Entrevista a Natàlia Boronat, periodista"Es una lástima que Rusia no haya logrado crear un espacio atractivo para sus vecinos"
La periodista Natàlia Boronat (Salomó, Tarragona, 1973) llega a la entrevista prácticamente salida de una presentación. Se encuentra desde hace días de promoción. La excorresponsal en Moscú de los diarios Ara y El Punt Avui y también
Àngel Ferrero
-Actualizado a
La periodista Natàlia Boronat (Salomó, Tarragona, 1973) llega a la entrevista prácticamente salida de una presentación. Se encuentra desde hace días de promoción. La excorresponsal en Moscú de los diarios Ara y El Punt Avui y también lectora de catalán en San Petersburgo y Moscú acaba de publicar Muntanya russa (Godall), un libro que recoge, desde una perspectiva más personal que periodística, sus recuerdos y sus experiencias después de una larga carrera profesional en Rusia. Un país que, como recuerda en esta entrevista, no siempre es fácil de abordar.
¿De dónde sale la idea de escribir este libro? ¿Por qué ha optado por una crónica más personal y no una periodística?
"Lo que transmitimos de países lejanos queda reducido a su política"
Es un libro que se ha gestado durante mucho tiempo. El periodismo me apasiona, pero también veía algunas cosas negativas. Lo que transmitimos de países lejanos queda reducido a su política. Queda el titular, que, en el caso de Rusia, además, es más bien negativo. La idea era explicar Rusia a través de la gente. En los trenes la gente se pone a charlar, la gente te invita a su casa... La idea era ir más allá de aquellas noticias que redactábamos como periodistas. En el fondo el libro es mi viaje personal.
¿Cómo llegó a Rusia?
En 1991 llegué a Barcelona. Soy de un pueblo muy pequeño. Había estudiado inglés y francés en Tarragona y al llegar a Barcelona tenía ganas de estudiar un idioma mucho más distinto. Me marcó la época. Aquella época recortaba las noticias de La Vanguardia, que era el diario que había en mi casa, de Rafael Poch sobre la desintegración de la Unión Soviética. Cada día salían noticias, había seminarios del CIDOB sobre la situación, las crónicas de Llibert Ferri... Me despertó el interés por Rusia y por el periodismo.
La primera incursión fue en 1994 en un campo de trabajo en Bielorrusia, como explico en el libro. En 1996 pasé un verano en Moldavia y en 1997 fui por primera vez a Rusia a estudiar. En 1998 volví y a partir de entonces ya empecé a pensar cómo podría volver para trabajar, porque Rusia tiene una fuerza que te atrapa.
Se encontró con Aleksandr Lukashenko.
Lo vimos en la ópera. Se postulaba a la presidencia, lo vimos y las anfitrionas del campo nos dijeron: "Este hombre será el presidente". Y aquel 1994 fue efectivamente elegido presidente.
¿Qué recuerdos más vivos guarda de aquel primer contacto con el país?
Recuerdo perfectamente que era un día de febrero de 1997. El trayecto para ir desde el aeropuerto de Púlkovo a la residencia de estudiantes, un día de aquellos de invierno tan agradables, a menos 15 grados, pero con sol. Los mercados... San Petersburgo era todavía una ciudad un poco hostil. Todos los que hemos estado en Rusia hemos notado que hay algo que te engancha. Quizás son los contrastes, quizás es la intensidad... Yo compartía habitación con una chica del Altai, que pertenecía a una minoría étnica de aquella república. Al cabo de unas semanas de compartir habitación, le pregunté: "¿Cuándo dejaremos de resbalar por el hielo de las calles?". Yo tuve que aprender a hacerlo y a ella le sorprendía mucho porque venía de Siberia.
Ha vivido en San Petersburgo y en Moscú, dos ciudades que se han disputado la capitalidad y tienen una rivalidad histórica. ¿Qué diferencias ve entre ellas?
San Petersburgo es para mí como una segunda casa. Me acogieron de manera muy cálida. Allá formaba parte del engranaje de la ciudad. Moscú la encuentro fascinante, la ciudad infinita... pero mantenía cierta distancia en comparación con San Petersburgo, las casas de las madres de mis amigas, donde me explicaban a la cocina historias del asedio...
¿Qué percepción tenían los rusos de Catalunya?
Fui lectora de catalán en San Petersburgo del 2001 al 2005. Ya había mucha gente que había empezado a viajar a España. Antes de mi habían pasado lectores de Catalunya y el País Valencià, los estudiantes conocían la realidad de los Països Catalans, pero también es verdad que era un público muy específico, que estudiaba Filología románica, sabía español, francés. Era un momento en el que había más intercambios académicos y saber catalán era un punto a favor para que se les diera la beca.
¿Cómo valora la evolución desde entonces hasta ahora?
"Los rusos perciben que los años de más estabilidad han sido con Putin. La de antes era la Rusia de la terapia de choque"
En perspectiva, nos guste o no, los rusos perciben que los años de más estabilidad han sido con Putin. Yo no fui testigo, pero la de antes era la Rusia de la terapia de choque, de las mafias, de los oligarcas, en la cual una pequeña parte se enriquece mucho y otra se empobrece mucho. Económicamente hay cierto bienestar con Putin que coincide con los precios elevados de la energía. Pero ni todos estos años son homogéneos, porque con Dmitri Medvédev se suavizaron las relaciones con la Unión Europea y los Estados Unidos, y en 2012, con la vuelta de Putin [a la presidencia], vuelve a cambiar y a endurecerse. Es muy difícil resumir o generalizar tantos años.
¿Qué opina de la cobertura que habitualmente se hace de Rusia? El Cáucaso, Iakútia, Calmúquia... 'Muntanya russa' recoge la pluralidad del país. ¿Cree que hay una imagen estereotipada de Rusia?
Los periodistas aplican allí modelos de aquí y esto no siempre funciona. Se asocia a Rusia con el Gobierno ruso. A mí me gustan las coberturas equilibradas y aquí vemos con demasiada frecuencia solo una parte. Chechenia siempre me interesó mucho. El Cáucaso norte me fascina. Al principio, mis amigos rusos se ponían las manos en la cabeza. Lo veían como peligroso, y también había cierto desinterés, e incluso desprecio en algunos casos, por parte de los rusos étnicos. Viniendo de Catalunya, siempre me interesó la situación de las minorías nacionales en Rusia.
A pesar de que lo acabó antes del inicio de la invasión rusa, Ucrania, inevitablemente, también aparece en el libro. ¿Cómo vive el conflicto diplomático entre Rusia y la Unión Europea?
"Es una lástima que Rusia haya sido incapaz de crear un espacio internacional del que quieran formar parte los países del entorno"
Como un tipo de luto. Yo estaba convencida de que no habría guerra. No me lo esperaba. Tenemos que saber ver la otra perspectiva: está Rusia, sus ansias imperialistas; está Ucrania, que es un país soberano y puede aliarse con quien quiera, pero también está la OTAN y sus intereses. Pero la realidad es que un buen día Rusia empieza a bombardear a Ucrania. Es una lástima que Rusia haya sido incapaz de crear un espacio internacional del que quieren formar parte los países del entorno. Las sanciones... al final la élite hará igual, sus hijos estudian en escuelas y universidades europeas o de los EEUU... Todas estas medidas finalmente a quienes perjudican es al pueblo, que es lo que apena.
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