bruselas
Desde que Pedro Sánchez y Giuseppe Conte se plantaran en la cumbre europea de hace diez días si Holanda y Alemania no aceptaban alguna de las peticiones del sur para hacer frente a la crisis económica que ha traído el coronavirus, entre ellas los coronabonos, las presiones contra ambos gobiernos para ceder a una respuesta económica solidaria más potente han ido en aumento. Y parecen estar haciendo efecto.
Entre las últimas: la tribuna que publicó el presidente del Gobierno en siete periódicos europeos, uno de ellos The Guardian, en la que insistía sobre la idea de emitir deuda común y advertía que "el futuro de Europa está en juego en esta guerra contra el coronavirus". Otra: la carta que han escrito los comisarios Paolo Gentiloni (Economía) y Thierry Breton (Mercado Único) en Corriere della Sera este lunes en la que pedían literalmente la creación de un fondo europeo "específicamente diseñado para emitir bonos a largo plazo".
A pesar de estos esfuerzos, la idea de los coronabonos sigue sin calar en el norte. Pero Alemania sí empieza a dar signos de sensibilidad hacia la utilización del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) sin reformas estructurales (recortes) asociadas. El uso del fondo de rescate creado durante la crisis financiera, pero sin troika, era la principal reivindicación de España e Italia en la última cumbre europea. Y parece que el mensaje empieza a hacer mella. Los dos principales ministros socialistas del gobierno de coalición alemán, Olaf Scholz (Economía), y Heiko Maas (Asuntos Exteriores) escribían este fin de semana en varios medios que los posibles préstamos que dé el MEDE para salir de la crisis del coronavirus no deberían estar "supeditados a requisitos innecesarios, que supondrían una recaída en la política de austeridad".
Por su parte, al ministro de Finanzas holandés, Wopke Hoekstra, le han llovido críticas desde todos los rincones del continente, incluido su propio país, por insinuar que los países del Sur deberían haber ahorrado más tras los peores años de la crisis financiera. Dos de sus tres socios de gobierno, los liberales del D66 y la Unión Cristiana se han desmarcado de la línea del partido del primer ministro, Mark Rutte. "Holanda se ha enriquecido con la UE. (...) No debemos dejar que nuestros amigos se ahoguen. Solo juntos podemos salir de esto", tuiteaba Rob Jetten, líder de D66, hace unos días.
Rutte ha sido además el líder que más abiertamente ha admitido estar en contra del uso del MEDE sin condicionalidad asociada. Aunque podría verse arrastrado si Alemania acaba cediendo, ya que se vería en una posición minoritaria. Además, Rutte ya ha conseguido uno de sus objetivos al marcar una posición tan dura con el sur: asegurarse de que la extrema derecha no le gana terreno en las elecciones que tendrán lugar en ese país el año que viene. La idea de que el Sur se podría aprovechar del Norte para gastar más de la cuenta es uno de los puntos de la narrativa de esos partidos en Holanda, explica Mathieu Segers, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Maastricht.
"Holanda es quizá el país más dependiente del mercado interior de la UE", afirma. "Es en interés de los holandeses mantener el mercado único y la eurozona unidos y en funcionamiento. Al final creo que los holandeses tomarán una actitud constructiva, pero eso solo ocurrirá después de que los holandeses muestren su posición de manera abrupta para mandar un mensaje a su electorado nacional".
Tres opciones sobre la mesa
Con este panorama, los ministros de Finanzas de la Unión Europea recogen este martes por la tarde la pelota lanzada por sus jefes para hacer lo que ellos no pudieron hace diez días: ponerse de acuerdo en una solución común. Sobre la mesa virtual, tres soluciones principales.
La principal, el uso del MEDE para ofrecer préstamos a los países que lo necesiten. Hace dos semanas los ministros ya salían con conversaciones "muy avanzadas" para utilizar la fuerza de choque del fondo del rescate para ofrecer líneas de crédito de hasta el 2% del PIB de cada país. A España le corresponderían más de 24.000 millones de euros, y la puerta está abierta para que puedan ser más en caso de necesidad. El punto de discordia está ahora sobre las condiciones que llevarían aparejadas esos préstamos. Roma y Madrid quieren que sean las mínimas para evitar un estigma que pudiera llevar a los mercados a apostar contra ellos, con lo que subiría la prima de riesgo y complicaría la recuperación a largo plazo.
La segunda pata es la creación de un fondo europeo de avales que sería gestionado por el Banco Europeo de Inversiones. De esa manera, las empresas que lo estén pasando mal podrían recibir préstamos rápidos para capear el temporal. Según los datos que se manejan, el fondo podría constar de 25.000 millones de euros en avales que las capitales comprometerían en proporción con el tamaño de su economía. Es decir, Alemania y Francia serían quienes más dinero pondrían. Con ese fondo, se estima que se podrían otorgar préstamos directos por un valor de hasta 200.000 millones de euros.
La tercera opción que se baraja es crear un sistema de reaseguro de desempleo específico para esta crisis
Tercero: un sistema de reaseguro de desempleo específico para esta crisis. Una iniciativa que parece contar con bastantes apoyos, según contaba la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, durante la presentación de la propuesta la semana pasada. La idea es que Bruselas ofrecería préstamos por un total de 100.000 millones de euros a los Estados para que puedan financiar reducciones de jornada para los trabajadores afectados por la crisis, de manera que estos no pierdan sus empleos. Para ello, las capitales tendrían que poner otros 25.000 millones de euros en avales.
La única condición preliminar que tendrían que cumplir las capitales para recibir estos préstamos es que los usen para mantener a trabajadores empleados de una manera u otra, y no para pagar subsidios de desempleo a trabajadores sin ningún tipo de contrato.
Estas tres medidas irían dirigidas a asistir cuanto antes a las capitales que peor lo están pasando, sobre todo Italia y España. Para el medio plazo, siguen sobre la mesa la idea de los coronabonos y la de un Plan Marshall para financiar la recuperación de la economía. Todavía no está claro que España, Italia y Francia vayan a convencer a Holanda y Alemania en la emisión de deuda común, pero la creación de un plan de desarrollo es algo que se da casi por seguro, aunque quedan por definir muchos detalles sobre cómo se llevará a cabo.
Los ministros tratarán de ponerse de acuerdo sobre las condiciones para las medidas a corto plazo, y tantearán los consensos para las medidas a medio y largo plazo en la llamada del Eurogrupo de esta tarde. Un resultado que viajará entonces a la mesa de los jefes de Estado y de Gobierno, que tratarán de dar su visto bueno (o constatar la falta de acuerdo y dar otra patada hacia delante) en una cumbre europea para la que todavía no hay fecha, pero que podría tener lugar aún esta semana o a principios de la que viene. La troika, uno de los principales miedos de España e Italia, parece estar fuera del menú.
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