Entrevista a Ángela, vigilante de Prosegur agredida por un compañero"No puedo olvidar sus ojos mientras intentaba atropellarme"
A Coruña--Actualizado a
Ángela Vázquez Romero es empleada de Prosegur y el pasado mes de agosto sufrió una agresión machista por parte de otro guardia de seguridad, quien la insultó, la golpeó y trató de atropellarla con su coche cuando hacían el relevo de los turnos de vigilancia en un edificio del campus de Ourense de la Universidade de Vigo.
Ella es delegada de personal de la Confederación Intersindical Galega (CIG) y está de baja desde entonces. Su agresor, en cambio, está cubriendo su baja en el puesto que ella desempeñaba. La empresa, que se ha negado a activar el protocolo de acoso de su plan de igualdad, alega que lo que le pasó fue un "incidente aislado" que no constituye "ningún tipo de acoso".
Ángela, divorciada y con dos hijas a su cargo, vive ahora con el 75% de su sueldo porque la mutua de Prosegur se niega a reconocer que la agresión fue un accidente de trabajo, y el Instituto Nacional de la Seguridad Social se limita a decir que no puede pronunciarse sobre el tema hasta que se resuelva el juicio contra su agresor.
Han pasado más de tres meses desde la agresión, ¿cómo se encuentra?
Mal, está siendo muy duro. Tengo dos hijas menores y viven con miedo. Y yo también tengo miedo. No puedo olvidar sus ojos, desorbitados, mientras intentaba atropellarme y me llamaba zorra y puta. Esa imagen no se me va de la cabeza. Sé que tengo que seguir batallando, soy una persona fuerte, pero no deseo a nadie el calvario por el que estoy pasando.
¿Por qué la atacó su compañero?
No lo sé. Lo conozco desde hace años y teníamos una relación cordial, aunque sé que hablaba mal de mí a mis espaldas. Ese día me reincorporaba de las vacaciones, y cuando le daba el relevo en un turno, empezamos a hablar de trabajo. En un momento dado, se refirió a otros vigilantes diciendo que si no les daban horas, pues que pusieran a sus mujeres "a hacer de putas". Le dije que no tenía que hablarme en ese tono y entonces empezó a llamarme puta y zorra y a decirme "a mamarla".
Él alega que usted bloqueó la puerta del garaje donde estaban para impedir que saliera.
Sí. No podía tolerar esa falta de respeto hacia mí y hacia mis compañeros. Soy delegada de personal. Mido 1,58 y él 1,80 pero llevo años en este trabajo, llevo uniforme y sé cuándo debo mantenerme firme. Aunque sabiendo lo que pasó después, no sé si volvería a hacerlo.
¿Y qué pasó?
Cuando bloqueé la puerta del garaje y le pedí expicaciones, aceleró y me golpeó con la defensa del coche a la altura de las rodillas. Luego se bajó, me empujó y me quitó el teléfono apretándome la mano, porque yo estaba intentando grabar lo que ocurría. De verdad que no puedo olvidar sus ojos, su cara de trastornado insultándome y diciendo "¡a mamarla!" mientras hacia gestos de una felación.
Después se metió otra vez en el coche, llamó al inspector [el supervisor de ambos] y, como si de repente hubiera recuperado la calma, le dijo que yo no le dejaba salir del garaje. Mientras habalaba, yo le gritaba al inspector "¡Enrique, socorro, auxilio!". Intenté recuperar el móvil del asiento del copiloto, pero cerró la ventanilla y aceleró hacia delante y hacia atrás, arrastrándome por el garaje. Entonces me hice pis encima. Estaba aterrorizada, porque me di cuenta de que no quería asustarme, quería hacerme daño de verdad.
¿Nadie la auxilió?
Tras la llamada al inspector, llegó un compañero, pero me dijo que sólo había venido a abrir el garaje, que esa era la orden que le había dado. Yo le pedí que llamara a la Policía o que me dejara hablar con el supervisor, pero él no quería hacerlo, estaba obsesionado con cumplir con la orden del inspector. Al final, conseguí su móvil y llamé a la Policía.
Su agresor también la denunció a usted, dice que golpeó su coche y que le rompió un retrovisor.
Es mentira. Mi otro compañero pudo ver que su coche estaba en perfecto estado. Y, además, están las grabaciones de las cámaras de seguridad del exterior, que también lo demuestran.
El atestado dice que estaba usted en estado de choque y que tuvieron que llamar a una ambulancia.
Creo que tuve un ataque de ansiedad, no podía creer lo que me estaba pasando.
El atestado no recoge nada sobre la agresión.
No puedo entenderlo. Vinieron seis policías, les dije que él me había sacado fotos mientras me agredía y vi cómo uno de los agentes se acercaba a él y le pedía el teléfono y las miraba. Cuando volvió, le pregunté si las había visto, y me dijo que sí. No entiendo por qué no lo han reflejado en el atestado, porque tampoco mencionan que vieron las heridas y los moratones. Uno de ellos incluso me dijo que mi agresor estaba respondiendo como responden habitualmente los agresores, aparentando tranquilidad y como si les sorprendiese la situación. No sé por qué los agentes no han reflejado todo eso en el atestado. Mi padre era policía, yo me he criado en una comisaría y sé que a veces intentan quitarse de encima los problemas. Es la única razón que puedo entender.
Hay dos partes de dos centros médicos que indican que llegó usted con lesiones físicas y psíquicas por violencia machista compatibles con su versión de la agresión.
En el punto de atención continuada me dieron un trankimazin, pero en el centro médico del Carmen el médico no quería explorarme. Me atendió porque la persona de administración que estaba de guardia le dijo que tenía la obligación de hacerlo.
¿Nadie de la empresa la acompañó?
No. Tuve que volver andando a por mi coche. Iba meada, sola, llorando, dopada por el trankimazin... Me crucé con Enrique, el inspector, pero me dijo que había ido al campus sólo para comprobar si el servicio estaba garantizado, como si no hubiera pasado nada. Le dije que quería contárselo, que tenía el parte de lesiones. Pero ni siquiera quiso verlo.
¿Nadie de Prosegur la llamó para interesarse por lo que le pasó?
No. Al día siguiente de la agresión me llamó el inspector, pero sólo para para saber si iba a poder cubrir mi turno.
¿Y desde entonces nadie de la empresa se ha puesto en contacto con usted?
No.
Entonces Prosegur se negó a activar su protocolo de acoso sin ni siquiera escucharla.
Prosegur es puro márketing, lo que les importa es la imagen, y si activaran el protocolo de acoso significaría que me dan algo de veracidad. Un compañero de A Coruña sufrió otro caso de acoso y tampoco activaron el protocolo, y eso a pesar de que fue sostenido en el tiempo y de que tenían todas las pruebas que demostraban que decía la verdad. Cuando salió la sentencia de ese caso, dijeron que le habían impuesto una sanción grave al agresor, pero no le despidieron, ni quisieron explicar qué sanción le habían impuesto. Fue una pantomima.
Prosegur aseguró hace meses que había abierto una investigación interna sobre su caso que encargó a un consultor externo. ¿Le han comunicado las conclusiones?
No. Ni siquiera creo que sea cierto que hayan abierto una investigación. ¿Una empresa externa? ¿Qué empresa? ¿Quién es ese consultor?
¿Quiere decir que ese consultor no la ha llamado?
No, no me ha llamado nadie.
¿Nadie de la empresa le ha llamado para conocer su versión en la investigación de los hechos?
No, de verdad que no.
¿Usted cree que el sector de la seguridad privada es machista?
Al cien por cien. Hasta el punto de que situaciones de acoso se convierten en normales. He compartido turnos con tipos que se insinuaban, que intentaban meterme mano, que me decían que querían ser infieles con su mujer...
¿Cuántas vigilantes de Prosegur hay en Ourense?
Yo soy la única. Somos 33 vigilantes y yo soy la única mujer.
Da la impresión de que quien les contrata piensa que el suyo es un trabajo para hombres.
No es así. Llevo 22 años trabajando, he estado con gente haciendo botellones, con gente drogada, y sé que muchas veces lo que importa es tener astucia, pericia, psicología... No hace falta estar cuadriculado ni hacer pesas para resolver los problemas que tiene que resolver un vigilante.
¿La Universidade de Vigo se ha interesado por usted?
No. El pasado día 4 hubo una manifestación en el campus de Ourense para reclamar a la Universidade que retire a mi agresor de su puesto allí y algunos profesores ni siquiera sabían que la agresión había existido. También nos dirigimos por carta al rector, pero no se ha dignado a responder.
¿Qué le diría usted a otras personas que hayan pasado por una situación similar?
Lo que les he dicho a mis hijas. Que ahora mamá se va a defender para que esto no vuelva a pasarle a otra persona.
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