BRUSELAS
La crisis en Ucrania no da visos de mejora y la vía diplomática arroja síntomas de agotamiento entre acusaciones cruzadas de Occidente y Rusia. Este jueves, el frágil alto al fuego de Minsk sellado para el Este ucraniano ha volado por los aires con varios intercambios de fuego. Algo, por otro lado, habitual en los últimos ocho años. La ONU ha pedido "contención" a todas las partes.
Kiev acusa a las fuerzas prorrusas del Donbás de atacar con proyectiles una guardería en la región de Lungansk, mientras que las milicias separatistas de la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD) acusan al Ejército ucraniano de iniciar las escaramuzas y alegan que se vieron obligados a devolver el fuego enemigo.
Con este escenario de creciente tensión en el Este ucraniano, Bruselas ha acogido dos citas de altura: el segundo día de la cumbre ministerial de la OTAN y una cumbre informal de los 27 jefes de Estado y de Gobierno europeos sobre la crisis actual que ha precedido a un encuentro con 40 líderes africanos para impulsar los lazos de la UE y de la Unión Africana.
El mensaje que sale desde el lado europeo y estadounidense es el mismo: creen que Rusia está cocinando un pretexto para justificar la invasión en su país vecino. Según el presidente norteamericano, Joe Biden, esta se producirá en los "próximos días". El bando occidental no solo desmiente la retirada de tropas rusas anunciada por el Kremlin durante los últimos días, sino que defiende que está fortaleciendo su músculo militar en la frontera ucraniana.
"Nadie tiene pruebas de este repliegue. Pero de lo que sí tenemos evidencias es del aumento de los combates y de los bombardeos en la línea del frente. También hemos detectado mucha desinformación del lado ruso para crear una atmósfera de supuestos ataques contra sus ciudadanos. Es todo muy preocupante", ha asegurado Josep Borrell, Alto Representante de Exteriores de la UE, al inicio de la cumbre europea.
En un encuentro exprés que ha durado una hora, los líderes europeos han hecho gala de su sintonía al grito de la "unidad es la fuerza". Pero no estaban todos. El primer ministro Víktor Orbán, uno de los grandes valedores de Vladimir Putin en la UE, se ha ausentado porque estaba recibiendo al presidente ultraderechista brasileño Jair Bolso en Budapest.
La UE ha reiterado que cualquier acción rusa será contestada con medidas restrictivas sin precedentes
Los Veintiséis han reiterado que cualquier acción rusa será contestada con medidas restrictivas sin precedentes, incluyendo el ámbito energético. Kaja Kallas, primera ministra estonia, ha asegurado que serán "la madre de todas las sanciones". En los pasillos de la capital comunitaria aseguran que la bazuca financiera será mucho más punzante que las sanciones que se encuentran en vigor por la anexión ilegal de Crimea en 2014. Bruselas ha llevado estos preparativos con mucho hermetismo. Pero desde la Comisión Europea aseguran que el paquete ya está preparado y que alcanzará a todos los sectores.
La preocupación es, por otro lado, que este órdago a Rusia le acabe arrojando a las manos de China. A países con grandes vínculos comerciales con Moscú, como es el caso de Italia, también le inquieta el impacto de las sanciones sobre su propia economía. "Estas infringirán un enorme coste económico para Rusia, pero el coste de la pérdida de vidas es mucho mayor cualquier sanción. Por eso debemos evitar la guerra", ha señalado la estonia. Pese a la escalada militar y dialéctica, todas las partes siguen confiando en la vía diplomática como vía para evitar el conflicto armado.
¿Operación de falsa bandera?
La OTAN sospecha que Rusia está creando una operación de "falsa bandera", es decir encubierta, para invadir Ucrania. Por ello dice seguir preparándose para lo peor. La sensación es que Putin habría tomado la decisión y solo le faltaría crear un "causus belli", es decir, un motivo que lo justificase. Entre los aliados cunde la teoría de que la intensificación de las hostilidades en el Donbás es prueba de ello y que estaría diseñada para desacreditar a Kiev y sentar las semillas para el pretexto definitivo.
Stoltenberg: "Que estén moviendo tanques de combate no es sinónimo de retirada"
También alude al "gran número de oficiales de inteligencia rusos" desplegados en Ucrania. "El hecho de que estén moviendo tanques de combate a otras direcciones no es sinónimo de retirada", ha aseverado su secretario general Jens Stoltenberg tras el encuentro con los 30 aliados. Sin embargo, las escaramuzas vividas hoy, aunque cobran más atención en el momentum de volatilidad actual, son comunes en el Este del país desde hace años.
Sin guerra mediante, los aliados se jactan de que Putin está consiguiendo todo lo contrario a lo que esperaba: dar razón de ser a una OTAN que muchos calificaban como obsoleta, fortalecer la unidad transatlántica y ver el mayor número de tropas aliadas desplegadas en el flanco oriental. La Alianza estudia ampliar su presencia en países como Bulgaria o Rumanía, pero España anticipa que, de momento, no participará en estos batallones.
¿Y qué dice el otro bando?
Rusia siempre ha negado que tenga intención de invadir Ucrania. Y frente a las exigencias occidentales, pide que sea la OTAN quien "demuestre sus intenciones no agresivas hacia otro país". Además, el Kremlin ha entregado este jueves su esperada respuesta a la carta que Estados Unidos le envió hace unas semanas. En la misiva de once páginas, avanzada por la agencia rusa TASS, denuncia que sus demandas han sido ignoradas y se reserva la carta de emprender acciones "técnico militares" si Washington no da garantías de seguridad.
Moscú también afea la "histeria" de Occidente, que predijo un ataque que no llegó el miércoles. Ambos lados se acusan mutuamente de guerra de desinformación. La primera víctima cuando llega una guerra es la verdad, según una de las réplicas bélicas más reproducidas en el último siglo. Occidente varía de forma permanente las cifras (100.000; 130.000 o 150.000) de los soldados que estima que tiene Rusia. Y también así modifica la predicción del ataque inminente. Y, por su parte, Rusia juega al gato y al ratón con información confusa. La desconfianza es de camino de ida y vuelta.
EEUU clama casi a diario la inminencia de un ataque. Los tropiezos de su inteligencia le han valido a Putin un apoyo europeo. El presidente checo Milos Zeman –defensor tradicional del presidente ruso- ha señalado que los rusos no "están tan locos como para implicarse en una operación que les haría más mal que bien" y ha calificado que los vaticinios fallidos de la inteligencia norteamericana son la "tercera vergüenza" tras Irak y Afganistán, en declaraciones que recoge Europa Press.
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