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Partido Demócrata¿Y si el alcalde Buttigieg es el candidato tapado para las elecciones en Estados Unidos?
Apunte este nombre difícilmente pronunciable: Pete Buttigieg -léase algo así como 'burigegch'-.
Manuel Ruiz Rico
Washington-
Estados Unidos se encuentra en pleno fragor por la batalla política para encontrar al candidato del Partido Demócrata a las elecciones presidenciales de noviembre de 2020: Joe Biden, 76 años; Bernie Sanders, 78 años; Elizabeth Warren, 70 años. Ésta es la terna de candidatos —y en este orden— que han mostrado las encuestas estos últimos meses en cuanto a las primarias demócratas. El vencedor final deberá batirse con Donald Trump —salvo que su revocación cuaje, cosa de momento improbable—. Esos tres nombres siempre se han aupado por encima del 15 por ciento en los sondeos y siempre con Biden, el vicepresidente de Barack Obama, a la cabeza —por encima del 20 y hasta del 25 por ciento—. Pero ¿y si el tapado en la carrera por la candidatura demócrata fuera el cuarto en discordia? Ese candidato no es otro que el alcalde de una pequeña localidad de Indiana, South Bend, de 100.000 habitantes. El hombre de apellido impronunciable.
Pete Buttigieg, el cuarto en liza durante meses —nunca por encima del 10 por ciento—, tiene 37 años (enero de 1982), es alcalde de su pueblo desde los 29 años, es gay, está casado y estuvo desplegado como militar en Afganistán, donde alcanzó el rango de teniente.
Su campaña ascendente recuerda cada vez más a la de Obama y el miércoles pasado protagonizó todo un golpe de efecto: se publicó la primera encuesta en la que aparece ya en un segundo fulgurante puesto con un 16 por ciento de los apoyos, doblando su mejor resultado hasta ahora en los sondeos y rompiendo por primera vez la tríada Biden-Sanders-Warren.
"Buttigieg está repitiendo la campaña de Barack Obama en 2007 y 2008, es joven y ofrece toda esa frescura frente a candidatos además que a menudo son tachados de políticos profesionales. Representa la posibilidad de un cambio generacional y además cada vez más votantes norteamericanos lo ven como el único rival que podría ganar a Trump. ¡Es o Trump o Mayor Pete!, exclaman”, asegura el politólogo de la Universidad de Iowa, Steffen Schmidt.
Las primarias tendrán su fase decisiva en un mes escaso
Las primarias transitarán su fase decisiva en el mes escaso que hay desde el caucus de Iowa -el primero de los caucus, el 3 de febrero- y las primarias de New Hampshire -la primera de las primarias, 11 de febrero- hasta el supermartes, el 3 de marzo, donde habrá primarias o caucus, según cada caso, en 14 estados, entre ellos los muy representativos y de peso California y Texas.
El sistema norteamericano para elegir candidato en primarias tiene una particularidad: al hacerse escalonadamente, a menudo el candidato que obtiene buenos resultados en Iowa y New Hampshire -paradójicamente muy pequeños y para nada representativos del país-, se suele colocar la vitola de ganador y con ella se presenta al supermartes, donde, frecuentemente, se lleva el gato al agua.
Para Iowa quedan poco más de dos meses y Buttigieg, el alcalde de South Bend ha pisado el turbo y puesto toda la carne en el asador
Obama, Hillary Clinton, Kerry y Al Gore ganaron en Iowa, por ejemplo, y luego acabaron siendo los candidatos demócratas a las elecciones. En 1992 Bill Clinton cosechó un muy mal resultado en ese estado, pero hizo una remontada espectacular pocos días después en New Hampshire y llegó igualmente al supermartes con esa vitola de la remontada unida a la de joven -tenía 45 años-. Acabó ganando las primarias, primero, y después las elecciones.
Para Iowa quedan poco más de dos meses y el alcalde de South Bend ha pisado el turbo y puesto toda la carne en el asador. Tiene fondos y recursos para dar el do de pecho y tiempo para limar sus puntos débiles. Mayor Pete va a por todas porque tiene además otra ventaja que el proceso de revocación de Trump le ha ofrecido en bandeja: Buttigieg no es senador.
Si el impeachment, como se prevé, se prolonga en el Senado hasta enero y no digamos ya hasta febrero, Sanders y Warren tendrán que estar en Washington cinco o seis días a la semana y su capacidad para hacer campaña sobre el terreno en Iowa se verá mermada.
Si además de ir quitándole votos a Biden, su caladero natural, Buttigieg logra captar apoyos también en los caladeros más izquierdistas de Sanders y Warren, el alcalde de South Bend tiene un escenario más que propicio para llegar al supermartes con la etiqueta de estar entre los favoritos como el que más. En política, lógicamente, todo puede cambiar en cuestión de días, pero hace dos meses esta jugada se antojaba, sencillamente, imposible.
Es por esto por lo que, como explica Schmidt, “está invirtiendo de forma muy inteligente en Iowa, donde tiene un equipo muy energético y un operativo que gusta mucho, al contrario que los equipos de Biden, según se han quejado incluso quienes apoyan al expresidente. En nuestras mejores encuestas en Iowa, Buttigieg ya ha aparecido en el primer puesto”.
“Los demócratas de Iowa son muy abiertos y progresistas. Fueron ellos los que le dieron la victoria a Obama en 2008 y a una mujer como Hillary Clinton”, añade Schmidt. “Muchos están ahora diciendo que ya es hora de mostrar que una persona homosexual puede ser presidente sin mayores problemas siempre que demuestre las cualidades que el alcalde está mostrando durante esta campaña”, apostilla el politólogo.
¿Quién es Pete Buttigieg? ¿Qué propone?
Pero, más allá de la estrategia y de los resultados, ¿quién es Pete Buttigieg? ¿Qué propone? ¿Cuáles son sus debilidades y sus fortalezas como candidato? Mayor Pete, como Biden, es un candidato centrista del Partido Demócrata, frente al ala más a la izquierda que representan Sanders y Warren.
“El problema de éstos es que ambos tienen un suelo muy alto, pero también podrían adolecer de un techo bajo. Buttigieg tiene la ventaja de que le disputa el voto a Biden y éste está teniendo problemas de financiación”, explica el politólogo de Politikon Roger Senserrich.
Lo que está por testarse es cuál es el techo de Buttigieg. La encuesta de la Universidad de Quinnipiac del pasado martes presentó, de momento, un tablero completamente revuelto: Biden recibiría el 24 por ciento de los votos demócratas, Buttigieg el 16 por ciento mientras que Warren y Sanders obtendrían el 14 y el 13 por ciento, respectivamente. Es la primera encuesta que sitúa a ambos por debajo del 15 por ciento y a Buttigieg por encima de esa cifra.
Para explicar en qué consiste el centrismo de Buttigieg se puede recurrir a su propuesta de modelo sanitaria. Frente al Medicare For All -un sistema de salud universal, público y gratuito- de Sanders y Warren, Buttigieg se alinea, como Biden, en profundizar en el Obamacare -muy atacado bajo la administración Trump-: un seguro médico financiado con fondos federales, para el que hay que contar con ciertos requisitos -las personas indocumentadas no pueden acceder a él, entre otros elementos-, con coberturas muy amplias aunque no completas y con ciertas limitaciones debido al hecho de que su aplicación depende de los estados; y los estados republicanos han sido hasta ahora menos proclives a aplicarlo.
Ésta es la tendencia que suelen tomar las propuestas de Buttigieg, más moderadas y también más pragmáticas a la hora de tratar de captar también cierto voto republicano o indeciso.
"Gusta mucho a la izquierda pija y millonaria de California y de Silicon Valley", afirma Senserrich
Por otro lado, tampoco tendría mucho espacio si radicaliza sus propuestas porque esto lo obligaría a competir con Sanders y Warren, que están muy sólidos entre los adeptos del ala izquierdista del partido, y a quien Buttigieg aspira a quitarle votos es a Biden: necesita convencer a los demócratas centristas que él y no Biden es su candidato.
Otro elemento de su centrismo puede verse en la financiación de su campaña. “Gusta mucho a la izquierda pija y millonaria de California y de Silicon Valley”, afirma Senserrich. “También está consiguiendo mucho dinero de Wall Street y esto puede acabar siendo un lastre para él porque es un elemento no muy popular entre los demócratas, sobre todo para el sector más a la izquierda del partido y de la sociedad americana”, detalla Schmidt.
De hecho, la campaña del Mayor Pete alcanzó el segundo trimestre del año las cotas de captación de fondos de Sanders, que es con diferencia el que más recauda. Sanders alcanzó entre abril y junio un total de 25,3 millones de dólares y Buttigieg logró 24,9 millones, por delante de Warren y Biden.
Schmidt destaca así otras fortalezas de la candidatura del exteniente en Afganistán: “Buttigieg ha estado muy bien y se ha mostrado muy inteligente en sus debates televisivos con el resto de candidatos. Tiene además muchas dotes en las entrevistas ante los medios. Además, en los debates Biden ha tenido un rendimiento muy pobre, se lo ha visto a menudo confundido y lánguido, y esto ha disparado a Buttigieg”.
Otros puntos fuertes, añade Schmidt, son que “es el único candidato que habla abiertamente y con convicción sobre su fe y su religión y además es muy bien visto por los norteamericanos que respetan a quienes se ofrecen voluntarios para servir en el ejército, como hizo Buttigieg en Afganistán”.
Las debilidades de Buttigieg
Sin embargo, el alcalde de South Bend tiene debilidades que le pueden costar caro: “En primer lugar, está el hecho de que es homosexual, que supone aún un problema para muchos votantes en Estados Unidos. A esto se le suma que aún no es bien conocido entre los votantes demócratas y que no está conectando con la población negra”, sostiene Schmidt.
Los votantes negros ya impulsaron el triunfo a Obama y de momento se inclinan más por Biden. Si Buttigieg echa el resto para tratar de ser cada vez más popular y conocido y para concentrar el apoyo de ese sector de la población, tendrá una opción inmejorable para llegar a Iowa como un candidato de peso, no ya como la joven promesa. De momento, no está sabiendo cómo hacerlo.
"En primer lugar, está el hecho de que es homosexual, que supone aún un problema para muchos votantes en Estados Unidos", sostiene Schmidt
El reto que tiene ante sí es inmenso. Primero, tiene que disputarle las primarias a tres políticos de peso, recorrido y solera. Si lo logra, le disputaría la Casa Blanca al presidente que ha asumido el cargo con más edad —Donald Trump tenía casi 71 años cuando tomó posesión— y aspiraría a batir otros dos récords más: el de ser el primer presidente gay de Estados Unidos y el presidente más joven de la historia del país, superando la marca de Theodor Roosevelt, que accedió al cargo en 1901 aún con 42 años tras el asesinato de William McKinley.
Quizás demasiados récords, demasiadas carambolas y demasiada altura para un castillo de naipes que puede venirse abajo en cualquier momento. Pero un dato hay cierto: a dos meses para llegar a Iowa, ya ha aparecido segundo en los sondeos. Y cada vez hay más norteamericanos que saben pronunciar su nombre.
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