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ATENAS.- Hace siete meses la joven Stavroula Mousouli estaba muy emocionada pocos minutos antes de que comenzara el mitin de Syriza. “¡Por fin un gobierno de izquierdas en Grecia! ¡Por fin cambiarán las cosas!”. Esta vez no se ha molestado en acercarse a la plaza Syntagma, donde el candidato de Syriza, Alexis Tsipras, ha cerrado la campaña electoral con la compañía del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias y otros líderes de la izquierda europea. “¿Para qué voy ir a al mitin? ¿Para qué voy a votar si luego nos van a acabar gobernando los mismos de siempre?"
La campaña electoral helena ha pasado sin más pena ni gloria por las calles del país, tanto mediática como socialmente. La crisis de los refugiados, por ejemplo, ha ocupado gran cantidad de titulares de la prensa local; y en la calle no es difícil percibir el hartazgo de muchos ciudadanos, convocados a las urnas por tercera vez en un mismo año, convocados a una votación calificada, de nuevo, como clave.
“La participación se espera que sea baja porque, en general, la gente se siente decepcionada y desilusionada con el giro de 180 grados que dio el gobierno liderado por Syriza al firmar el acuerdo para el tercer rescate”. Vassilis Monastiriotis es profesor asociado de Economía Política en la London School of Economics.
“La mayoría de los griegos tiene la sensación de que ahora el memorando de acuerdo se tiene que cumplir sin importar quién esté en el gobierno tras las elecciones del domingo“, añade Monastiriotis.
Esa percepción es la que está intentando combatir Tsipras hasta el último momento. “Los votantes dirán ‘no’ a la vuelta del viejo y corrupto sistema político”, exclamaba el candidato haciendo un guiño al referéndum de julio, en el que el pueblo griego dijo ‘no’ al rescate de la Unión Europea, pero que Tsipras acabó aceptando de todas formas.
Hace dos semanas la mitad del comité de las juventudes de Syriza abandonó el partido
El que fue el primer ministro más joven en la historia de Grecia se ha centrado en la posibilidad de mejorar los términos del nuevo plan de rescate a su país, especialmente en lograr que se perdone parte de la deuda que acumula el estado heleno. Y aunque diversas autoridades europeas han negado una hipotética renegociación del préstamo de 86.000 millones de euros, Reuters publicaba recientemente que los gobiernos nacionales de la UE, que son los principales acreedores de Grecia, están dispuestos a reducir el costo anual del servicio de la deuda al 15% del Producto Interior Bruto heleno.
“Syriza conseguirá un mandato suficiente para formar un gobierno estable. El país necesita estabilidad con un gobierno progresista”, insistía Tsipras desde el escenario de la plaza Sytagma, con mucha gente ovacionando sus palabras, pero con menos que en otras ocasiones, según algunos asistentes asiduos.
Desde Syriza se confía en que las encuestas no reflejan parte de su electorado, como Tsipras decía recientemente en una entrevista. No obstante, al partido se le está fracturando una de las patas que le impulsaron al poder el pasado mes de enero: la juventud.
Hace dos semanas la mitad del comité de las juventudes de Syriza abandonó el partido. Y una encuesta publicada por el periódico local Ethnos señala que solo poco más del 18,6% de los jóvenes va a votar por el partido de Tsipras. En cambio, en los comicios que auparon al partido al poder ese porcentaje alcanzó el 30%.
No obstante, sí era posible encontrar muchas caras jóvenes en la fiesta de Syriza, como la Vasilis, de 19 años y recién estrenado en la carrera de Economía de la Universidad de Atenas. “Algún día llegaré a ser como Varufakis”, decía entre risas. Aun así, al contrario que el exministro de Finanzas griego, él se mantiene fiel a Alexis Tsipras. “A pesar de que voté ‘no’ en julio creo que lo mejor para Grecia es seguir apoyando a Tsipras. Él es el más limpio de todos los candidatos y el único que no vive en otro planeta. Hay que seguir apoyándole y hay que seguir luchando”, añadía. Para otros, en cambio, la esperanza y la ilusión por el cambio que despertaba Syriza hace siete meses, ha desaparecido.
Tsipras: “Syriza conseguirá un mandato suficiente para formar un gobierno estable. El país necesita estabilidad con un gobierno progresista”
“No voy a votar porque tendría que ir hasta Xanthi (ciudad situada a unos 700 kms de Atenas, en el noreste del país) para poder hacerlo, y ahora mismo tengo que estudiar, mi carrera universitaria es más importante que cualquier otra cosa”, dice Chousein mientras toma un café helado en una terraza del barrio de Exarchia.
Este joven de 23 años, estudiante de Ingeniería Civil, sí votó en enero, a Syriza, y también metió la papeleta con el “oxi” (‘no’ en griego) en el famoso referéndum. “No es que no entienda por qué Tsipras acabó aceptando el rescate. Tenía muchas presiones, y sé que lo peleó hasta el final, pero la cuestión es para qué voy a ir a votar si los que nos gobiernan no están en este país”.
De esa idea se intentan alimentar otros pequeños grupos de izquierda, no solo la escisión de Syriza, Unidad Popular, liderada por el exministro de Energía Panagiotis Lafazanis. Thodoris Papachronis, un estudiante de Física de 21 años, repartía panfletos de Antarsya (una coalición de grupos anticapitalistas). Poca gente se paraba, sin embargo, bajo el sol griego a recoger las ideas del partido y llevárselas a casa.
“Ese es el principal problema que tenemos; la mayoría de los jóvenes no van a votar este domingo. Al menos, después del giro de 180 grados de Syriza, algunos se han dado cuenta de que la única forma de la que se puede encontrar una solución es saliendo de la Unión Europea, como nosotros llevamos diciendo desde hace años”, añade el joven.
"Extremos políticos"
“A los jóvenes siempre se les suele identificar más con los extremos políticos —señala el profesor Monastiriotis—, y Aurora Dorada es todo lo extremo que un partido puede llegar a ser”. El analista político responde a la pregunta de si cree exacta una encuesta que señala que en estas elecciones la opción preferida de los jóvenes griegos (entre 18 y 24 años) son los neonazis de Aurora Dorada. “Aun así dudo mucho que Aurora Dorada esté siquiera cerca de ser el más apoyado por los jóvenes”.
Mientras llega la votación, los incondicionales de Syriza continúan convencidos de que los jóvenes y la mayoría del país se decantarán finalmente por ellos. “Nada, tú no hagas caso a las encuestas. Mira lo que pasó en enero, que incluso llegaron a decir que el ‘sí’ estaba por delante”, zanjaba Eleni, una mujer de mediana edad, al mismo tiempo que Gregor Gysi, el líder del partido alemán Die Linke (La Izquierda), elogiaba las virtudes y el futuro de Tsipras. Y añadía: “por ejemplo, mi hijo y sus amigos están aquí, que no se querían perder el mitin. Ganaremos”.
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