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Huawei El 'caso Huawei' amenaza a todo el sector tecnológico chino en EEUU

El veto de la Casa Blanca a Huawei, respaldado de inmediato por Google, que dejará de prestar servicios de Android a la multinacional china, ha puesto en jaque a las firmas tecnológicas del gigante asiático en EEUU.

Logos de Huawei, TZE y Xiaomi.

DIEGO HERRANZ

La orden ejecutiva firmada por Donald Trump que abre la guerra comercial contra Huawei deja pocos resquicios al veto impuesto al gigante tecnológico chino. Pese a los tres meses de tregua que ha declarado el presidente estadounidense a Pekín para que asuma sus tesis negociadoras y evite, entre otras medidas, que Google deje de suministrar los servicios de la mayor plataforma digital, Android, al fabricante asiático de terminales móviles y uno de los indiscutibles líderes del negocio 5G en el mundo.

Porque el propio decreto, destinado a "asegurar los servicios y el flujo de abastecimiento en el sector de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones", deja negro sobre blanco que impondrá el "poder de veto” sobre propiedades de personas físicas o jurídicas que ofrezcan “diseños, desarrollos, productos o suplementos” al mercado americano que "puedan constituir" transacciones que creen "un riesgo inaceptable" a la seguridad del país. La Secretaría de Comercio, en consulta con el gabinete, vigilará especialmente si esta amenaza procede de algún “adversario extranjero”, matiza.

Por si cupiera alguna duda. La orden se guarda de mencionar a China. O a cualquier otro rival económico de EEUU. Pero está dirigida a las firmas tecnológicas del gigante asiático. La punta de lanza ha sido Huawei y sus filiales, hasta setenta, a la que el Departamento de Comercio incluyó en la Lista de Entidades sujetas a Seguridad que gestiona la Oficina de Industria americana.

La compañía de móviles ZTE anticipó el caso Huawei; fue investigada en 2017, sancionada y llegó a pagar 1.190 millones de dólares

Pero en el horizonte hay otro gran emporio chino amenazado, ZTE, a la que Washington también acusa de filtrar secretos tecnológicos a los servicios de espionaje chinos. Una firma poco o nada reconocida por el consumidor estadounidense. Pero la reseña ZTE en EEUU es la que suministra y vende a AT&T y Verizon sus smartphones de bajo coste. Con pingües beneficios. Absorbió el 11% de la cuota de mercado norteamericano de estos terminales en el primer trimestre de este año. Sólo por detrás de Apple, y de las surcoreanas Samsung y LG.

No por casualidad, el pasado mes de abril, la Casa Blanca prohibió a ZTE la adquisición de material electrónico y tecnológico de fabricantes estadounidenses bajo la acusación de que vendían estos componentes a Corea del Norte e Irán. Con 33 años de historia y casi 75.000 empleos en todo el mundo, opera en más de 160 países y compite globalmente con Apple o Samsung, pero también, con Huawei y Xiaomi, otras de las damnificadas.

Su estrategia de penetración y desarrollo en EEUU, prevista para este año, con inversiones ya aprobadas por su cúpula ejecutiva, se ha visto alterada, según confirman desde sus cuarteles generales en China. A diferencia de la subsidiaria de ZTE, con sede en Dallas desde 2009, y que ha logrado una alta consolidación en EEUU a partir de planes de negocio que, hasta ahora, incluían el uso de chips de Qualcomm, pantallas de Corning y software Android de Google.

El año pasado, admitió y pagó 1.190 millones de dólares en multas por violación de los acuerdos comerciales. Impuestas por Wilbur Ross, secretario de Comercio, que llegó a acusar a sus directivos de "practicar juegos comerciales impropios". Tesis acrecentada por el director del FBI, Chris Wray: "Estamos profundamente preocupados por los riesgos de permitir a cualquier compañía sostenida por gobiernos extranjeros que no comparten nuestros valores para ganar posiciones competitivas dentro de nuestras redes de telecomunicaciones".

Nueva señal de indefinición política en EEUU

Sin embargo, esta cruzada contra las firmas tecnológicas chinas que operan en EEUU tiene voces discrepantes fuera de la órbita ejecutiva de la Administración Trump. Desde el Comité Bancario del Senado, de mayoría republicana, se ha aprobado una enmienda que previene al presidente de cualquier intento unilateral de imponer vetos y sanciones sobre ZTE, iniciativa que dejaba al Departamento de Comercio ante la difícil tesitura de cómo actuar en el futuro. Porque, una vez más, el descontrol entre el poder ejecutivo y legislativo se instaló sin remedio.

Trump levantó la sanción a ZTE y la Cámara Alta, a comienzos de este año, instó al dirigente republicano a que impusiera nuevas multas. Todo un despropósito. Que tiene mucho que ver con las reticencias y temores de las tecnológicas americanas con intereses empresariales en el mercado chino y la convulsión bursátil que ha creado este nuevo episodio de la guerra comercial entre ambas superpotencias.

Sea como fuere, lo cierto es que el gran foco de amenaza de la nueva maniobra del gabinete de Trump contra Huawei es el conjunto del sector digital chino en EEUU. En un momento en el que su apuesta por asentarse en suelo estadounidense es más que notable. Un reciente estudio de la firma de investigación Renaissance Capital asegura que 23 compañías firmas han publicado la identidad de sus entramados accionariales y sus listados de proveedores comerciales a lo largo de 2018. Exigencia normativa ineludible para acometer ampliaciones de capital que consoliden sus negocios en EEUU. Una cifra desconocida desde 2010.

Entre ellas, el gigante de e-commerce Pinduoduo, compañía de componentes electrónicos asociada a Xiaomi que, en apenas cuatro años, cuando aún era considerada startup, ha acumulado más de 23.000 millones de dólares de facturación. O el fabricante de coches eléctricos Nio. Como también la división de música de la firma Tencent, la mayor china en el negocio de servicios de streaming. En un clima generalizado de compañías dispuestas a abordar el mercado de consumo americano en los próximos meses y con intención de aumentar su capital. Como Ron Cao, subsidiaria del banco de inversión Sky 9 de Shangai, deseosa de multiplicar su presencia internacional más allá de los mercados asiáticos.

Todas ellas podrían ser susceptibles de ser investigadas y sancionadas por el Departamento de Comercio de Wilbur. Por ostentar vínculos directos con la industria tecnológica. Aunque, por el momento, el ataque frontal se lo lleve exclusivamente Huawei, firma que, de los 70.000 millones de dólares que gastó en componentes y proveedores el pasado año, más de 11.000 procedían de empresas estadounidenses, según se encargó de certificar Joe Kelly, portavoz del emporio tecnológico chino. Principalmente, de Qualcomm, Intel y Broadcom. Además de su vínculo con el sistema operativo de Google.

La diplomacia económica sale a la palestra

La escalada de tensión en torno a Huawei ha desatado también una tormenta política mundial, en la que emergen posiciones encontradas que difícilmente contribuirán a encontrar soluciones de consenso. La empresa china emitió un comunicado en el que aseguraba que el movimiento del Departamento de Comercio americano “no obedecía ni iba a favorecer a ningún interés”, ni de China ni de EEUU" y que, al contrario, "dañará a la economía y a las compañías americanas con las que Huawei realiza negocios”, destruyendo "decenas de miles de puestos de trabajo en el país”.

Las grandes operadoras en Europa y Japón sopesan desmarcarse del gigante chino Huawei

La diplomacia de Pekín, a través de sus ministerios de Exteriores y Comercio, urgieron a la Casa Blanca a "frenar estas prácticas restrictivas” y a generar “unas condiciones favorables para restablecer la normal cooperación entre los sectores privados de ambas naciones". Entre las que citó expresamente acabar con la acusación de que los progresos tecnológicos de firmas chinas se deben al robo del know-how de empresas americanas.

“Huawei ha hecho inversiones multimillonarias y sostenidas en innovación en los últimos 30 años durante los que ha sido un suministrador global de garantía de servicios de telecomunicaciones”. Algo que constata Sravan Kundojjala, analista en India de Strategy Analytics, quien estima que tres cuartas partes de los smartphones que fabrica la multinacional china contiene chips desarrollados en sus cadenas de producción.

Pero la orden de Trump también salpica a la industria tecnológica de sus aliados. Oficialmente, Europa no ha tomado decisión alguna. Pero los mensajes que proceden de Londres o París no son alentadores para Washington. Sus respectivas diplomacias se han desmarcado de cualquier presión sobre el gigante tecnológico chino y apelan a sus soberanías para aclarar que se reservan el derecho de acordar con Huawei de la manera que estimen oportuna, incluso si tal decisión no sigue los designios de Washington.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha sido, quizás, el más explícito: “Nuestra perspectiva no es bloquear a Huawei, ni a ninguna otra compañía”. La premier, Theresa May, se limitó a decir que Reino Unido "está revisando jurídicamente las leyes que regirán el negocio 5G y que, cuando esté lista la regulación pertinente, su gobierno acudirá al Parlamento para explicarla convenientemente".

Aun así, las grandes tecnológicas europeas y japonesas están entre las que han tomado cartas en el asunto. Para alegría de Trump, Vodafone y EE, las principales operadoras de su mercado, has descartado a Huawei de su negocio 5G y las tres firmas que dominan el mercado de Japón, NTT Docomo, KDDI y SoftBank Corp, han puesto en cuarentena la elección de sus socios en esta nueva era digital. Al presidente estadounidense también le respalda, por omisión, el Partido Demócrata, cuyos candidatos a ser cabeza de cartel en las elecciones de 2020 guardan un prudente, pero a la vez elocuente silencio, en torno a todo lo que tenga que ver con la guerra comercial de la Casa Blanca. Y, por supuesto, Matteo Salvini, el primer ministro italiano, que dijo oponerse “firmemente” a conceder a conglomerados chinos el acceso a mercados sensibles para la seguridad nacional de un país, como las redes de 5G.

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