SEGOVIA
Actualizado:Entre los numerosos movimientos que se están observando en Oriente Próximo, uno de los más curiosos es el acercamiento entre Turquía y los Emiratos Árabes Unidos, dos países que han estado a la greña durante años y que representan visiones opuestas de lo que debe ser la región desde el punto de vista político y religioso.
El príncipe Mohammed bin Zayed acaba de visitar Ankara invitado por el presidente Recep Tayyip Erdogan después de casi una década de alejamiento. No hay que olvidar que Ankara acusó a los Emiratos de orquestar el fallido golpe de estado de julio de 2016 que a punto estuvo de derrocar al mandatario turco.
En permanente lucha contra el islam político, el príncipe Bin Zayed es el líder árabe más activo fuera de sus fronteras. Está presente en todos los conflictos regionales apoyando a dictadores que acaban con las incipientes democracias de las llamadas primaveras de 2011 y aplastan cualquier forma de islamismo, por moderado que sea.
Frente a esta visión, la de Erdogan consiste en favorecer los procesos democráticos, convencido de que en la mayoría de los casos esos procesos conducirán al islam político. Es lo que ocurrió en Egipto y en Túnez, donde el islam político ha fracasado debido a la injerencia exterior, incluida la del príncipe Bin Zayed.
"Los problemas con los Emiratos han quedado atrás y entramos en un periodo de cooperación"
Con su visita a Ankara, y la normalización que implica, Bin Zayed se ha adelantado a países como Egipto y Arabia Saudí que también están templando las relaciones con Turquía después de años de hostilidad, acusaciones mutuas y presiones de todo tipo. "Los problemas con los Emiratos han quedado atrás y entramos en un periodo que estará claramente marcado por la cooperación en beneficio mutuo", dijo un alto funcionario turco.
Estos movimientos señalan que Erdogan ha tirado la toalla respecto a sus iniciativas proislamistas y ha terminado por aceptar la nueva realidad de un Oriente Próximo cada día más distanciado de sus planteamientos democráticos, y que no da muestras de corregir su rumbo, avanzando en la dirección marcada por Bin Zayed y respaldada por los restantes dirigentes autócratas.
La lección que se saca es que no hay enemistades permanentes ni amistades permanentes, y que Erdogan puede convertirse en un político pragmático aunque ello implique la renuncia a principios básicos de su ideología que hasta hace poco eran inamovibles.
Es el mismo caso que vemos con las relaciones entre Turquía y Egipto, cuya normalización se está gestando desde hace meses, si bien todavía existen cabos sueltos que no se han anudado. Aunque el ministro de Exteriores turco Mevlut Cavusoglu dijo a finales de octubre que el diálogo con El Cairo "avanza", los dos países aún no están preparados para intercambiar embajadores.
En el caso egipcio existen tres obstáculos que dificultan la normalización y no son fáciles de resolver: la demarcación de las aguas territoriales en el Mediterráneo oriental, la presencia turca en Libia y la residencia en Turquía de miembros de los Hermanos Musulmanes egipcios que Ankara acogió tras el golpe de Abdel Fattah al Sisi en 2013.
Mientras no se resuelvan esos tres contenciosos es difícil que se produzca un intercambio de embajadores. En esta situación, lo más probable es que Ankara y El Cairo acaben por negociar algún tipo de entendimiento que a corto o medio plazo les permita un mayor acercamiento, algo que todavía no ha ocurrido después de varios meses de contactos.
En mayo último el ministro Cavusoglu visitó Riad y mantuvo contactos directos con altos responsables saudíes en la primera visita de un alto funcionario turco después del asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul en el otoño de 2018. Al igual que con Egipto, los saudíes quieren echar tierra definitivamente sobre Khashoggi, cuya prometida era ciudadana turca y sigue exigiendo justicia.
Los líderes de Turquía y los Emiratos firmaron este miércoles diez acuerdos económicos
Después de la firma el miércoles de diez acuerdos económicos, está claro que los líderes de Turquía y los Emiratos están interesados en profundizar en las relaciones económicas y que la economía constituye el punto central sobre el que sostendrán las relaciones políticas. De hecho, a pesar de la prolongada crisis, los Emiratos, Arabia Saudí y Egipto, han mantenido relaciones comerciales importantes con Turquía.
En el camino para alcanzar la reconciliación ha sido necesario que Turquía rectificara algunas de sus demandas. Sin duda está siendo Ankara quien más concesiones realiza, a pesar de que han sido los tres países árabes mencionados quienes han cometido numerosos errores, algunos de bulto, sobre los que ahora desean correr un tupido velo.
La crisis también muestra que es preciso adoptar posiciones pragmáticas y olvidarse de los principios, especialmente en Oriente Próximo. En este sentido, Erdogan no ha sido capaz de mantener sus ideales de justicia democrática al topar con los intereses de los mandatarios de Egipto, Arabia Saudí y los Emiratos.
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