Los Wagner seguirán a sueldo de Moscú en África y otras regiones estratégicas para Rusia
El grupo Wagner seguirá siendo la punta de lanza de la estrategia de Moscú en África, Oriente Medio y otros lugares del mundo a pesar de la aparente caída en desgracia de su propietario, Yevgueni Prigozhin, por su motín contra el Kremlin.
Madrid--Actualizado a
El motín frustrado del Grupo Wagner en el sur de Rusia deja en el aire el destino de los multimillonarios negocios de esta macroempresa de contratistas militares, es decir, mercenarios al servicio del mejor postor, que hasta ahora había sido el Estado ruso. Sin embargo, no parece que Rusia vaya a prescindir de esta corporación de paramilitares encargada de hacer el trabajo sucio del Kremlin en lugares clave para su geopolítica.
Los contratos con el Estado ruso permitieron ganar al grupo Wagner casi 9.000 millones de euros desde su creación hace una década. Esta cifra se dobla, hasta pasar los 18.300 millones de euros, si se incluyen otros contratos del Kremlin con el grupo Concord.
Este conglomerado era hasta ahora propiedad de Prigozhin, el zar de los oligarcas rusos y dueño también de Wagner. Antaño gran amigo del presidente ruso, Vladímir Putin, el jefe de los Wagner se encuentra exiliado en Bielorrusia tras su sublevación del pasado 24 de junio.
Solo entre mayo de 2022 y mayo de 2023, el Kremlin pagó al Grupo Wagner más de 860 millones de euros, según ha reconocido la propia Administración Putin.
Poco podían imaginar el antiguo miembro de la inteligencia militar rusa Dmitri Utkin y el propio Prigozhin, antaño conocido como el chef de Putin, por sus catering para fiestas y recepciones oficiales, que aquel primer grupo de seguridad pergeñado en 2013 -y que el 1 de mayo de 2014 se convirtió en el Batallón Wagner en el marco de la guerra del Donbás- se convertiría en una de las mayores firmas de mercenarios del mundo.
Comparable a la estadounidense Black Water, participante con miles de contratistas en la guerra de Irak, la Wagner, sin embargo, ha llegado mucho más lejos en su poder e influencia militar, política y económica, sobrepasando el negocio de cualquier empresa privada de contratistas bélicos. Si alguna vez existió algo parecido a Wagner, sin duda pudo ser la Compañía de las Indias Orientales nacida en el seno del Imperio Británico.
Menos aún podían sospechar Utkin y Prigozhin que Wagner sería una de esas "medidas asimétricas", otro mecanismo de la guerra híbrida rusa, con las que el Kremlin ha blindado sus intereses en medio mundo y ha abierto el camino para su entrada en regiones económicas hasta hace poco prohibidas a los rusos.
El mapa del Batallón Wagner, desde Siria al corazón de África
Los Wagner han sido el brazo de la diplomacia militar de Rusia en Siria, Mali, Libia, Sudán, Chad, Burkina Faso, Mozambique, Madagascar y República Centroafricana, entre otros Estados, ayudando a mantener gobiernos, como el del sirio Bashar Al Asad, o a tumbarlos, además de proteger negocios mineros de países o corporaciones afines a Rusia.
Los Wagner han sido el brazo de la diplomacia militar de Rusia en Siria, Mali, Libia, Sudán, Chad, Burkina Faso, Mozambique, Madagascar y República Centroafricana
También han sido acusados de violar los derechos humanos de las poblaciones locales de los países donde actúan, pero no más que los ejércitos occidentales, especialmente el francés, o las tropas de la ONU que también han participado en esos conflictos locales y regionales en África.
En África podría haber unos 5.000 combatientes de Wagner estacionados en diferentes puntos, pero preparados para conformar un ejército móvil capaz de ser desplazado a cualquier lugar en un tiempo récord. Aparte estarían los asesores e instructores militares rusos, también integrados por efectivos Wagner y de otras procedencias de las fuerzas armadas del Kremlin.
En cualquier caso, la tónica es la misma. Cualquier operación de los Wagner en el exterior tiene los intereses de Moscú en su letra pequeña y el sello del Kremlin que garantiza su seriedad empresarial.
Desplazando a Francia y la ONU en la lucha antiyihadista
La progresiva retirada de los asesores militares y fuerzas especiales de Francia, los Cascos Azules de la ONU y varios contingentes de otros países europeos en el noroeste de África ha dejado una brecha que inmediatamente ha aprovechado el Kremlin para avanzar en este continente.
Si alguien pregunta en Mali, por poner un ejemplo, quién abandera la lucha antiyihadista en el Sahel la respuesta es siempre la misma: los rusos.
El repliegue francés de Mali en julio del año pasado y de Burkina Faso en 2023 dejó en la región una sensación de abandono por parte de Occidente y permitió que creciera la desinformación, propagada muchas veces desde Moscú, sobre las supuestas fechorías cometidas por las fuerzas galas en el África noroccidental.
Desde el Magreb al África central, pasando por los países que rodean el Sáhara, los ingentes recursos naturales del continente africano, su situación estratégica y el interés en la región de China, la mayor inversora en la región y aliada de Rusia, ofrecen a Moscú oportunidades que no van a verse afectados ni por la guerra de Ucrania ni por las luchas intestinas entre sus altos funcionarios y oligarcas.
África, cabeza de puente hacia el sur de Europa
Además, África es una plataforma privilegiada para desafiar a Occidente desde su flanco sur. Como principal origen de las migraciones hacia Europa y debido a la fragilidad de las fronteras internas de ese continente, solo separado del viejo continente por estrechas distancias en el Mediterráneo, Moscú no renunciará a esta ventaja ni por la sublevación de Prigozhin ni por la eventual retirada de los Wagner de amplios sectores del frente de guerra ucraniano.
Según Lavrov, la permanencia del Grupo Wagner en África y otros lugares dependerá de los propios Estados "contratantes" de sus servicios, aunque la voluntad de seguir "colaborando" es total
En estos días posteriores al bochorno de las fuerzas Wagner avanzando amenazantes hacia Moscú, del pacto in extremis conseguido con Prigozhin para su repliegue y de las muchas incógnitas que han quedado sobre lo ocurrido, hay una realidad que no puede obviarse: los Wagner se han convertido en un imperio paramilitar que sirve a Moscú y que no puede ser relegado al olvido sin que Rusia se juegue su presencia en determinadas regiones.
Lo dejó muy claro esta semana el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, uno de los principales defensores del papel de los Wagner en la "diplomacia del Kaláshnikov" del Kremlin. Según Lavrov, la permanencia del Grupo Wagner en África y otros lugares dependerá de los propios Estados "contratantes" de sus servicios, aunque la voluntad de seguir "colaborando" es total.
Lavrov recordó el papel que Rusia (y los Wagner) con sus más de 2.000 instructores militares están desempeñando en la República Centroafricana para la formación de los cuadros del ejército local.
"Los gobiernos de estos países van a decidir si tienen interés en seguir con esta forma de cooperación, que está encaminada a garantizar la seguridad de los órganos de poder", explicó Lavrov este viernes en una conferencia de prensa.
La presencia de las unidades Wagner es muy destacada en Mali. Este viernes, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, recordó que Wagner está operando en ese país junto a la junta militar en el poder.
Esa alianza había forzado, según Kirby, la partida de Mali del contingente militar de la ONU allí estacionado, pues obstaculizaba los intereses rusos. Moscú, en cambio, acusa a Naciones Unidas de desestimar Mali y dejar a este país a merced de la amenaza yihadista.
Este domingo, el presidente de la Duma, o cámara baja del Parlamento ruso, Viacheslav Volodin, aseguró que buena parte de las tropas integradas en el Batallón Wagner seguirán sirviendo a Rusia, aunque no especificó el formato de ese compromiso. Según Volodin, el presidente ruso propuso a los miembros de Wagner que continuaran su servicio. "Por lo que sé, muchos han aceptado", explicó Volodin en su canal de Telegram.
China, África y los Wagner
Si en algún lugar hay que buscar la connivencia entre Rusia y China es precisamente en sus intereses africanos. Si las fuerzas Wagner que actúan en la región pasan a depender del mejor postor y el Kremlin pierde su control, esta situación podría significar un alto riesgo para las poderosas empresas chinas que pululan por el área y para las compañías de seguridad que se encargan de protegerlas.
Empresas como Beijing DeWe Security Service, Huaxin Zhong An Security Group, y China Security Technology Group, que en estos momentos se encargan de la seguridad de las firmas, directivos y trabajadores chinos, no podrían resistir a las unidades Wagner trabajando para la competencia o para grupos de poder deseosos de hacerse con los bienes de esas compañías.
El ejemplo de Mali vuelve a ser significativo. Sin el contingente de paz de la ONU, es Wagner el único sistema de seguridad con el que pueden contar las empresas chinas, pues solo el grupo ruso tiene la fuerza militar suficiente para imponerse a los señores de la guerra que se mueven por ese país del oeste africano.
El pacto entre Moscú y Pekín para que las fuerzas Wagner (con éste u otro nombre) garanticen los intereses chinos y rusos en África está asegurado.
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