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Actualizado:Tapada con los titulares sobre los bombardeos de Israel sobre la Franja de Gaza, el conflicto armado que azota Sudán desde el pasado 15 de abril se recrudece y ya ha generado en apenas ocho meses la mayor crisis de desplazados internos del mundo, según la ONU, que cifra en más de cinco millones las personas a las que la guerra ha obligado a abandonar sus hogares y huir a otras zonas del país, mientras que casi un millón y medio de civiles han buscado refugio en países vecinos como Chad, Sudán del Sur o Egipto.
Los combates entre la Fuerzas Armadas sudanesas y el grupo paramilitar rebelde Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) están llevando a la población civil a una situación catastrófica, atrapada en un espiral de violencia y al borde de una crisis alimentaria sin precedentes en un país ya sacudido por diferentes conflictos armados desde 2003.
En los últimos días, los combates entre las FAR y el Ejército llegaron a Wad Madani, considerada una ciudad refugio para la población civil desde el estallido de la guerra. Al sureste de Jartum, la capital, Wad Madani es la segunda ciudad más poblada de Sudán y un importante punto comercial y económico del país que parece haber caído en manos de las fuerzas rebeldes en las últimas horas tras cuatro días de asedio.
A las 700.000 personas que residen en Wad Madani se sumaban otras 500.000 personas desplazadas de sus hogares por los combates, sobre todo procedentes de Jartum, donde se iniciaron los enfrentamientos armados que rápidamente se extendieron a otras zonas del país. Sin embargo, desde el pasado 15 de diciembre, la ciudad dejó de ser un lugar seguro y entre 250.000 y 300.000 personas han huido hacia otras zonas.
Crímenes de guerra
"Parece que el pánico se ha extendido entre la población civil de Wad Madani y se ha visto a personas abandonando la ciudad en vehículos y a pie, algunas por segunda vez en solo unos meses", ha explicado este martes un portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
En estos ocho meses se han reportado masacres por motivos étnicos en la región de Darfur y otros crímenes de guerra cometidos por ambas partes del conflicto. Entre ellos, las organizaciones humanitarias han documentado violencia sexual, reclutamiento de niños soldado y muertes de civiles en ataques indiscriminados, sobre todo en las regiones de Jartum y Darfur Occidental.
"Matan a personas en el interior de sus casas o mientras buscan desesperadamente comida, agua y medicamentos; atrapadas en el fuego cruzado mientras huyen o tiroteadas deliberadamente en ataques selectivos. Miembros de las partes enfrentadas han violado y sometido a otras formas de violencia sexual a decenas de mujeres y niñas, algunas de tan sólo 12 años. No hay lugares seguros. Recuerda a la campaña de "tierra arrasada" de decenios anteriores en la que, muchas veces, participaron los mismos actores que en la actualidad", aseguraba Amnistía Internacional en un reciente informe.
18 millones de personas en riesgo de hambruna
Las necesidades de ayuda humanitaria se han multiplicado tanto en Sudán como en los países vecinos. Según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) alrededor de 25 millones de personas –la mitad de la población– necesitan suministros básicos para sobrevivir. "La guerra ha sumido a Sudán en una de las peores pesadillas humanitarias de la historia moderna", asegura Martin Griffiths, responsable de la OCHA.
El riesgo de hambruna planea sobre unos 18 millones de personas que requieren ayuda alimentaria urgente, según Naciones Unidas. "Cada vez más personas luchan por hacer una comida básica al día y, a menos que las cosas cambien, existe un riesgo muy real de que ni siquiera puedan hacerlo", alertaba el jefe del Programa Mundial de Alimentos en el país, Eddie Rowe, en declaraciones a Reuters.
Se teme que la crisis se agudice antes de verano, cuando las familias comenzarían a sufrir un "hambre catastrófica", apunta esta agencia de la ONU. La crisis es resulto de una tormenta perfecta en la que los combates diezman los mercados locales y afectan a unos campos de cultivo, que han producido un 15% menos de cosecha que la media de los últimos cinco años. La producción de alimentos básicos como el mijo o el sorgo se han reducido un 50% y un 24% respectivamente, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esto ha provocado una inflación que ha disparado los precios hasta un 300% en uno de los países con menores PIB per cápita del mundo, que no llega a los 1.100 euros al año.
Además preocupan los brotes de epidemias como el cólera, que ya suma alrededor de 700.000 casos sospechosos reportados. La ONU teme que a medida que los combates se extiendan a otras regiones, aumente el riesgo de avance de esta epidemia.
Olvido de la comunidad internacional
La envergadura y los desafíos de esta crisis supera incluso a la Ucrania, un conflicto que prácticamente eclipsó a nivel informativo al estallido de la guerra en Sudán. La comunidad internacional se ha volcado en apoyo militar y humanitario a la exrepública soviética, que en 2022 recibió más de 4.000 millones de dólares en ayuda humanitaria internacional, lo que cubrió casi el total de lo que la ONU requería para atender la emergencia. En cambio, Sudán recibió 1.169 millones de dólares en 2022, a penas un tercio de lo que solicitaba Naciones Unidas. Un "doble rasero" de la comunidad internacional que denunciaron el pasado lunes Médicos Sin Fronteras y el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (Iecah).
En total, para 2023, el llamamiento de la ONU para cubrir la ayuda humanitaria básica en Sudán apenas ha reunido un tercio de los 2.600 millones de dólares que había requerido, mientras que los de Ucrania, aunque se han reducido, rozan el 60% del total. Para 2024, Naciones Unidas calcula que serán necesarios unos 4.000 millones de dólares para cubrir la atención humanitaria básica tanto en Sudán como en los países del entorno.
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