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Crimea, objetivo número uno de Ucrania en la nueva fase de la guerra

La operación Crimea está en marcha. La península anexionada por Rusia es objetivo prioritario de la nueva fase del contraataque ucraniano y también de los misiles de largo alcance entregados por Occidente.

Tanques desfilando en la celebración del Día de la Independencia de UCrania en Kiev, Curania, a 23 de agosto de 2023.
Tanques desfilando en la celebración del Día de la Independencia de UCrania en Kiev, Curania, a 23 de agosto de 2023. Maxym Marusenko / NurPhoto / AFP

El ejército ucraniano ha redoblado sus ataques contra objetivos en la península de Crimea mediante el uso de misiles y drones. El inminente uso por el ejército ucraniano de los misiles de largo alcance ATACMS estadounidenses, capaces de alcanzar cualquier blanco en esta península anexionada por Rusia hace nueve años, podría marcar un punto de inflexión en la guerra.

Crimea tiene un valor histórico muy especial para rusos y ucranianos. Pero no sólo eso. Su posición en el norte del Mar Negro hace de esta península un espacio estratégico para las rutas de comercio, transporte de hidrocarburos y control militar de esa cuenca marina del este de Europa, fronteriza también con el Cáucaso y la península de Anatolia, a las puertas de Oriente Medio.

El reciente bombardeo del cuartel general de la Flota rusa en Sebastopol con misiles Storm Shadow, que se saldó con decenas de muertos, los ataques a aeródromos, líneas de abastecimiento, depósitos de combustible, defensas costeras de artillería, barcos y otras instalaciones militares rusas evidencian la creciente eficacia de los ataques ucranianos en Crimea, mientras en el resto del frente la contraofensiva apenas avanza.

El portavoz de la Inteligencia de Defensa de Ucrania, Andrii Yusov, ha justificado esta ofensiva en que la península está siendo utilizada por Rusia como un "centro logístico" de su invasión.

Crimea, el blanco para los misiles donados a Ucrania

Crimea se ha convertido así en el blanco preferente de los bombardeos ucranianos fuera de la zona del frente y donde los daños son más reseñables. Su difusión mediática es más rápida y tiene más alcance que los magros logros conseguidos en los frentes de Zaporiyia o Donetsk. La línea defensiva rusa resiste tenazmente los avances ucranianos y el ejército de Kiev es incapaz de abrir una brecha amplia que despeje el camino a una ofensiva con carros de combate y armamento pesado.

Los tanques M1 Abrams están ya llegando a Ucrania, de momento solo una decena de los 31 prometidos, tal y como le confirmó el presidente estadounidense, Joe Biden, a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, durante la cumbre bilateral celebrada la semana pasada en Washington.

Estos tanques se unirán a los Leopard europeos y otros tipos de carros de combate que ya están participando en la contraofensiva ucraniana, aunque sin poder desbaratar las tres líneas defensivas rusas. Ucrania no dispone de una aviación que pueda respaldar ese avance de los tanques en un sector concreto, para romper la defensa rusa, y por eso Kiev sigue reclamando el envío de cazas F-16, aunque sin resultados.

Cambio de opinión. Ahora sí habrá ATACMS

Sin embargo, la visita de Zelenski a la Casa Blanca, la efectividad de los bombardeos ucranianos en Crimea y la llegada del mal tiempo, que frenará muchas de las operaciones terrestres, han hecho reconsiderar al Gobierno de EEUU su negativa a enviar misiles de largo alcance al ejército ucraniano y ahora parece dispuesto a aportar un arma que puede cambiar las cosas en el campo de batalla.

Se trata de los misiles ATACMS (Army Tactical Missile System), que, con un rango de hasta 300 kilómetros, pueden ser claves para mover el tablero de la contienda. Más aún si el ejemplo estadounidense es seguido por Alemania, de momento muy reacia a entregar a Ucrania sus misiles Taurus, con un alcance de hasta 500 kilómetros.

En esta guerra donde imperan la desinformación, la propaganda, las medias verdades y las mentiras completas, no extrañó mucho que, durante su reciente visita a Estados Unidos, Zelenski recibiera de la Casa Blanca primero una negativa pública a la entrega de los ATCMS, y, casi al mismo tiempo, la confirmación a puerta cerrada de que Washington enviará en breve a Ucrania esos misiles.

Devaneos de la información, como la revelada por Kiev de que un ataque con misiles ucraniano había acabado con la vida del jefe de la Flota rusa del mar negro, Víctor Sókolov, y de otros 33 militares rusos. Horas después, el comandante de esa Armada aparecía vivo y coleando en un vídeo que, supuestamente, había sido tomado después de ese ataque.

Aún no se ha especificado cuándo se enviarán los ATACMS y cuántos serán. Pero incluso unos pocos podrían complicarles las cosas al ejército ruso, especialmente en Crimea.

El ejército de Kiev podrá atacar cualquier punto de la retaguardia rusa en Crimea, o incluso en la Federación Rusa

Golpes como el asestado contra las instalaciones de la Flota rusa en Sebastopol se repetirán. Con los ATACMS y los Taurus alemanes, o los Scalp franceses y los Storm Shadow británicos, que ya figuran en los arsenales ucranianos, el ejército de Kiev podrá atacar cualquier punto de la retaguardia rusa en Crimea o en otros lugares de Ucrania, e incluso objetivos en la Federación Rusa.

Misiles tierra-tierra como bisturíes

Los misiles de crucero Storm Shadow deben ser lanzados desde cazas de combate. Esto hace depender los ataques del buen o mal tiempo, y de la existencia de una fuerza aérea consistente, algo que no tiene Ucrania, de ahí su demanda de F-16.

En cambio, los ATACMS son disparados desde tierra contra blancos terrestres. Si están cargados con bombas de racimo, el efecto puede ser devastador en un ataque, por ejemplo, a un puesto de mando o contra una columna de camiones con suministros para el frente.

Su velocidad final hace de los ATACMS un blanco muy difícil para las defensas antiaéreas. Pueden ser además disparados desde las lanzaderas de misiles HIMARS y las MLRS que ya operan en Ucrania y se han convertido en una pesadilla para la artillería y la infantería rusas.

"Los misiles ATACMS puede ser muy eficaces para destruir objetivos estacionarios, de gran importancia estratégica y amplia superficie, como bases aéreas, grandes instalaciones militares, radares, grandes áreas de concentración de tropas y otros sitios de defensa aérea", indicó al diario Kyiv Independent el experto Federico Borsari, del Programa de Seguridad y Defensa Trasatlántica en el Centro para Análisis de Políticas Europeas de Washington.

Cruzar una nueva línea roja

Hasta ahora en Estados Unidos habían pesado más las objeciones al envío de este tipo de armamento. En primer lugar, su entrega supone cruzar una nueva línea roja. Los ATACMS pueden alcanzar blancos en territorio de la Federación Rusia y es imposible prohibir a los ucranianos que ataquen más tarde o más temprano esos objetivos.

Por otra parte, Moscú podría responder con armas mucho más destructivas o elevar la devastación de sus ataques contra infraestructuras civiles. Y no hay que olvidar que hay armas nucleares tácticas, de uso en batalla y efectos destructivos más "limitados", cerca del escenario bélico, por ejemplo, las distribuidas en Bielorrusia.

Queda por ver, pues, cuántos misiles ATACMS se proporcionará a Ucrania. La Casa Blanca señala que serán pocos en principio. El problema es que el ejército estadounidense no dispone de muchos de estos cohetes y, si la guerra se alarga, los arsenales quedarían vacíos de estos misiles de tanta eficacia táctica.

Y al tiempo que se entregan los ATACMS, es preciso reforzar la protección de sus lanzaderas. En la reunión que la semana pasada tuvo lugar en la base estadounidense de Ramstein del medio centenar de países que conforman el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, el secretario de Defensa Lloyd Austin pidió a los aliados de Kiev que suministren más sistemas de defensa antiaérea y de intercepción de misiles y drones, así como munición para los cañones de 155 mm de los ucranianos.

De cara al frío, que ya será generalizado a mediados de otoño en Ucrania, los sistemas antiaéreos son imprescindibles para proteger las infraestructuras críticas ucranianas. El año pasado, tras sus sucesivas derrotas en la zona de Járkov y el oeste del Donbás, el ejército ruso centró sus ataques en los sistemas de electricidad, gas y agua de las principales ciudades ucranianas. Pocos dudan de que este año se repetirá esa estrategia.

Occidente cada vez más implicado en la guerra

Austin también indicó en Ramstein que los tanques pesados M1 Abrams estadounidenses estaban ya camino de Ucrania y que se unirían a la contraofensiva antes de que arrecie el mal tiempo.

Con todos estos tipos de armas llegando o siendo reemplazadas por nuevas remesas en Ucrania, la participación occidental en la guerra no parece que vaya a parar. Austin recordó en esa base estadounidense en Alemania que Washington y otros aliados occidentales de Ucrania han entregado ya más de 76.000 millones de dólares para sostener al ejército ucraniano.

EEUU, el mayor proveedor, tiene presupuestados otros 24.000 millones de dólares en asistencia militar y civil para sostener la guerra y de cara al futuro. Este enorme paquete de ayuda debe ser aprobado por el Congreso y la mayoría republicana en la Cámara de Representantes no va a poner fácil ese visto bueno. Una negativa sería mucho más decisiva para la guerra que todos los ATACMS o los Abrams en el campo de batalla.

La constatación de que finalmente sí habrá ATACMS en Ucrania no ha gustado nada a los rusos. La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, ha indicado que estos misiles serán utilizados para atacar zonas civiles en Crimea y las otras regiones ocupadas por Rusia tras su invasión de Ucrania el 24 de febrero de 2022.

El Kremlin también ha denunciado el otro tipo de implicación occidental en la guerra. Sobre el bombardeo ucraniano de las instalaciones de la Flota del Mar Negro, "no hay duda de que este ataque fue planificado con medios de inteligencia occidentales, satélites de la OTAN y aviones de reconocimiento" de EEUU y Europa, según Zajárova.

La portavoz de Exteriores criticó esa "estrecha coordinación" del mando ucraniano con los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses, y agregó que tales operaciones, en Crimea y otros escenarios, simplemente tratan de tapar los fallos de la contraofensiva ucraniana.

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