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La táctica rusa parece evidente. Reforzar su ejército en las regiones ocupadas de Ucrania, mientras debilita al enemigo con el implacable bombardeo de las ciudades y destruye todas sus infraestructuras civiles. Por eso la eventual llegada de los sistemas de defensa estadounidenses Patriot e incluso de carros de combate aportados por la OTAN podría dar un vuelco a esa hoja de ruta de Moscú y dar aire fresco a las fuerzas ucranianas para intentar recuperar algo del territorio perdido.
La guerra de Ucrania ocupa el centro de la agenda del Consejo Europeo esta semana, con el eco de fondo de las explosiones en Kíev y otras ciudades ucranianas. Su presidente, Volodímir Zelenski, ha reiterado la necesidad de armas antiaéreas contundentes y de más dinero para que la población sometida a los rigores de la guerra y el frío de estas fechas pueda sobrevivir al invierno en ciernes.
¿Una ofensiva total rusa a principios de 2023?
El ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dimitro Kuleba, ha sido más específico sobre lo que se viene encima en el invierno de 2023, cuando ya parece muy evidente que la guerra se va a alargar mucho. Kuleba vaticina "una gran ofensiva" rusa "a fines de enero o febrero". Eso, en términos militares, significa una inminente operación a gran escala, si es que la advertencia de Kuleba no es un recurso más para acelerar la llegada de ayuda occidental. No lo parece, en principio.
La Unión Europea ya ha comprometido para 2023 un paquete de ayudas a Ucrania de cerca de 19.000 millones de euros y ahora se están definiendo con celeridad las partidas a las que se dirigirá ese dinero. Las amenazas de congelar los fondos europeos a Hungría han tenido un convincente efecto sobre el Gobierno de Budapest, que en un principio había bloqueado ese paquete la semana pasada.
Kuleba considera que hay indicios que prueban la inminencia de esa gran ofensiva, como los inquietantes movimientos de tropas en Rusia o la recolocación de material militar a lo largo de todo este país. Según el ministro de Exteriores ucraniano, el Kremlin confía en romper las líneas ucranianas y avanzar hacia el interior del país.
Rusia reanuda los ataques con drones a Kíev
Hacía semanas que el ejército ruso no utilizaba los drones cargados de explosivos contra Kíev
Rusia volvió este miércoles a utilizar drones para atacar objetivos civiles y militares en la capital de Ucrania. Hacía semanas que el ejército ruso no utilizaba los drones cargados de explosivos contra Kíev, pero de esta manera el Kremlin parece responder a la demanda que acaba de hacer Zelenski para que Rusia comience a retirar antes de Navidad a sus tropas de la quinta parte de Ucrania que ocupa.
Ucrania "debe tener en cuenta que hay una nueva realidad. Y esta nueva realidad es que la Federación Rusa cuenta con nuevos sujetos (administrativos)", afirmó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, en respuesta a Zelenski. Se refería Peskov a los cuatro territorios ucranianos anexionados por Rusia en el curso de la guerra, Donetsk, Lugansk, Zaporiya y Jersón.
Los daños producidos en Kíev en esta nueva jornada negra se unen a la destrucción de la mayor parte de las infraestructuras ucranianas desde que en octubre las fuerzas invasoras impusieran la táctica de destruir las infraestructuras críticas de energía, con las centrales eléctricas y los depósitos y sistemas de distribución de agua como principales objetivos.
La economía ucraniana puede caer en un 50% este año
Lo ha advertido esta semana el primer ministro ucraniano, Denys Smyhal, aunque podría quedarse muy corto. La economía ucraniana puede caer en un 50% este año que está a punto concluir si no se detienen esos misiles y ataques con drones que impactan en las redes eléctricas, los conductos de gas y en los tanques de agua.
Más armas y dinero europeos para Ucrania
En Bruselas se conoce perfectamente la situación y solo las discrepancias sobre la naturaleza de la ayuda impiden que no estén llegando armas y dinero al ritmo que quiere Zelenski, a pesar de las propias dificultades que está pasando la Unión Europea por la propia guerra y la sustitución del gas ruso en países de Centroeuropa por el proveniente de otras fuentes más caras, como Estados Unidos o Catar.
Lo que se considera ya en los pasillos de los órganos de gobierno de la Unión es dar un paso más y suministrar sistemas de defensa y ofensivos que, sin duda, levantarán la ira de Rusia e incrementarán sus ataques diversificados sobre el ejército ucraniano en las fronteras del Donbás y sobre las ciudades de Ucrania.
Ya se ha planteado también, con muchas dudas por parte de Alemania, el suministro de carros de combate, que podrían hacer una labor muy importante en una contraofensiva ucraniana de invierno, con el terreno helado como aliado para el avance. Además, el ejército ucraniano ha reclamado más sistemas de misiles de medio y largo alcance similares a los HIMARS estadounidenses que ya están produciendo copiosos daños en las filas rusas.
Pero, sobre todo, pueden imprimir un vuelco a la situación las armas antiaéreas que hasta ahora no se habían querido despachar a Ucrania para no dar un paso sin retorno en la implicación occidental en la guerra.
El sistema antimisiles Patriot, un hito para el conflicto
Estados Unidos está haciendo los últimos preparativos para enviar a Ucrania su sistema de defensa antimisiles Patriot
Estados Unidos está haciendo los últimos preparativos para enviar a Ucrania su sistema de defensa antimisiles Patriot, uno de los escudos más eficaces que existen en estos momentos. Según informaron a la agencia de noticias Reuters miembros del Gobierno de Estados Unidos, solo faltaría la aprobación del secretario de Estado de Defensa, Lloyd Austen, y la firma del propio presidente Joe Biden. Esta misma noticia fue proporcionada por el canal de televisión estadounidense CNN.
Este sistema defensivo puede derribar tanto misiles de crucero como balísticos, así como aviones, a larga distancia, incluso en territorio ruso, antes de que el ataque entre en el cielo ucraniano, de ahí la animadversión de Moscú a que Estados Unidos dé este paso y entregue este tipo de armamento al ejército ucraniano.
Cada batería Patriot dispone de un sofisticado sistema de detección y rastreo electrónico y por radar, una estación de dirección del contraataque y ocho lanzaderas de misiles, cada una armada con cuatro cohetes.
La actuación de los sistemas Patriot puede poner en jaque cualquier ofensiva rusa con misiles balísticos, los más complicados de rastrear y destruir. Inutilizaría los misiles de este tipo que se cree que Rusia está adquiriendo de Irán, país que también estaría suministrando los drones de ataque empleados en los ataques a infraestructuras energéticas ucranianas.
No se ha indicado cuándo se suministraría este tipo de armamento ni cuántos sistemas Patriot acabarían defendiendo los cielos ucranianos, pero su envío parece inminente. Aunque la formación de los servidores de los Patriots requiere varios meses, la idea es que esa preparación se acorte de forma intensiva en las bases militares estadounidenses en Alemania.
Tampoco se ha informado sobre las eventuales limitaciones de los Patriot. Por ejemplo, el sistema estadounidense HIMARS de misiles, que es capaz de abrir tremendas brechas en el frente ruso, ha sido restringido por órdenes de Washington a su uso contra objetivos en territorio ucraniano, sin que puedan dañar blancos en la Federación Rusa.
Rusia considerará como un “blanco legítimo” a los Patriot y a sus artilleros, aunque sean de la OTAN
Estados Unidos ya ha dedicado 19.300 millones de dólares en ayuda militar a Kíev desde que comenzó la guerra
Rusia considera este eventual despliegue de los sistemas Patriot como una "escalada" en la participación "por delegación" de la OTAN en la guerra de Ucrania, y, en concreto, de Estados Unidos, que ya ha dedicado 19.300 millones de dólares en ayuda militar a Kíev desde que comenzó la guerra en febrero pasado.
Moscú teme que en los primeros meses, y antes de que las tripulaciones ucranianas de las baterías Patriot estén formadas, estos sistemas podrían estar operados por personal militar de la OTAN. El portavoz del Kremlin ha afirmado que, "definitivamente" y en cualquier caso, los Patriot serán un "blanco legítimo".
Ya se había pronunciado en esa dirección Dmitri Medvédev, ex presidente ruso y actual director adjunto del Consejo de Seguridad Nacional de Rusia. Según Medvédev, tanto los sistemas antimisiles Patriot como el personal que los maneja, sean o no militares de la OTAN, se convertirán en un objetivo de los misiles rusos.
Los aliados animan a los ucranianos a tomar la iniciativa y adelantarse a la ofensiva rusa
Ya Estados Unidos ha pertrechado a la defensa aérea ucraniana con sistemas NASAMS, tierra-aire, pero los Patriot serían un paso cualitativo en la contribución y participación estadounidense en la guerra. También podrían frustrar esa ofensiva rusa de principios de año que el Gobierno ucraniano da por segura.
No solo la Administración ucraniana considera esa posibilidad. El secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, ha indicado que Rusia podría plantear en las próximas semanas una "tregua falsa" para ayudar a las fuerzas armadas rusas a reagruparse y prepararse para un ataque a gran escala.
El estadounidense Lloyd Austin y el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, han subrayado estos días la ventaja que podría aprovechar el ejército ucraniano en invierno frente al ruso, antes de que éste se refuerce.
De ahí la importancia de un pronto despliegue de los sistemas Patriot para cambiar el curso de la guerra a corto plazo, como parece que ha aceptado ya Estados Unidos pese a las muchas dudas que había en la Casa Blanca. Hace dos semanas, el portavoz del Pentágono, general de brigada Pat Ryder, reconocía que la "prioridad" para los aliados de Ucrania era la defensa aérea de este país. Sin embargo, incluso entonces, Ryder no consideró recomendable el despliegue de los Patriot en Ucrania.
Las cosas parecen haber cambiado mucho en este tiempo y los rumores sobre una gran ofensiva rusa en ciernes no parecen solo una bravata oportunista del mando ucraniano.
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