Rusia impresionaba en la previa: velocidad y contraataque, repliegue y transición vertiginosa, pero también debilidad manifiesta en algunos aspectos del juego. El guión de la previa era peligroso para nuestra selección. El escenario, ideal para que los rusos fueran un rodillo ante la España que vimos en los amistosos. Ganar era factible, pero el elemento diferencial era la preparación de partido. Obligatorio jugar a la contra, darle el peso del partido a los rusos, presionar en primera línea y cambiar las dimensiones del juego español: vertical por horizontal.
Pero el martes llegó la mutación. Preparación exhaustiva del partido y mejor aplicación práctica. Excepto la presión en primera línea, España hizo todo aquello que incomodaba a los rusos y el resultado fue un choque desigual: un equipo sabía a lo que jugaba y, frente a él, pura anarquía.
No todo fue brillante, hubo momentos de duda, ya que los rusos no fueron un rival entregado. De esos momentos, sacamos detalles para mejorar y seguir creciendo, porque el objetivo es ése y no otro: ir partido a partido puliendo defectos sin perder el hilo competitivo.
Descartada la presión en primera línea por las dudas del diferencial físico de ambos equipos, España optó por el plan B: dejar la posesión al rival, replegarse y esperar el error ruso para salir como flechas hacia la meta de Akinfeev. Era pagar a los rusos con su misma moneda y darle el escenario perfecto a Torres para volver a ser el del Liverpool. Nueve jugadores por detrás de la pelota, con Villa cerrando al mediocentro para obligar la salida de un central, y Torres tapando la salida de los rusos por la izquierda y esperando la recuperación para asestar el latigazo.
El concepto era invitar a los rusos a tocar y tocar, a meterse en nuestro campo generando 40 metros para el desmarque de ruptura de Torres y la entrada en segunda línea de Villa.
Todo bien hasta aquí, pero en nuestro campo debemos apretar un poco más al rival, no podemos dejarle pensar en esa zona. Shirokov jugaba muy fácil hacia sus dos vías de escape: en corto, a Zyrianov y, en largo, a Pavlyuchenko. Sabíamos que no tenían ataque estático, pero aun así dimos facilidades que nos pudieron costar un disgusto. Para la próxima, hay que apretar en nuestro campo hasta recuperar para salir a la contra, pero no cuando nos regalen la pelota, sino al recuperarla.
En el fútbol de ataque, es básico ver, tocar y mover. Si cada jugador cumple esto, el fútbol de toque es puro espectáculo. El problema viene cuando pierdes la visión periférica y la movilidad. Todo queda reducido a tocar y tocar. Aburrimiento supremo y un pasaporte a la derrota. Cada partido debe ser una batalla. Saber jugar para ganar es básico para que los sueños se hagan realidad, por eso debemos entender cuál es nuestro fútbol. No tenemos equipo para meter al rival en su campo, ni para avasallar con la posesión.
Tenemos tres jugadores que marcan la diferencia: Casillas, Torres y Villa. Partiendo de esto, hay que cerrar el equipo para minimizar los tiros a puertas; si tiran poco, meterán menos de las que merezcan porque tenemos a Casillas. Después, viene el gol. Villa y Torres, una dupla para ilusionar, futbolistas con gran rendimiento en Valencia y Liverpool jugando a la contra.
Pues no se discuta más, que les den metros para correr. Con esto, ya ganamos. Ahora toca sumar al talento que tenemos más fortaleza y músculo defensivo. Contra Rusia, vimos el mejor escenario para Casillas, Torres y Villa. Encontramos el gol sin sufrir en exceso.
Otro aspecto a mejorar, sin lugar a dudas, es el manejo de los tiempos. No fue bueno el comienzo de la segunda parte. El problema no es tirarse hacia atrás, sino carecer de salida de balón. Cuando la teníamos, nos quemaba y llegó el tercero. Torres, fuera y un pelotero, Cesc, dentro; mayor control y los rusos, sin capacidad para recuperar el balón. Espacios, desajustes, cada tres pases buenos, había ocasión de gol. Sabemos tenerla y eso, cuando tenemos el marcador a favor, es una baza que debemos saber gestionar.
España sufre en la estrategia. Marcaje zonal ordenó Aragonés. Somos inferiores en altura y número de jugadores solventes en juego aéreo a todos. Mayor concentración, cambiar de marcaje zonal a mixto con alguna marca al hombre a los jugadores clave del rival. En este aspecto, harán que ganemos en solvencia, pero otro detalle será el apuntado control del partido. Tener la pelota, provocar que el rival se desgaste en la recuperación, y evitar el acoso y derribo adversario harán que los rivales no tengan tantas posibilidades a balón parado.
Cambios tácticos para sorprender, un 1-4-4-1-1 en el repliegue defensivo, con doble pivote (Senna-Xavi), pero una premisa: evitar las contras. En el arranque, estuvimos plagados de pérdidas en la creación y por ahí pudo romper Rusia el partido. Cuando España se fue atrás, tuvimos errores en la basculación, dejando espacios interiores. Suerte tuvimos que la obsesión de los de Hiddink era entrar con ella hasta dentro y no moverla más por las bandas.
Individualmente, creo que Sergio Ramos debe mejorar tácticamente si quiere seguir creciendo como futbolista. El lateral estuvo fuera de la distancia, en tierra de nadie en muchas ocasiones, abandonando la línea de cuatro y obligando a Puyol a caer excesivamente a banda. Este desajuste de Ramos provocó que, cuando el equipo basculaba, lo hiciera en exceso, dejando un espacio tremendo en la parte central.
De haber jugado contra otro rival más avispado, hubiésemos sudado tinta para no sufrir en defensa como en partidos anteriores. Lo importante son los tres puntos y una victoria holgada que deben dejar una idea clara: perder la zona central en la basculación es regalar el paraíso al rival.
En la línea de Sergio Ramos, estuvo Marchena. Achicando sin sus compañeros, posicionado por delante de Capdevila en ocasiones y como Puyol, muy pendiente de la ayuda al lateral, lo que provocaba el agujero negro comentado. La pareja de centrales debe ser única e indivisible, aplicarse y replegarse junta, arrastrar a los laterales para que los cuatro sean uno, para que el nivel defensivo del equipo suba y dé un salto de calidad. La sincronización, los automatismos son cuestión de entrenamiento y de repetición sistemática. En los entrenamientos, Luis debe dar prioridad absoluta a la basculación, achique y repliegue. Sin el balón, debemos ir todos a una.
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