“Paz para todos los animales”: la lucha contra la tauromaquia en Colombia. PABLO RODERO
Bogotá
Son las tres de la tarde y el centro de Bogotá parece tan vacío como cualquier domingo a esta hora. Al acercarse a la plaza de toros de La Santamaría, un extenso cordón policial obliga a desviarse al taxi. “El centro está hoy tenaz después de lo del domingo pasado”, explica el taxista, en referencia a las protestas que tuvieron lugar contra el regreso de las corridas de toros cinco años después a la capital colombiana y que acabaron con algunos enfrentamientos entre policía y manifestantes. Pero a pesar de la vuelta, el taxi llega a su destino y además el conductor se muestra comprensivo con los manifestantes que hoy vuelven a marchar contra la tauromaquia. “Pues que les toreen no está mal, pero que torturen y maten al animal, no hombre, eso no puede ser”.
Las corridas de toros, herencia evidente de la época colonial española, habían desaparecido de Bogotá desde 2012, cuando el alcalde izquierdista Gustavo Petro logró que la concesión no fuera renovada, tal y como había prometido en su campaña electoral. Sin embargo, las reclamaciones de los amantes de las corridas ante la corte constitucional dieron sus frutos y el tribunal tuteló “los derechos fundamentales al debido proceso administrativo y a la libre expresión artística, invocados por la Corporación Taurina de Bogotá” en septiembre de 2014. La concesión para el uso de la plaza se enredó, pero las corridas volvieron finalmente el pasado domingo con el español El Juli como cabeza de cartel.
“Aquí el apoyo, digamos, popular, ciudadano, no pasa del 15 por ciento, primero de todo porque evidentemente esto es algo netamente español, el reglamento nacional taurino es una copia del español, entonces el fanático taurino es muy reducido”, explica el activista animalista Eduardo Hernán Peña, durante una concentración antitaurina a las puertas del Palacio de Justicia de Bogotá. "Quien sostiene ideológicamente y culturalmente la tauromaquia en Colombia son más círculos de izquierda, gente como Germán Castro Caicedo, Alfredo Molano, Antonio Caballero. Son escritores que han sido críticos con el establecimiento de derecha y paramilitar del país, pero lo chistoso es que ellos mantienen una fiesta de la que se lucra la derecha y los ganaderos que crían a los toros”, añade Peña.
Disturbios y restricciones
Ya son las 7 del domingo 29 de enero y ha anochecido en Bogotá. La corrida ha transcurrido sin mayor problema, aunque la plaza estaba lejos de estar llena. Al contrario que el domingo anterior, cuando las corridas regresaron a La Santamaría, las protestas se han desarrollado sin incidentes y cientos de policías forman frente a la plaza antes de abandonar la zona. El vecino barrio de La Macarena, popular por sus numerosos restaurantes, está desierto. Las banderas que cuelgan de las fachadas de los restaurantes internacionales en la carrera cuarta están guardadas y la mayor parte de los locales tienen los cierres echados.
“Este siempre ha sido un barrio muy taurino por la cercanía de la plaza de La Santamaría”, declara Fernando Bernal, propietario del popular restaurante El Patio, ubicado a un par de minutos a pie de la plaza. “Ahora está muy complicado, porque la protesta fue muy agresiva. En esta época ya solía tener todo el restaurante reservado para el próximo domingo, esta semana no ha habido ni una reserva. La gente llegará a la plaza y se irá para su casa directo en cuento acabe la corrida, no habrá remates ni nada”, se lamenta el empresario.
Durante los disturbios que se registraron en las inmediaciones de la plaza el domingo 22 de enero, que el activista Peña atribuye a “infiltrados”, 30 personas resultaron heridas y la policía realizó dos detenciones. Como suele suceder, las imágenes violentas pusieron el asunto en la primera plana de los medios y se registró un intenso debate sobre la pertinencia de prohibir la tauromaquia en el país durante los días siguientes en radios, televisiones y prensa escrita.
Dos años para prohibir los toros
Las corridas, sin embargo, seguirán su curso por el momento. Los animalistas le han apostado a la vía parlamentaria, buscando apoyos entre los políticos de todas las tendencias y ya hay hasta tres proyectos de ley para oponerse a las actuales corridas de distintas formas, desde la legalización solo de las corridas incruentas hasta la prohibición total. Sin embargo, la propuesta en la que Eduardo Hernán Peña tiene más fe es en el proyecto de ley que el propio Gobierno nacional tiene previsto presentar para su tramitación el mes que viene en el Congreso. “Nos sorprendió porque hace tres años (el presidente Juan Manuel) Santos se reunió con una comitiva de toreros y propuso que iba a declarar a los toros patrimonio cultural de Colombia”, admite Peña. “La ministra de cultura frenó esa propuesta y, hoy día, el mismo presidente dice que no está de acuerdo con las corridas de toros”, añade Peña.
Peña confía en que los toros sean finalmente prohibidos en Colombia
Entretanto, la Corte Constitucional falló este miércoles al respecto, dando un plazo de dos años al Estado para prohibir las corridas, anulando así su sentencia de 2014. La batalla judicial está lejos de haber finalizado y Peña confía en que los toros sean finalmente prohibidos en Colombia antes de que la falta de asistencia y el desinterés social terminen por dar la estocada final a las corridas. “Los sectores taurinos dicen que nosotros no debemos hacer nada, sino dejar que los eventos taurinos mueran por si solos porque la gente deje de asistir. Pero eso pueden ser dos, 20, 30 años… es muy incierto”, declara Peña. “El movimiento está en auge, se ha fortalecido y ha entendido los espacios en los que tiene que estar y no vamos a parar hasta la hora de la abolición para que realmente haya un contexto de paz para todos los animales. Es absurdo que después de haber dado esa oportunidad para haber parado este conflicto tan complicado entre las FARC y el Gobierno, paremos con en este tipo de cosas, aunque tengan un impacto mucho más pequeño a nivel político”.
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