Este artículo se publicó hace 2 años.
Mordechai Vanunu, icono y mártir del pacifismo, sigue prisionero en Israel
A sus 69 años este israelí nacido en Marruecos es una de las mayores víctimas del pacifismo. Israel no le permite abandonar el país y está sometido a un estricto control día y noche. Las posibilidades de que obtenga plena libertad son hoy tan remotas como en el pasado.
Eugenio García Gascón
Madrid--Actualizado a
La tragedia de Mordechai Vanunu se inició en 1986 y todavía no ha concluido. Su nombre ocupa un lugar prominente entre los iconos del pacifismo por haber divulgado algunos de los secretos mejor guardados del programa nuclear que Israel nunca ha reconocido explícitamente, lo que terminó por conducirlo a la prisión durante 18 años y a un estricto confinamiento solitario durante 11 años.
Vanunu nunca ha dejado de estar de actualidad. Ahora los jueces han determinado que su abogado, Avigdor Feldman, constituye un peligro para la seguridad del estado, y le prohíben participar en una entrevista entre Vanunu y los representantes de la seguridad del ejército, según ha revelado el diario Haaretz, a raíz de una petición de Feldman para que se levanten las estrictas restricciones que sufre su cliente.
El abogado pide que a Vanunu se le permita abandonar el país para reunirse con su esposa Kristin Joachimsen, una doctora de Noruega, un país, y no es el único, que ha rechazado darle asilo político para no tener problemas con Israel. A pesar de que Vanunu ha solicitado en más de una ocasión que le quiten la nacionalidad israelí, las autoridades se niegan a dar ese paso.
Noruega no es el único país que ha rechazado darle asilo político para no tener problemas con Israel
Vanunu sostiene que su cruel persecución, a causa de la cual ha sido detenido varias veces en los últimos años, no obedece a que le queden por revelar otros secretos sobre el programa nuclear israelí aparte de los publicados por un periódico de Londres en 1986, sino a que las autoridades quieren castigarlo por sus ideas y por su conversión al cristianismo.
Recientemente el Tribunal Supremo ha instado a la seguridad militar a que se entreviste con Vanunu. Su abogado Feldman quiere estar presente en la entrevista pero el ejército lo rechaza alegando que Feldman podría alterar un encuentro en el que se hablará de cuestiones muy sensibles. Sin embargo, a lo largo de su trayectoria de 40 años, a Feldman se le ha permitido intervenir en actuaciones exigían permisos especiales.
Para el veterano periodista Yossi Melman, la actitud de la seguridad militar es "absurda", ya que si el encuentro se celebra a solas no habrá ningún testigo que pueda contradecir a la seguridad militar en una apelación posterior. Feldman ya defendió al célebre espía y científico israelí prosoviético Marcus Klingberg, y ha actuado en otros muchos casos comprometidos sin haber sido nunca criticado por la seguridad militar.
Mordechai Vanunu nació en 1952 en la ciudad marroquí de Marrakech en el seno de una familia numerosa judía ortodoxa que emigró a Israel cuando él tenía 10 años. Su acogida e integración en el país de adopción no fue fácil. La Agencia Judía envió a la familia de once hermanos a la ciudad de Bersheva, y el primer año tuvieron que vivir en una especie de cabaña sin electricidad.
Mientras cursaba los estudios secundarios tuvo una crisis existencial y en su fuero interno abandonó el judaísmo, aunque guardó las apariencias para no causar disgusto a su padre, un hombre particularmente religioso. Su juventud transcurrió entre estrecheces en un apartamento en el que ni siquiera disponían de teléfono.
En 1986, Vanunu fue capturado y enviado en barco clandestinamente a Israel, de donde no volvería a salir
Un cambio decisivo ocurrió en 1976, cuando fue admitido para trabajar en el reactor nuclear de Dimona, en el desierto del Neguev, no lejos de Bersheva, donde ocupó diversos empleos como técnico. En los años que siguieron, viajó por Occidente ocasionalmente y empezó a mostrarse crítico con ciertas políticas del gobierno israelí, incluida la invasión de Líbano a principios de los ochenta y la discriminación de la población árabe de Israel.
En 1985 fue despedido, pero poco antes había introducido clandestinamente en las instalaciones una cámara con la que realizó 57 fotografías sensibles. Coincidiendo con el despido se vinculó brevemente al partido comunista y luego viajó por Asia antes de llegar a Australia, donde se convirtió formalmente al cristianismo e ingresó en la Iglesia anglicana adoptando el nombre de John Crossman.
En septiembre de 1986 y con el Mosad tras sus huellas, Vanunu logró viajar de Sidney a Londres donde pasó la información que poseía, así como las fotografías del reactor de Dimona, al Sunday Times. Mediante engaños, el Mosad logró persuadirlo para que viajara a Roma, donde Vanunu fue capturado y enviado en barco clandestinamente a Israel, de donde no volvería a salir.
Dos días antes de que el barco llegara al puerto de Haifa, el Sunday Times publicó, el 5 de octubre, el reportaje con la información recabada por Vanunu, revelando que Israel poseía por lo menos un centenar de ojivas nucleares. Unas semanas después Israel reconoció que lo había secuestrado. El juicio se inició en el verano de 1987 y se desarrolló en secreto hasta que se le impuso una sentencia de 18 años de cárcel.
Al salir de prisión en 2004, Vanunu exigió el desarme de Israel y mostró su intención de abandonar el país
Al salir de prisión en 2004, Vanunu exigió el desarme de Israel y mostró su intención de abandonar el país para establecerse en Estados Unidos o Europa tan pronto como se lo permitiera el gobierno, algo que nunca iba a ocurrir. Algunas de sus declaraciones más recordadas son: "No soy ni un traidor ni un espía, solo quería que el mundo supiera lo que está ocurriendo". O "No necesitamos un estado judío. Es necesario un estado palestino. Los judíos pueden vivir, y han vivido, en cualquier parte, de manera que no es necesario un estado judío".
Durante los 18 años transcurridos desde que dejó la prisión, Vanunu ha sobrevivido como un alma en pena sin que se le permita contactar con extranjeros, con una movilidad muy limitada por las autoridades y con la supervisión de sus comunicaciones. Israel se niega a permitirle abandonar el país puesto que asegura que todavía tiene en su poder información comprometida, algo que él niega. Durante los últimos años distintas organizaciones internacionales lo han galardonado por su lucha contra las armas nucleares, aunque los premios no lo han acercado a la libertad.
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