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Yemen, la guerra enquistada que amenaza al papel hegemónico de Arabia Saudí en Oriente Medio

A punto de expirar las dos semanas del alto el fuego unilateral en Yemen decretado por el príncipe Mohammad bin Salman (MBS), los hutíes han calificado de tregua "falsa y engañosa". Ante la manifiesta debilidad de Riad, los hutíes exigen medidas concretas, como el levantamiento del cerco y el pago de compensaciones por el daño causado durante cinco años de guerra.

El Príncipe Heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman /  REUTERS
El Príncipe Heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman / REUTERS

eugenio garcía gascón

El 8 de abril Arabia Saudí anunció un alto el fuego de dos semanas en la guerra de Yemen, un conflicto que dura más de cinco años y se ha cobrado más de 100.000 vidas además de causar una terrible situación para los 28 millones de habitantes, que también han soportado un desastre humanitario tras otro. Se trata de una tregua temporal que en principio podría conducir a otra más prolongada o incluso al final de la guerra.

Arabia Saudí se ha metido en un montón de problemas dentro y fuera del país en los últimos años. El príncipe Mohammed bin Salman ha conducido una política exterior desastrosa, y en cuanto a la política interior, sus maneras han encontrado resistencia en sectores de la familia real, obligando a MBS a actuar con rigor y energía contra los disidentes.

Su iniciativa de parar la guerra unos días se interpreta en numerosos medios como un intento de enmendar una de sus mayores equivocaciones. Existen dos puntos que explican esta medida: por un lado, en los próximos meses Riad acogerá la cumbre del G-20, y MBS está obligado a evitar un desastre monumental que lo dejaría completamente desnudo.

Los hutíes conocen la posición de debilidad saudí y buscan un acuerdo de paz ventajoso

En segundo lugar, se le atribuye cierto pánico comprensible si se tiene en cuenta que a día de hoy no se puede descartar que el demócrata Joe Biden derrote a Donald Trump en las elecciones de noviembre. Si esto ocurriera, el panorama del príncipe, cuyo poder emana de Washington y Tel Aviv, sería desolador, de manera que posiblemente en los próximos meses tendrá que tragar más aceite de ricino, además de intentar poner fin al fiasco de Yemen.

Naturalmente, algunos aliados de Arabia Saudí, como Martin Griffiths, el enviado de la ONU para ese conflicto, se han apresurado a bendecir el anuncio de MBS. Griffiths ha dicho que "ha surgido una oportunidad para llevar la paz a Yemen" y, después de agradecer a MBS el anuncio, ha añadido que "es un claro signo para una solución pacífica y política del conflicto". En términos similares se expresa el secretario general António Guterres.

Sin embargo, no está nada claro que los hutíes estén por la labor de una paz impuesta cuyo alcance y profundidad se desconoce. Apoyados por Irán, los hutíes huelen cierta debilidad en la posición saudí y seguramente intentarán sacar provecho de ella en la medida de lo posible. De entrada, están pidiendo que los saudíes levanten el bloqueo aéreo y marítimo, paguen compensaciones por el daño causado durante la guerra y reconozcan como legítimo su Gobierno.

El pasado jueves, en su intervención ante el Consejo de Seguridad, Griffiths no mencionó a Irán, aunque la pasada semana Guterres habló en dos ocasiones por teléfono con el ministro de Exteriores de Teherán, Mohammad Javad Zarif, tanto sobre Yemen como sobre Afganistán. También ha trascendido que Zarif habló con el ministro de Exteriores ruso, Sergey Lavrov, sobre Yemen.

Estas conversaciones muestran que existe un movimiento no desdeñable entre los principales agentes de la guerra de Yemen. Por supuesto, este movimiento podría traducirse en resultados concretos, pero solo si se recalibran las posiciones hegemónicas que Riad y Teherán se disputan en la región.

La falta de experiencia, un lastre para Bin Salman

Quizás por falta de experiencia, MBS se ha visto envuelto en tanto desatino. Debería ser un interés primordial de Arabia Saudí mantener con Irán las relaciones bilaterales más amistosas posibles, algo que no ha podido ser porque a la osadía del príncipe hay que añadir los empujones que ha recibido de Israel y de Estados Unidos, cuyos intereses son muy distintos y distantes.

EEUU e Israel han promovido algunas  de las decisiones controvertidas de Bin Salman

Es difícil que la conjunción de estrellas que ahora se da dé resultados inmediatos. Más bien parece que las negociaciones se demorarán puesto que los hutíes no quieren precipitarse. Por otro lado, el acuerdo unilateral de alto el fuego no se está respetando y en los últimos días ha habido cierto número de violaciones.

Sobre el terreno los saudíes han fracasado. A pesar de contar con recursos ilimitados y con las modernas armas que han recibido principalmente de Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, han sido incapaces de reducir la resistencia de los hutíes en la capital yemení. Y no solo eso, también han tenido que hacer frente a los cohetes e incursiones enemigas dentro de su propio territorio, creando una situación que se ha ido agravando con el transcurso del tiempo.

En el contexto actual da la impresión que MBS no tiene más alternativa que salir cuanto antes de Yemen. Su ejército ha sido incapaz de acabar con la presencia de los hutíes en la mayoría de las localidades de Yemen donde se encuentran, incluida la capital Sanaa. Su principal aliado, los Emiratos Árabes Unidos, con un ejército muy capaz e igualmente armado, empezó a retirarse de Yemen el año pasado, e incluso hay informes que indican que está negociando en secreto con los hutíes.

El apuro en que se encuentra MBS es grande, máxime cuando los hutíes han calificado su alto el fuego de "falso y engañoso". Si las tres condiciones básicas impuestas a Riad por los hutíes, citadas más arriba, no se cumplen, éstos están dispuestos a incrementar sus ataques dentro de Arabia Saudí, lo que a medio plazo podría desestabilizar la posición del príncipe.

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