madrid
La primera lección de un equipo de baloncesto es que hay que ser solidario en defensa; con el compañero. Ese adjetivo, falto en tantas partes sustanciales de la vida, ha sido el que ha llevado a España a la final del Mundial de baloncesto, donde se medirá a Argentina.
Una final inesperada y fuera de todas las apuestas principales, que daban a Serbia y EEUU como aspirantes al oro. Ese partido se dio, pero en la pelea entre el quinto y sexto puesto.
España y Argentina han sido los dos únicos equipos capaces de mirar cara a cara a Estados Unidos. En los últimos tres lustros, la selección norteamericana formada por jugadores de la NBA solo cedió un mundial –en 2006, ganado por España– y unos Juegos Olímpicos –en 2004, ganado por Argentina–. En una suerte de encuentro de despedida entre dos equipos hegemónicos, el equipo que cometa menos errores será el que se vuelva con el oro de China.
Ambos equipos llegaron a este Mundial con la aspiración principal de clasificarse para los próximos Juegos Olímpicos de Tokio 2020, objetivo ampliamente superado. La selección que caiga en la final sumará su única derrota del campeonato, dejando a la otra invicta, una gesta que ya consiguió la selección nacional cuando se alzó campeona en 2006, cuando Pepu Hernández era el seleccionador.
"Estamos bastante ocupados todo el día dándole vueltas al rival y, cuanto más los vemos, más sube nuestra sensación de que va a ser un partido muy, muy complicado, será otro partido a cara de perro", indicó Scariolo ante los medios en antes de la final que se disputará en Pekín.
Invictas a por la gloria
El base catalán Ricky Rubio será uno de los protagonistas de una final llena de interesantes duelos: Ricky contra Campazzo por la manija del encuentro, Llull contra su nuevo compañero Laprovittola por la 'gasolina' para encender el partido, Gasol contra Scola por el reinado en la pintura entre dos ilustres veteranos...
El último precedente data del 27 de agosto, cuando España ganó por 84-76
Ambas selecciones llegan invictas al último partido, sendas rachas de siete victorias consecutivas que solo una podrá mantener. Argentina ha ganado todos sus partidos con relativa holgura y ha dejado en la estacada a Serbia o Francia. Por su parte, España sufrió en la primera fase, supo crecer como ha hecho en tantos torneos y se fundió hasta la extenuación para eliminar a Australia después de dos prórrogas.
El último precedente data del amistoso disputado el pasado 27 de agosto, cuando España ganó por 84-76 con 17 puntos en el último cuarto de Ricky Rubio, que aprovechó la ausencia del lesionado Campazzo. Ahora todos los jugadores están a punto para el no va más entre las dos únicas selecciones que han logrado ganar un gran torneo internacional en los últimos 15 años aparte de Estados Unidos.
Scola, rey de reyes
Dos hombres ha destacado especialmente en la albiceleste, el incombustible Luis Scola, quien a sus 39 años atraviesa su segunda juventud y ha sido clave en una plantilla plagada de jóvenes a la que ha aportado su experiencia. En la semifinal ante Francia volvió a exhibirse con 28 puntos y 13 rebotes, por lo que será uno de los hombres a vigilar por los jugadores de Sergio Scariolo.
La otra amenaza argentina también es conocida por la afición española. Facundo Campazzo, base del Real Madrid, es el director de orquesta sobre el que gira gran parte del juego del equipo, por lo que su duelo con Ricky Rubio se prevé como uno de los grandes atractivos de la final.
Por parte española el propio base de los San Antonio Spurs y su compañero Marc Gasol son sus principales baluartes. Ambos han soportado a su selección en los momentos difíciles y han ejercido de líderes de principio a fin. El pívot de los Toronto Raptors salvó a los suyos en semifinales con 33 puntos que permitieron tumbar tras dos prórrogas la resistencia australiana.
Tras el partido, la cita olímpica de Tokio será el próximo gran objetivo de ambas selecciones, donde Serbia y EEUU –con una plantilla mucho más competitiva– irán con ganas de revancha. El futuro dirá si este es el último gran partido entre España y Argentina, entre estas dos generaciones. Lo que hace bonito un último baile es no saber que la música está a punto de terminar.
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