAV, sino al reto de infraestructuras ferroviarias, obsoletas y con cada vez menos conexiones y frecuencias, hasta el punto de que para viajar de Cádiz a Algeciras es preciso pasar por tres provincias y dedicar siete horas (en coche, los apenas 100 kilómetros se pueden recorrer en algo más de una hora).
Almería es otra de las grandes damnificadas de que todo el diseño de infraestructuras terrestres se haga desde, por y para Madrid. La ciudad intenta ser algo más que la huerta de España con sus invernaderos y, entre otras iniciativas, ha apostado por ser un polo tecnológico. Sin embargo, su aislamiento es un lastre para cualquier intento de prosperar. La llegada del TAV en 2026 parece una misión casi imposible dada la cantidad de actuaciones pendientes. Además, las obras del esperado Corredor Mediterráneo, que sería un auténtico revulsivo para todo el levante español, avanzan a un ritmo absolutamente insuficiente con, por ejemplo, Catalunya.
La conectividad ferroviaria en Andalucía debería ser una auténtica prioridad, se mire desde la óptica que se mire (medio ambiental, económica, social…). Aferrarse exclusivamente al TAV como reclamo y cortina de humo que oculte el resto de deficiencias sería un nuevo error. Andalucía precisa una malla ferroviaria que conecte regiones, que fortalezca la media distancia, que dinamice la actividad económica y social y mitigue la Andalucía vaciada, que también existe.
El pasado mes de octubre, durante el encuentro que mantuvieron en Granada el ministro de Transporte, Óscar Puente, y la consejera de Fomento de la Junta de Andalucía, Rocío Díaz el Gobierno de España se comprometió a invertir 7.500 millones de euros en infraestructuras ferroviarias, contando los 1.000 millones ya licitados durante 2024. Todas las Administraciones han de remar en la misma dirección, priorizando ya las conexiones regionales por encima de ese diseño centralista que lleva todos los caminos a Madrid, produciendo paradojas como que un trayecto Málaga-Madrid se realice en la mitad de tiempo que Cádiz-Algeciras. No hay mayor ilustración del fracaso en la gestión de PP y PSOE que esa.
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