Entrevista a Julián Hernández"Estaba planeado que Siniestro Total se retirara hace veinte años, pero la cosa se fue liando"
A Coruña-
La mejor banda de rock de España y una de las mejores de Galicia, por este orden, deja para siempre los escenarios este fin de semana en Madrid con dos conciertos, viernes y sábado, en los que repasarán su trayectoria junto a los miembros que han formado parte del grupo.Julián Hernández, el único que ha estado desde su fundación, recibe a Público en una terraza de Cambre, el pueblo donde vive, en una amena conversación en la que participan también los periodistas Xosé Manuel Pereiro y Suso Iglesias.
¿Por qué han tardado cuarenta años en dejarlo?
Tendría que haber sido al día siguiente del primer bolo, ¿verdad? Estaba previsto que nos retiramos hace mucho por la influencia de The Band y El último vals, en la que sale Robbie Robertson diciendo "veinte años, ¡ya está bien de carretera!". Cuando hicimos La historia del blues [en 1999] pensamos "hasta aquí, veinte años, veinte aniversario, fin". Pero luego se fue liando la cosa.
Dejan huérfanas a varias generaciones que se preguntan eso, ¿por qué?, pero no para encontrar una explicación razonada, sino como hacía Mourinho, a modo de lamento.
Todos estamos de acuerdo en que hay que saber retirarse a tiempo. Pero, ¿cuándo es "a tiempo"? Tuvimos muy claro el ejemplo de Induráin. Fue un superhombre, ganó cinco tours. Sólo tres tíos lo consiguieron antes que él, y ninguno después. La presión, la opinión pública, los fans, los de su pueblo, todo dios... Le obligaron a correr el sexto tour a pesar de que él había dicho que no iba porque no iba a poder. Y efectivamente, fue pero se tuvo que retirar. Y ya nadie habla de Induráin. El mejor deportista español de todos los tiempos está olvidado por no saber retirarse a tiempo. Así que nosotros pensamos que más vale pájaro en mano. Después de cuarenta años, ya llega.
Siempre se van los mejores. Primero Feijóo, ahora ustedes...
No, Feijóo no se va, a Feijóo lo exportamos. La exportación en Galicia es una cosa muy arraigada desde tiempos inmemoriales. Hubo un momento en que teníamos la Conferencia Episcopal, la Presidencia del Gobierno y la Presidencia de la SGAE: Rouco Varela, Rajoy y Antón Reixa.
Lo de preparar sus dos últimos conciertos con entre cuarenta y cincuenta temas también parece de superhombres. Son tres horas y pico, ¿no?
No, no, esto es Siniestro Total, no Bruce Springsteen. Pero sí, son más de cuarenta temas.
Siniestro nació con el punk, que se asocia a la falta de apego al trabajo. Pero ustedes llevan cuarenta años de conciertos, cuarenta discos...
Sí, en parte es por eso por lo que se fue Miguel Costas, por el stajanovismo del grupo. Y estos ensayos están siendo muy duros. Wyoming decía, y tiene toda la razón, que nuestro afán es no dar un palo al agua, pero nos matamos a currar para no dar un palo al agua. Es totalmente contradictorio, pero es verdad.
Venían de un movimiento generacional que decía que no tenía futuro.
Los Sex Pistos de vez en cuando sí que hacen alguna cosa. Hicieron la Filthy Lucre Tour, la gira "lucro Indencente". La gente se echaba las manos a la cabeza, pero decían la verdad, estaban siendo más sinceros que nunca.
¿Ha pensado en su "no future" personal?
No, cero. Como decía Humphrey Bogart en Casablanca cuando le preguntaban qué iba a hacer esa noche: nunca hago planes con tanta antelación. Aunque ahora voy a presentar el libro
Iba a preguntarle por eso: después de 'Sustancia negra', en 'Folla con él' hace un repaso ilustrado de las versiones de Siniestro, que son una seña de identidad del grupo
La idea inicial era hacer un cancionero con notas. Los derechos de autor de las versiones han sido para los autores originales. De hecho, en el registro español de Sweet home Alabama de Lynyrd Skynyrd figura "canción también conocida como Miña terra galega". En España ganan más dinero con nuestra versión que con la suya. El libro trata de dejar constancia de esas letras. Al principio pensé en recogerlas tal cual con una nota, pero al final me han salido una o dos páginas de la letra de cada canción y luego diez páginas de notas.
Sus versiones no son meras 'covers', hacen suyos esos temas y consiguen que desde Lynyrd Skynyrd a AC-DC suenen a Siniestro Total.
Las hay hasta de Petula Clark [autora de The life and soul of the party que la banda gallega versionea en Hoy voy a asesinarte]. Y es un robo, es verdad. De ahí el libro. Me plantée qué sentido tiene hacer esas versiones. No se trata de coger una canción porque nos mole, sino porque nos da una pista sobre una historia. Como esas postales de Galicia con varias fotos: una mariscada, unos gaiteiros, el hórreo de Carnota y una banda con el lema "Terra Meiga" o "Miña terra galega". Esa era la idea. Con Sweet home Alabama ya estaba contada media historia.
Hablando de robos, ¿qué le parece la re-versión que ha hecho de ese tema Radio Océano? Tiene aquí a su vocalista, aproveche...
Nos vamos robando unos a otros. Y la nueva letra es muy buena. Después de tantos años hacía falta actualizarla.
A través de toda su trayectoria, y no sólo por 'Miña terra galega', han transmitido una imagen de Galicia muy distinta a la que recogen los tópicos, incluidos los que reflejan un pueblo de lamentos y lloriqueos.
Los primeros en hacerlo fueron Os Resentidos. Galicia caníbal fue un éxito para empezar a cambiar esa postal. ¿Quién era esa ministra que dijo hace poco que con la llegada del AVE a Ourense se acababa el aislamiento de la Galicia de Valle Inclán? ¿Qué aislamiento, pero qué dices? Las imágenes tópicas siempre acaban funcionando.
También dieron a conocer Vigo.
Bueno, al menos contribuimos a que saliera en el mapa del tiempo en televisión. Pero sin exagerar, hace poco me preguntaron si nos merecíamos una calle. Pero, hombre, ¿quién va a querer vivir en la calle Siniestro Total, 13?
Además de Siniestro Total, usted siempre ha tenido multitud de proyectos.
Desde chavales ya estábamos metidos en cuarenta líos. De pequeño yo creía que la escolarización era el estado natural del ser humano, hasta que me di cuenta de que había muchas otras cosas fuera de un aula. Fue gracias al movimiento Rompente, a los poetas, a los pintores... Y después en Madrid siempre estuve metido en muchas cosas.
Entonces Wikipedia no miente y usted es madrileño de verdad.
Sí, nací en el exilio madrileño porque mi madre fue a dar a luz allí porque estaban su hermana y su madre. Pero soy de Vigo. Mi padre es de allí e incluso fue socio del Celta durante muchos años, algo que yo no. En eso no he sido un buen hijo.
¿Qué pensaban sus padres cuando empezaron con el grupo?
Nunca tuve ningún problema, como iba al conservatorio pensaban que era sólo una gamberrada. Quien tenía problemas era Germán Coppini. Las cosas que canta en sus canciones son reales, aunque entiendo que algo exageradas.
¿Cómo fue la ruptura con Germán Coppini y su relación posterior con él?
Estar en dos grupos tan diametralmente distintos y hasta opuestos no tenía sentido. Pero la cara, la imagen y la voz de Siniestro era él. Se comió medio mundo. Es curioso porque de verdad interiorizaba las letras, era más que interpretarlas. La primera vez que tocamos en directo Matar hippies en las Cíes agarró el micrófono y grito "¡Exterminio!". Retumbó todo el cine Salesianos e hizo que se fueran las doce personas que había. Sólo quedaron cuatro amigos tirando octavillas.
¿Con 'Las tetas de mi novia' no tuvieron problemas?
No, mucho más con Matar hippies. En el año 81 aún pesaba mucho el rollo cantautor y de los grupos de jazz-rock que se asociaban con una época más hippie. Las tetas de mi novia era una canción que cantaba Miguel por los bares, y cuando la grabamos Manolo Ramón le dijo que cambiara la segunda estrofa. Quedó un poco bestia.
Cómo fue el reecuentro con Miguel Costas
Nada, "Hola, Miguel". "Hola, Julián". "Hay que tocar". "Pues vamos a tocar".
¿Así de fácil?
Así de fácil y así de difícil, supongo. Me recuerda a aquello que contaba Rómulo de dos marineros de Burela que se encuentran en Magadascar, se cruzan con sus barcos y sólo se miran y se dicen: "¿Qué hay?". Pues lo mismo: "Hola, Miguel". "Hola, Julián". Igual que treinta años antes.
Cuando anunciaron su último concierto dijo usted que el grupo sonaba y suena distinto con Miguel. No ha habido muchas bandas que hayan resistido tantos cambios de vocalista.
Quizá Dr. Feelgood, aunque no sé cuántos cantantes pasaron desde la muerte de Lee Breeyeaux. No sé, Frank Zappa tenía a varios, y Burning, cuando murió Johnny Cifuentes. Pero la verdad es que es raro. Cuando Germán se fue de Siniestro yo no sabía si íbamos a seguir porque nos daba pereza buscar otro cantante, y él me decía que fuera yo, que ya cantaba blues en los bares. Al final fue Miguel, que ya había grabado un tema, y luego yo, y también Soto... Todo por carencias del grupo. Yo fui batería porque no teníamos.
No le apena dar su último concierto con Siniestro?
¡Qué va! ¡Es una alegría! Es verdad que hay una carga emocional, pero está muy bien cerrarlo. Siempre lo he pensado, y por eso digo que la influencia de El último vals es mucha.
Siniestro Total además ha sido Siniestro Total durante cuarenta años. Han evolucionado pero no se han pasado a la cumbia, por ejemplo.
Eso de reinventarse, que es la palabra que se utiliza para esos cambios de chaqueta, refleja cierta inseguridad con respecto al mercado, porque si el mercado te tiene sin cuidado, no hay problema. Lo que sí es muy malo es haber estado juntos cuarenta años. Los Hombres G se separaron cuando empezaba a caer su estrella. De repente se reunieron otra vez y fue un bombazo. Si nosotros hubiéramos hecho lo mismo, nos habríamos forrado.
Igual sí pueden pensar en hacerlo dentro de un tiempo, déjennos al menos alguna esperanza...
No, ya no hay tiempo. Es verdad que hay muchos precedentes, pero fíjese en Los Enemigos. Se separaron y volvieron, pero cuando se separaron Josele aún no tenía la edad que tengo yo ahora. Si nosotros estamos otros diez años sin tocar y nos reunimos, me va a tocar con setenta. Y con setenta no paso por un escenario ni de coña.
¿Ni por setenta kilos?
El lucro indecente habría que pensárselo, pero para eso hay que vender como los Sex Pistols, y nosotros no sé si venderíamos. Unos vejestorios tocando, "ye, ye, no me toques la pirola...". ¡Que aburrimiento!
¿'Ayatolah no me toques la pirola' ha estado siempre en todos sus conciertos?
Prácticamente siempre, sí. Alguna vez nos dijeron si era una canción contra el Islam, por Charlie Hebdo. Pero la canción acaba diciendo "Ayatolah, mola", con lo cual estamos cubiertos. Arderíamos antes en la plaza de San Pedro por un auto de fe. El éxito de la canción fue gracias a Jesús Ordovás, que fue quien lo inventó todo. Las canciones que puso de la primera maqueta se quedaron ahí, como iconos. Con respecto a lo de volver, vais a tener que creernos. Hay gente por ahí diciendo en Facebook que somos unos peseteros y tenemos preparada una gira secreta. ¿Qué ventajas tiene una gira secreta? ¿Que no vaya nadie a los conciertos? También hay una polémica entre dos facciones, la costista y la julianista. Hay un grave problema neuronal ahí.
¿Y si alimentamos esa polémica?
Una vez tuvimos una con Héroes del Silencio, que ganaron ellos, claramente. Nosotros decíamos que serían héroes si estuvieran en silencio.
Con cuarenta años de trayectoria, ¿cómo se ve ahora aquello del sexo, las drogas y el rock and roll?
Nosotros éramos más de pajas, tintorro y blues. No pillábamos muy bien el sentido de las cosas. En lo del sexo veníamos de una época jodida, en la que empezaban a llegar cosas más duras en materia de drogas, pero nosotros éramos de alcohol. Además era la época de las vacas gordas, llegabas a los camerinos y había dos cajas de cervezas, botellas de whisky, ron, vodka, ginebra... Era lo normal, una barbaridad de alcohol. Con los recortes todo cambió, ahora sólo hay infusiones.
Como dice el lema de su último concierto, tiene mucho mérito llevar cuarenta años cantando y no haber pasado por la Audiencia Nacional, e incluso que nunca les hayan cancelado un concierto, como a los grupos vascos.
No es cierto que la época en la que empezamos fueran tiempos muy distintos a los de ahora. Y es alucinante cómo llegamos a interiorizarlo, ese es el problema. Un día fuimos a tocar a Tordesillas, después de la prohibición del Toro, y uno de la organización me vino dijo si podíamos no tocar Alégrame el día, que podía herir la sensibilidad de alguien. Le respondí: "Mira, no íbamos a tocarla, pero ahora que me lo has recordado, pues la tocamos". Mentí, porque algo teníamos preparado, pero la tocamos y no pasó nada. Y no tiene que pasar nada. En Mallorca nos pasó algo parecido con Cuánta puta y yo qué viejo.
Nadie le pide a un escritor que no construya un personaje que es un asesino.
Claro, ni aunque lo haga en primera persona. Lo decía Josele: puedes hacer una serie de televisión, una película, una novela, cómics, lo que quieras, con ultraviolencia por todas partes. ¡Ah! Pero no escribas una canción. Un tema como ¿Qué tal, homosexual? Sólo tiene esa palabra, "homosexual". Podría haber sido "heterosexual", o "bisexual".
¿El humor sirve para calmar a quienes se pueden sentir eternamente ofendidos?
Siempre ha funcionado así. En la gira que hicimos con Manqui [Manuel Manquiña] por La historia del blues pasamos por el Antzokia de Bilbao, donde el cátering para los conciertos siempre fue espectacular: una mesa llena de tortillas, jamón, chorizo, botellas de vino... Estábamos allí comiendo con gente del Antzokia, algunos habían sido de las Gestoras pro Amnistía y habían estado en el trullo y Manqui gritó en voz alta: "¿Pero cómo les vamos a dar la independencia con lo bien que comen? ¡Viva la Guardia Civil!". Pasó uno que había sido de Gestoras y primero se quedó aterrado, pero luego nos vio y nos dijo: "¡Ah! ¡Sois vosotros! Nada, nada...".
Si algún tema de Siniestro lo hubieran cantado Eskorbuto, Kortatu o La Polla Récords, ¿se habría visto de otra manera?
Me escribieron el otro día para intentar hacer un libro sobre el rock radical vasco, que fue la hostia de radical y la hostia de vasco. Para nosotros era una envidia porque tuvieron una implantación social en Euskadi como nadie la tuvo aquí, ni nosotros, ni siquiera Os Rentidos, ni el rock bravú. En Galicia tuvo más implantación el Xabarín [el icono de un programa juvenil de la TVG] que un movimiento de rock adulto. El rock radical si lo logró en Euskadi.
En cierto sentido fue la tormenta perfecta, ¿no?, gustaba a todas las generaciones, a los mayores por el rollo borroka y a los chavales, por el rock.
Claro. Eso fue cuando Herri Batusana, y en Galicia el BNG, aceptaron el rock como música no imperialista. Ese fue un gran problema, hubo que explicarles que el blues venía de los negros, de Mississippi, de los irlandeses que tuvieron que emigrar... Costó un montón, y fue gracias a Radio Océano, y sobre todo de Os Resentidos, que tenían pedriguí, que no eran sólo un grupo de rock, sino un grupo de vanguardia, como Cabaret Voltaire, o como The Residents, qué sé yo. Pero es curioso lo de los grupos vascos, con esa identidad tan asentada, de creérselo tanto. Un poco como Coppini. El humor es la manera de saltar esa barrera. En una letra como Hoy voy a asesinarte lo que hay detrás es un tipo que está haciendo ridículo. Hay que leérsela entera. Y en cuanto a los títulos, pues buscábamos los que sonaran más bestias. ¡Así han aprovechado todos los periodistas del mundo para hacer titulares! Que si "Ante todo, mucha calma", que si "Menos mal que nos queda Portugal". ¿Pierdes unas elecciones? Pues titulas "Siniestro Total".
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