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Ni fútbol ni escudo

El Valencia de Emery pasa por encima del Madrid (3-0) y enfila su participación en la próxima Liga de Campeones. El equipo de Juande deambula por Mestalla y ofrece síntomas de estar roto

LADISLAO JAVIER MOÑINO

Los números que tanto inspiraban a Juande hasta la debacle del Barcelona, ahora, también muestran la otra realidad: sin posibilidad de ganar el título este Real Madrid ya es historia. Ayer se manejó en Mestalla con todos los defectos que le han acompañado durante la temporada, pero con dos velocidades menos.

El turbo se lo inyectaba su fe en otra remontada imposible. Ya no. Ahora sus jugadores deambulan como lo han hecho esta semana en Valdebebas. Jugaron como un equipo parado en la mitad de la tabla. En realidad, su fútbol durante el curso no ha sido mejor que el de los equipos que están en la zona templada de la clasificación.

La camiseta, la dignidad, los tópicos y las frases fáciles que han emanado de jugadores y entrenador durante la semana eran sólo eso. Perogrulladas para salir del paso que ni ellos mismos se creían. El Madrid mostró todos los síntomas de los equipos rotos. Imprecisión en el pase, malas caras y pasotismo en el repliegue. Ya no hay nada por lo que pelear. Ni fútbol ni escudo tuvo ayer el Madrid. Bueno, de lo primero ha tenido muy poco.

Se intuía desde el primer minuto que a la mínima que el Valencia cosiera una jugada sofisticada el gol llegaría. Como se intuía que al primer tanto, la impostura de la entrega, la dignidad y el orgullodesaparecerían. El Madrid consintió una jugada a un toque en sus narices trenzada por Baraja, Villa, Silva y culminada por Mata. La facilidad con la que se zafó este último de Cannavaro antes de fusilar a Casillas fue otra muestra de que ese escalón por debajo que todos reconocen respecto a los grandes equipos de Europa empieza por ahí.

La alineación del jugador italiano tras haber pasado ya reconocimiento médico con la Juventus representa el desgobierno que vive el club. Si había que defender la dignidad competitiva no se explica que el más adecuado sea un jugador que ya se conoce que no seguirá.

Disputar unos minutos el último partido puede ser una solución neutra para un jugador al que no se le discute la entrega y su ascendencia en el vestuario, pero que nunca ha justificado ese Balón de Oro que colecciona. Tampoco se entiende que Heinze haya aparecido en los dos últimos partidos en lugar de Miguel Torres.

El Madrid se desinfló tras el primer tanto y dejó campar a sus anchas a Baraja, Silva, Joaquín, Villa y Mata. Así que quedó a merced de lo que los jugadores del Valencia quisieran hacer. Les metieron tres, pero podían haber sido siete. La depresión alcanzó hasta Casillas que no acertó a agarrar un punterazo raso de Silva. El tiempo y el espacio que tuvo para conducir el canario antes del golpeo radiografiaron la caída de tensión que sufre el futuro ex campeón.

Detalles de esa dejadez dio el Madrid unos cuantos y con ellos y el rostro inexpresivo de sus futbolistas se fue al descanso. Esta vez no hubo reacción a la catástrofe tras el intermedio. Probablemente en el vestuario se escucharon las mismas frases que durante la semana, pero el efecto fue el mismo que el de antes de salir a jugar. Ninguno. La épica sólo aparece cuando hay algo por lo que luchar y este Madrid ya sólo espera echar el telón y finiquitar una temporada para olvidar.

Tampoco Juande hizo un guiño a la alegría con su planteamiento. Optó por el mismo dibujo con el que mantuvo la persecución al Barça y tantas críticas le generó. Se siente fuera del club, pero ni aún así hizo una concesión. Quiso poblar la alineación de una competitividad que se fugó con el baño del Barça. Hubiera sido una buena ocasión para medir a Parejo, para enseñarlo al madridismo o para que Huntelaar hubiera acompañado a Raúl y a Higuaín. La excusa de jugar con los seniors no es válida porque estos ya tienen la cabeza fuera de esta Liga. Algunos, incluso del club.

La suplencia del delantero holandés ante el Barça y ayer es significativa. Fue descartado para la Liga de Campeones y para el encuentro más decisivo de la Liga. Y eso que tenía buenos números, esos que tanto gustan a Juande.

 

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