Este artículo se publicó hace 7 años.
Ritmos periféricos latinosEl reguetón es el nuevo rock and roll
“La letra de Papichulo, de Lorna, podría haberla escrito perfectamente Little Richard”. Este controvertido ritmo pelea por quitarse el estigma sexualizado y machista, igual que hizo en sus inicios la música rock.
"Yo pienso que la patria no se traiciona, ni por dinero, ni mujeres, ni por fama". Esta frase que podría haber salido de un discurso de Fidel Castro arengando al pueblo cubano tras el triunfo de la revolución, en realidad tiene ritmo de reguetón. La canta Baby Lores en Creo, uno de sus grandes hits, dedicado precisamente a Fidel Castro: "Digan lo que digan, hablen lo que hablen, la historia te absolverá". No deja atisbo de duda ni en el videoclip, donde se tatúa -a lo Mike Tyson- el retrato de Castro en el hombro bajo una ventolera de banderas cubanas.
"Es un homenaje, porque (Fidel Castro) es una persona que ha dado muchas cosas y ha aguantado mucho", dice Baby Lores, a quien quizá le recuerden por haber producido canciones a sus compatriotas Gente de zona, un dueto de cubatón (una mezcla de salsa y reguetón muy propia de la isla) catapultado a la fama de la mano de Enrique Iglesias y de Marc Anthony, gracias a superhits como Bailando o ese canto panamericano -previo paso por Miami- que es La gozadera. Este verano hará justo un año desde que salió a la luz la bizarra versión de la Macarena que sacó Gente de Zona, con videoclip de Los del Río meneando sus camisas floreadas por las calles de la isla incluido.
Esa canción del principio, Creo, fue el gran éxito que rescató la figura de Fidel y la devolvió al grueso del pueblo cubano, ese que baila cubatón y vive y se bebe la vida traguito a traguito. Los versos con los que terminan pertenecen a otro famoso líder histórico de la revolución cubana, Camilo Cienfuegos: "Porque para detener esta revolución cubanísima tiene que morir un pueblo entero". El pueblo no murió, el pueblo baila reguetón porque “va acorde a las preocupaciones de la juventud sexualizada”, relata el periodista de El Boletín, Ander Cortázar. “Pero también tiene algo de tragedia porque monopoliza todo, y no podemos olvidar que Cuba es la joya musical de la tierra”. Si suena reguetón, no se oye el son, la trova, la rumba, el guaguancó o el yambú.
Eso sí, el reguetón que se escucha día y noche dentro y fuera de la isla suele ser made in Miami. “A las grandes productoras le interesa que triunfen los ritmos vacíos, sean de reguetón o de rock and roll”, sigue Ander. Que los cubanos prefieran bailar lo que viene desde la costa más chic de Florida antes que el son o la trova se podría comparar con los que en la España de los 70 tenían quince o veinte años y preferían comprar discos de Bob Dylan en vez de escuchar flamenco o pasodoble.
Una de las consecuencias de la moda del reguetón es que consigue derretir las fronteras entre Gente de Zona y Taylor Swift. Incluso muchos de los artistas más populares del momento se suben a la moda del perreo, entre ellos, el icono adolescente Justin Bieber o el expríncipe de las baladas románticas, Luis Fonsi. “El reguetón le gusta tanto a los jóvenes y al grueso de la población porque es una música que te permite no pensar y facilita algo tan importante en estas sociedades modernas como la evasión”, aclara Ander.
El problema del machismo no reside tanto en las letras como en la industria, que “promociona a los artistas más cazurros y deja en la orilla a los más políticos”.
El periodista Víctor Lenore lo califica como un ritmo “de calentamiento sexual que prefiere las letras hedonistas”, muy parecido en fondo y desarrollo con el rock and roll. “El Papichulo de Lorna, por ejemplo, parece una letra escrita por Little Richard”, lanza Lenore. Rock y reguetón han tenido (y tienen) un impacto global notable aunque, según Lenore, el problema del machismo que se le recrimina al segundo no reside tanto en las letras como en la industria, que “promociona a los artistas más cazurros, como Pitbull y deja en la orilla a los más políticos, como Tego Calderón”. Algo que ambos cantantes tienen en común es precisamente esa reivindicación del placer corporal que hacen en sus letras. Algo que los separa es que, en el caso de artistas como Tego, además sobresalen por su defensa y reflejo de la cultura popular comunitaria en su música y prescinden de cochazos, cadenas de oro y culos en pompa.
“El impacto cultural, social y político del rock en los 50 y 60 es incomparable con el reguetón de hoy aunque este usa el circuito que creó el rock”, rock en sentido amplio con ese poder transformador que tuvo para cambiar la sociedad, incluir a la juventud en el discurso cultural y para modificar costumbres sociales, tercia José Manuel Sebastián, locutor del programa Hoy Empieza Todo de Radio3. “Creo que aunque hoy no es un ritmo dominante tiene una posición muy destacada en el mainstream; va a contracorriente del estilo ‘anglo’ y de la moral, tanto de la izquierda como de la derecha”. "Todavía tendrá que pasar el tiempo para ver hasta dónde llega su poder transformador", añade. Jose Manuel sí le reconoce haberse convertido en “una clara expresión de la vida de las capas más desfavorecidas en las sociedades más pobres”.
Muchos olvidan versos de rockeros históricos que han trascendido sin acusaciones de misoginia o machismo
Ya se ha hablado de la cuestión machista de las letras del reguetón, pero muchos olvidan algunos versos de rockeros históricos que han trascendido en la historia de la música sin atisbo de acusación de misoginia, incitación a la violencia o machismo.
Se podría desempolvar de la selectividad de la memoria colectiva el alto voltaje sexual de Elvis Presley (algo que comparte con el perreo, por ejemplo), como rememora la periodista June Ferńandez, o bien las letras de los Rolling Stones haciendo apología de la violación en Brown sugar; a Loquillo en La mataré o el Hey Joe de Jimmi Hendrix donde el tal Joe mataba a su mujer por ponerle los cuernos; algo parecido también hizo el protagonista del I used to love her, de Guns N’ Roses; Police, en cambio opta por la posesividad abusiva y cosificadora en ese 'Cada aliento que tomes te estaré vigilando, oh, ¿no puedes ver que tú me perteneces?', que suena en la archiconocida Every breath yo take.
¿Significa que hay que crucificar a las bandas más famosas de todos los tiempos por sus letras machistas? Respuesta libre, pero si se lo perdonamos a Sting, igual se enfada Don Omar, y con razón, por la punzada clasista que lleva implícita la acusación.
Si se lo perdonamos a Sting, igual se enfada Don Omar, y con razón, por la punzada clasista que lleva implícita la acusación
Llegadas a este punto, no hay que olvidar la apuesta por el reguetón feminista y empoderado de Ivy Queen o Miss Bolivia. La promotora artística Silvia Conga además vuelve a reivindicar el respeto que muestra en sus letras al folclor negro boricua el artista Tego Calderón. “Es un músico que habla claro y denuncia la situación social y cultural de los afropuertorriqueños a través de sus canciones de reguetón” en las que denuncia la trata de personas, los abusos a menores, el maltrato a las personas migrantes. “Siempre ha estado del lado de los más vulnerables y lo ha mostrado a través del reguetón”. Quizá Tego Calderón no sea tan conocido porque pertenece a ese grupo de “indies reguetoneros” aunque para Silvia, él fue el primero: “Los reguetoneros actuales reconocen que todos aprendieron de Tego porque ha llevado el reguetón a extremos musicales muy interesantes. Es un transgresor”.
“Desde luego creo que cualquier ritmo latinoamericano podría convertirse en la nueva canción de protesta. El reguetón tiene todas las condiciones para ser un grito y un goce empoderante”, reflexiona para Público la argentina pionera del lesbian reguetón Chocolate Remix. Su última canción se llama Ni una menos, y es un canto contra la violencia machista y los feminicidos.
"El reguetón tiene todas las condiciones para ser un grito y un goce empoderante”
Otra de las representantes de esa ola de mujeres empoderadas que recuperan los ritmos periféricos que bailan en sus tierras y le dan un cariz político y combativo es Miss Bolivia, compatriota de Chocolate Remix, que también lanzó su queja musical contra el heteropatriarcado que asesina en la canción Paren de matarnos.
“Me enorgullece formar parte de esta cadena de visibilización de mujeres que se plantan a través del arte y la música”, decía Miss Bolivia en una entrevista. Ella siempre ha practicado un tipo de canción que se presta a bailar y perrear “con el cerebro puesto”. Su reguetón siempre interpela y sobre todo su cumbia se vuelve guerrillera al estilo de la que ofrecen bandas como las Kumbia Queers o las madrileñas Tremenda Jauría.
Cumbia para después del (poli)amor
Justamente la cumbia, ese ritmo que nace en Colombia y se baila en todo el continente, se ha popularizado en determinados ambientes de algunas ciudades españolas como Madrid. "Por aquí la cumbia está de modísima, incluso entre los hipsters de Malasaña", bromena Daniel, de Sonidero Mandril, un colectivo de mexicanos y españoles afincados en Madrid que experimentan y mezclan ritmos tropicales con electrónica.
"Es buenísimo que la música tradicional se proyecte al mundo porque el proceso va acompañado de cambios políticos, sociales y críticos"
Esta idea también la sostiene Andrés del colectivo Guacamayo Tropical, otra agrupación encargada desde 2011 de proveer a la ciudad de Madrid de sonidos periféricos como la cumbia: "Es buenísimo que la música tradicional, histórica y de raíz se proyecte al mundo para que sea rehecha porque el proceso va acompañado de los cambios en asuntos políticos, sociales y críticos". Una muestra de lo popular que se está volviendo la vimos en la sesión de baile y fiesta que ofrecieron los propios Guacamayo durante las pasadas fiestas de San Isidro, ante unos cuantos miles de personas que bailaron como locas canciones tradicionales colombianas revestidas de electrónica moderna.
"La música alimenta sensaciones y hace que pasen cosas", justifica Daniel. En las fiestas y pinchadas que organiza su colectivo, el nivel de "buen rollo" generado alcanza límites tropicales que calientan hasta al europeo más austríaco: "Así se generan nuevos espacios, pero también nuevos sentimientos" que tienen que ver con nuevas formas de quererse más allá de clichés, celos, monogamias y fidelidades.
“La cumbia se ha abrazado mucho en entornos feministas en los que se lleva mucho tiempo trabajando sobre nuevas formas de amor, pero no sé si lo uniríamos con un estilo de música concreto”, opina Tremenda Jauría, la banda madrileña que va expandiendo músicas latinas mezcladas con amor, electrónica y letras combativas.
Chocolate Remix refuerza esta idea de que en esos espacios feministas son en los que cuajan otro tipo de prácticas amatorias, sobre todo aquellos alejados de la heteronormatividad hegemónica: “Tanto la heterosexualidad como la monogamia son la norma por defecto en nuestra cultura, es lo que nos han enseñado, el ‘como debe ser’. Para dejar de ser ‘hetero’ o monógamo es necesario romper con toda expectativa socialmente impuesta”.
Los siglos de patriarcado han hecho “las estructuras emocionales femeninas muy monógamas y cuesta mucho desmontarlas”
Aunque según la investigadora y terapeuta Coral Herrera, la poliamoría no es igual para un sexo que para el otro. Los siglos de patriarcado que lleva encima la humanidad han causado que “las estructuras emocionales femeninas sigan siendo muy monógamas y cuesta mucho desmontarlas”. Para el sexo masculino, tradicionalmente, ha sido más simple, “por eso creo que hay más hombres poliamorosos, porque tienen más sencillo adaptarse a los nuevos modelos de amor”. Para Coral, el problema del amor romántico es que, además de ser patriarcal, es capitalista: “Amar a una sola persona te empobrece, te aísla y te esclaviza”.
A Tremenda Jauría le gusta aplicar ese concepto a lo que ellos hacen y hablan de “poliamor musical”, algo que pasa ese buen día en el que abandonas, aunque sea por un rato, los géneros tradicionales y descubres el resto de matices musicales calientes que existen en el mundo. “Nuestra intención es hacer canciones de amor en el sentido amplio del término, ahí tendría cabida el poliamor”, señalan.
El género no importa
Al final, como sostiene Residente de Calle 13, el género es lo de menos tanto en las prácticas amorosas como en el baile: “Puedes descargar con punk o con reguetón, y a mí me gusta el reguetón si es inteligente, está chévere y tiene buena letra, algo que no pasa mucho”en el más mainstream pero sí en el de Tremenda Jauría: "Por el momento que vivimos y la música que escuchamos, para nosotros hacer punk es hacer reguetón". Llámenlo punk, rock o reguetón. La juventud ahora perrea por un mundo mejor.
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