Este artículo se publicó hace 4 años.
Educación EEUUCuando la educación a distancia agranda una desigualdad histórica de California
El nuevo modelo de educación a distancia impuesto en época de pandemia aumenta las fisuras económicas, sociales y raciales en las comunidades más vulnerables de Los Ángeles y California.
Aitana Vargas
El cierre de los centros escolares y la implementación de la educación a distancia a raíz de la pandemia ha desatado la preocupación en un gran número de familias californianas, que temen que el aprendizaje de sus hijos se traduzca en un estancamiento e incluso en un retroceso académico con implicaciones drásticas para el futuro de éstos.
Así lo refleja una encuesta realizada por The Education Trus-West y el Global Strategy Group a 1.200 padres cuyos hijos cursan estudios en centros públicos del estado dorado. De los encuestados, el 89% manifestó estar "preocupado" por la educación de sus pequeños y el 69% "muy preocupado". Los resultados revelan también que el grado de preocupación aumenta para las familias que residen en la zona urbana de Los Ángeles y que pertenecen a un estrato socioeconómico bajo.
Según la especialista, el modelo de educación telemática impone nuevos desafíos para los más de seis millones de alumnos de centros públicos californianos
Pero los datos también confirman el sentir general de las comunidades californianas y angelinas que llevan décadas batallando contra una desigualdad histórica que ahora comienza a acrecentarse y que está movilizando a los activistas de la región para visibilizar la magnitud del problema. Porque ahora, además de la inseguridad alimentaria y de la inestabilidad económica que estos grupos llevan décadas experimentando, la brecha educativa se está ensanchando.
"A lo largo de la historia, los estudiantes más vulnerables se han enfrentado a desafíos para acceder a una educación de calidad en escuelas públicas en EEUU, y la pandemia los ha amplificado", asegura en entrevista con Público Valerie Cuevas, experta en educación de la Fundación Comunitaria de California (CalFund), una ONG con sede en Los Ángeles. "Está claro que la educación a distancia está agudizando las desigualdades raciales y educativas que ya existían antes, y ahora se está alzando como un problema de mayor envergadura".
Según la especialista, el modelo de educación telemática impone nuevos desafíos para los más de seis millones de alumnos de centros públicos californianos. Pero estos retos se evidencian con mayor crudeza entre los afroamericanos, los latinos, los inmigrantes indocumentados y la clase obrera que reside en zonas rurales. “Habrá un impacto desproporcionado en nuestras comunidades de inmigrantes en California y en toda la nación”, advierte Cuevas.
Para estos grupos, tanto el acceso a dispositivos portátiles, como a una conexión a internet o a espacios y entornos de estudio adecuados es limitado y, en muchos casos, hasta inexistente.
"Muchos niños están viviendo en un garaje, en una habitación o en un piso compartido con otras familias donde el acceso a internet nunca formó parte del acuerdo alcanzado para vivir allí", asegura la psicóloga Rosemary Veniegas, de CalFund. "Ahora esos niños no pueden ir a una biblioteca y, aunque la escuela les haya entregado un portátil, ¿qué hacen si no pueden conectarse a internet o no han recibido suficiente entrenamiento o indicaciones por parte del colegio para hacerlo?" .
las ONGs están tratando de recaudar fondos como pueden para minimizar la crisis
El pasado 5 de mayo, un grupo especializado del Departamento de Educación de California (CDE) anunció que más de 300 mil estudiantes californianos carecen de conexión a internet y más de 400 mil necesitan un dispositivo para participar en la educación a distancia.
Eso, a pesar de que nada más declararse la pandemia, Google donó 4.000 Chromebooks a los estudiantes californianos más necesitados y garantizó durante un mínimo de tres meses 100 mil conexiones gratuitas a Wi-Fi a alumnos que viven en zonas rurales. Las donaciones de los gigantes tecnológicos ––a las que también se ha sumado Apple–– son, sin embargo, insuficientes, y los distintos distritos escolares y las ONGs están tratando de recaudar fondos como pueden para minimizar la crisis.
"De nuestro lado, estamos intensificando nuestro trabajo para que los dispositivos lleguen a las manos de los estudiantes que los requieren en la ciudad y en el condado de Los Ángeles, que es el distrito escolar unificado más grande del estado, y que compró 88.000 dispositivos al principio de la pandemia", asevera Cuevas.
El problema, cuenta la especialista, radica también en que no resulta fácil rastrear e identificar a todos los estudiantes que han perdido acceso a la educación y carecen de recursos para continuarla de manera telemática desde que se interrumpieran las clases presenciales. De los cerca de 700 mil alumnos que integran el distrito escolar unificado de Los Ángeles, Cuevas estima que al menos 30 mil han perdido acceso a la enseñanza. Pero intuye que el número es muy superior.
"De forma proporcional, la cifra puede no parecer tan elevada, pero los distritos escolares están utilizando la tecnología para determinar si los estudiantes se conectan a las clases a través de las plataformas interactivas. Y sabemos que hay un grupo entero de estudiantes que no se conecta o que interactúa de manera mínima…simplemente ha desaparecido", relata Cuevas.
Para los profesores, el proceso de adaptación a la educación digital también está presentando retos y obligándoles a reenfocar el proceso didáctico. Lo cuenta Rocío Fernández, maestra de un centro universitario comunitario de Pasadena donde imparte clases gratuitas de inglés a la comunidad inmigrante, principalmente a adultos y ancianos de origen persa y latino.
La pandemia supondrá un retroceso en el tiempo para los más vulnerables: el progreso de muchas familias retrocederá varias décadas
"La mayoría de los alumnos de Oriente Medio son refugiados de Siria. Muchos son mayores y les cuesta mucho aprender porque no tienen la misma capacidad cognitiva", explica en entrevista con Público. "Hemos perdido al 50% de la población estudiantil porque son mayores, no están alfabetizados en su propia lengua y estamos muy preocupados".
Cuenta Fernández que, aún así, el centro ha realizado una labor encomiable para garantizar que cada estudiante tiene a su disposición las herramientas tecnológicas necesarias para continuar la enseñanza a distancia. Cada maestro y estudiante aprende a manejar programas como Zoom y Canvas. Sin embargo, la profesora lamenta que una cifra abultada de padres latinos haya abandonado las clases porque prefieren que el único portátil de la familia lo utilicen los hijos para estudiar en casa.
"Claro que está habiendo un impacto, pero en este país es increíble el grado de generosidad de las instituciones educativas. Hemos recibido 200 Chromebooks y son básicos, pero perfectos y fáciles de usar", asevera.
Según vaticina Cuevas, la "interrupción educativa" que se está produciendo para grandes segmentos poblacionales en California generará una "pérdida de conocimiento" durante y después de la pandemia con implicaciones nefastas para éstos. También anticipa que este proceso será similar al que viven los niños y jóvenes afectados por catástrofes y desastres naturales en zonas del planeta donde las escuelas quedan "físicamente destruidas" y las familias se ven obligadas a emigrar a otras ciudades o países.
Y bajo la mirada de Veniegas ––cuya familia de inmigrantes se asentó en el estado de Hawái y recurrió a la educación como vehículo para consolidar su avance social y económico en EEUU––, la pandemia supondrá un retroceso en el tiempo para los más vulnerables: "Sabemos que para las familias de inmigrantes, incluyendo la mía, la educación fue la escalera que nos permitió ascender, progresar y adquirir conocimientos. Sin educación, el progreso de muchas familias retrocederá varias décadas".
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