Este artículo se publicó hace 2 años.
¿Azar o asesinato selectivo? Las dudas sobre la muerte en Kiev de la periodista rusa Oksana Baulina
La reportera falleció el miércoles cuando llegaba en su coche a un aparcamiento casi desierto junto a un centro comercial bombardeado dos días antes. Las autoridades ucranianas hablan del impacto de un mortero, aunque la precisión y los pocos destrozos causados siembran interrogantes sobre una ejecución orquestada por Moscú.
Jairo Vargas | ENVIADO ESPECIAL
Kiev-
El coche de la periodista rusa Oksana Baulina entró la tarde del miércoles en el gran aparcamiento que rodea el centro comercial Retroville, a poco más de diez kilómetros del centro de Kiev. Hacía dos días que un misil hipersónico ruso lo había reducido a un amasijo de hierros, matando a ocho personas. Y eso era lo que Baulina había ido a documentar. Casi no había coches estacionados allí, pero de repente, un proyectil cayó sobre su vehículo, casi quirúrgicamente, y la explosión acabó con su vida, con la de uno de sus acompañantes e hirió a otros dos.
Oksana Baulina es la séptima periodista que muere cubriendo la guerra en Ucrania, que acaba de iniciar su segundo mes. Pero esta no solo una baja más que lamentar fruto de los riesgos de la profesión en escenarios bélicos. Su muerte, a juzgar por la escena, dista mucho de ser la de una víctima fortuita de un bombardeo al azar, de la mala suerte, según apuntan varios indicios.
Así lo creen también varios periodistas que pudieron visitar la escena poco después del ataque. Apenas hay marcas de la explosión en el suelo, su coche está parcialmente destruido, pero no perdió la luna delantera ni las dos puertas de un lateral. Incluso conserva las cuatro ruedas. Esto indica que la carga explosiva de ese proyectil era la justa para acabar con el objetivo. Además, según las imágenes que han circulado, el impacto se produjo justo en el lugar que ocupaba la reportera.
Son indicios de que "no se utilizó munición convencional", opinan fuentes de Reporteros Sin Fronteras. Ven como hipótesis más realista que se trata de una ejecución selectiva y no de un percance por estar en el momento y el lugar inadecuados.
En una comparecencia el jueves, el asesor del ministerio del Interior de Ucrania, Anton Heraschenko, aseguró que el coche de la periodista había recibido el impacto de un mortero ruso.
Sin embargo, cuesta creer que un proyectil de este tipo pueda llegar hasta ese aparcamiento, ya que las posiciones rusas están a más de 25 kilómetros en su frente más cercano. Por otra parte, es difícil de explicar que solo cayera un proyectil (no hay señales de más impactos y en un vídeo de Al Jazeera, que grababa en directo cerca de la zona, solo se escucha una detonación), ya que suelen lanzarse varios rectificando después la trayectoria de los siguientes. Además, falta explicar qué motivo ha llevado al Ejército ruso a lanzar un solo proyectil sin apenas efectos para las infraestructuras en medio del parquin de un edificio ya bombardeado hace dos días.
Para Reporteros Sin Fronteras es más que probable que se utilizara un dron armado u otra arma de precisión para acabar con la vida de una reconocida enemiga de Moscú, aunque por el momento se desconoce el tipo de munición empleada en este ataque.
Baulina no era una periodista cualquiera. Trabajaba en el medio The Insider, una publicación crítica con el Gobierno de Moscú. De hecho, como otros compañeros, tuvo que exiliarse del país cuando su medio fue catalogado como "extremista" por el Gobierno. Ahora estaba afincada en Lituania. Antes había trabajado para la Fundación Anticorrupción, liderada por el opositor por excelencia de Vladímir Putin, Alekséi Navalni, también vinculado a The Insider.
El abogado y político ruso ha sido recientemente condenado a nueve años de cárcel por estafa, aunque ya cumplía otra condena de dos años y medio por un supuesto fraude en 2014. Siempre ha denunciado que se trata de un montaje del Kremlim para eliminar cualquier oposición realista al presidente que invadió Ucrania hace 30 días. Y su eliminación estuvo a punto de ser también física en 2020, cuando Navalni fue envenenado con Novichok, un agente nervioso de uso militar y fabricación rusa.
El cuerpo de la periodista será repatriado a Lituania en los próximos días, aunque no hay una investigación en profundidad sobre su muerte o, al menos, no ha trascendido a la prensa, mientras que las respuestas o explicaciones han sido más bien escasas y tajantes.
Entre el gremio de periodistas, hay quien encuentra paralelismos entre esta muerte y el asesinato de la reportera y escritora Anna Politkóvskaya. Era rusa, aunque nación en Nueva York, hija de una pareja de diplomáticos soviéticos. Ucranianos, más concretamente. Fue acribillada a tiros en el ascensor de su propia casa de Moscú en 2006, a la edad de 48 años. En su trayectoria, abarcada en varios libros, denunció tanto la corrupción y el autoritarismo de Putin, como los numerosos crímenes de guerra de los que fue ella misma fue testigo en las guerras que el presidente llevó a cabo en Chechenia.
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