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Víctimas y victimarios: cuando el juego se vuelve drama

La obra 'Juego de niñas', en el Teatro del Barrio, indaga en la siempre compleja escolarización y en las tensiones que se generan entre padres, hijos y profesores.

Un instante en 'Juego de niñas', obra que se representa en el Teatro del Barrio.
Un instante en 'Juego de niñas', obra que se representa en el Teatro del Barrio. Cedida por el teatro

La Compañía teatral Bullanga estrena en el Teatro del Barrio la obra Juegos de niñas, donde la irreverente actuación de Resu Belmonte, Vicent Domingo, Héctor Fuster, Ariana Higón, Francesc Romeu y Gemma Taberner disecciona las complejidades de la escolarización y la falta de comunicación entre padres, hijos y profesores.

En la entrada del teatro esta vez no hay espectadores, sino padres, madres, tías, cuñados y abuelas que llegan apresurados para asistir a la tradicional reunión del AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos). Yo seré la mamá de Aurora, no sé quién es Aurora ni quiero tener hijos, pero con la tarjeta del nombre colgada de la solapa la excitación me embarga por ver los nuevos dibujos de Aurora y oír al profesor hablarme de sus progresos.

Sin embargo, lo que desde el principio pareció un invento brillante se va convirtiendo pronto en una pesadilla: con la complicidad del público, los actores desenmascaran todo lo que de aburrido y enfermizo hay en estos comités. Madres lunáticas y padres rencorosos escupen sus problemáticas conyugales, los traumas de sus propias infancias y la dificultad de estar en el mundo. Los temores de los padres ya no son los de los hijos, y los profesores están obligados a asumir el papel de terapeutas familiares.

Los temores de los padres ya no son los de los hijos, y los profesores están obligados a asumir el papel de terapeutas

Entre retretes atascados, galletitas recién horneadas, historias de barro y gusanos, la atmósfera que antes se había distendido gracias al baile del Chu chu ua Chu chu ua se tiñe ahora de sombríos matices propios de un cuento de terror. Paradójicamente, gracias a unos actores que respetan a la perfección los tiempos propios del suspense, nos adentramos con ilusión en el corazón palpitante del drama. De pronto, volvemos a ser niños que, aunque conscientes de que la historia va a ser terrorífica y no les dejará dormir por la noche, se quedan atrapados a ver cuál será el final.

El interés ingenuo de los pequeños choca con la concienciación de los adultos, y las palabras inocentes de unas niñas se transforman en una carga insostenible para los padres: "Óscar me ha tocado la vulva". La tragedia ha alcanzado por fin su culmen: de eso nos querían hablar en la reunión y nosotros, el público, somos ahora parte del debate, no podemos sustraernos. ¿Las niñas saben qué es la vulva o es solamente un juego? ¿Óscar tocó ahí abajo o no llegó a hacerlo? ¿Quién debe verificar lo que realmente pasó? ¿Y quién tiene que castigar? ¿Hasta qué punto es válida la presunción de inocencia?

El teatro abre la caja de Pandora

No esperen respuestas porque aquí habrá solamente dudas y más preguntas: este es el teatro que nos merecemos. Un teatro capaz de hacernos revolver las entrañas, de sembrar la duda ahí donde más nos duele y donde muchas veces no tenemos la valentía de llegar. En fin, un espacio que nos haga pensar. Porque si el teatro no debe ser otra cosa que un divertido y agradable pasatiempo para favorecer la digestión de la cena, como decía Bertolt Brecht, pues entonces ¿quién evitará que el espectador vaya a contemplar una bonita puesta de Sol en la playa, en vez de sentarse en las butacas polvorientas de un palco?

Nosotros somos parte del problema y durante mucho tiempo hemos sido cómplices pasivos de un fenómeno mucho más amplio de lo que imaginábamos. Según un reciente estudio de la Fundación ANAR, en cuatro años los abusos sexuales contra menores en España se han cuadruplicado: si en 2008 eran 273 los casos, en 2020 han pasado a ser 1.093. Naturalmente en el 78,3% de los casos las víctimas son mujeres. La obra que la compañía teatral Bullanga lleva a escena trata también este tema; saber que pronto vas a tener una hija que puede llenarte de terror, sabes que tendrás que cuidar de ese cuerpo contra abusos y violencia. ¿Cuándo el cuerpo de la mujer dejará de asumir el rol de víctima?

Hace un año, la actriz francesa Adélaïde Bon presentaba en el Instituto francés de Madrid su primer libro autobiográfico, La niña de la banquisa, un relato estremecedor de cómo una joven descubre haber sido víctima de abuso sexual en la infancia solo años después, durante sus primeras experiencias con la sexualidad en la adolescencia. A pesar de la postura conservadora y miope de la política de derechas, el ejemplo de Adélaïde Bon, entre otros, pone el acento sobre la importancia de una correcta educación sexual en los colegios.

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