madrid
Desnuda con los muslos separados a la fuerza. Es una niña, está inmovilizada por tres mujeres adultas, mientras otra, muchas veces su propia abuela, con un cuchillo o una navaja de afeitar corta y extirpa el clítoris. Después, primero en un lado y luego en el otro, raja el labio menor de la vagina y raspa para eliminar la carne del labio mayor. Lo siguiente es unir los labios mayores con espinas de acacia fijadas con hilo de coser o crin de caballo. Por si no funciona del todo, atan a la niña desde la pelvis hasta los pies con tiras de tela. La pequeña no ha dejado de aullar de dolor. Molestias graves en el coito, no tendrá placer sexual, habrá innumerables infecciones, problemas en el parto y, tal vez, la muerte.
200 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a la bárbara mutilación genital femenina en 30 países del mundo. Mientras tanto en España, donde también se practica ilegalmente aunque no esté permitido por la ley, un colega de profesión que acaban de ver la película "#Placer femenino", poderosísimo documental de Barbara Miller contra la opresión sexual a las mujeres, sale horrorizado, perturbado, de la sala.
"Sabía que existía la ablación, pero no sabía exactamente cómo era". La somalí Leyla Hussein, fundadora de Hawa’s Heaven y Daughters of Eve, organizaciones para combatir la mutilación genital femenina (MGF), explica gráficamente en la película, con una vagina de plastilina y unas enormes tijeras, el proceso de la ablación.
Miller exige el
derecho a la autodeterminación de su sexualidad y a una relación igualitaria del placer entre los sexos
Es una de las cinco protagonistas de esta película, en la que Miller exige en nombre de la mujer el derecho a la autodeterminación de su sexualidad y a una relación igualitaria del placer entre los sexos. Es un grito por el fin de la opresión sexual globalizada que se lanza a través de la voz de estas mujeres, liberadas de las reglas patriarcales y arcaicas de cinco comunidades religiosas –catolicismo, budismo, islamismo, hinduismo y judaísmo-.
La escritora americana Deborah Feldman, exiliada de la comunidad judía ortodoxa y primera que ha conseguido en esta situación la custodia de su hijo; la mencionada psicoterapeuta y activista social Leyla Hussein, la artista japonesa Rokudenashiko condenada por obscenidad por hacer obras sobre su vagina, Doris Wagner, una ex monja que fue violada por un sacerdote, y Vithika Yadav, activista por los derechos sexuales y de género en la India. Estas son las cinco mujeres que dan voz a todas las del mundo. La directora Barbara Miller habla de ellas y de la situación sexual de la mujer en esta entrevista con Público.
¿Ocurrió algo que la animara a lanzarse a este proyecto?
Sí. Se produjo en India la violación brutal de aquella muchacha en un autobús en Nueva Delhi. ¡Y yo allí haciendo yoga y buscando mi espiritualidad! Las sociedades son muy diferentes a lo que pensamos. Y me pregunté ¿pero, cómo estamos aun así en el siglo XXI las mujeres? ¿Por qué en la inmensa mayoría de los lugares del mundo cuando se habla de sexualidad no se habla del placer de la mujer y sí de sus obligaciones?
Usted estructura la película en torno a cinco religiones: catolicismo, judaísmo, islamismo, budismo e hinduismo. ¿Todas son culpables?
Hay textos en esas cinco religiones que determinan que el cuerpo femenino es la razón de todos los pecados del mundo. Son textos que dicen que las mujeres somos las responsables de todo lo malo que ocurre en el mundo. No es sólo Eva seduciendo a Adán, pero ¡si solo le estaba dando a morder de una manzana! Es algo que está en religiones de todo el mundo.
Pero usted dice que esta no es una película contra la religión, sin embargo, ¿no es la religión un poderoso pilar del patriarcado y el dominio sobre la mujer?
Sin duda. Pero no es una película sobre las personas que tienen fe o creen en algún dios. Eso es algo muy personal. Es verdad que las religiones han abusado de la mujer y han dicho que las mujeres valemos menos que los hombres. En nombre de la religión se han cometido muchos crímenes contra las mujeres. Y habría que hablar también del aborto y de cómo se usa la religión en contra y de muchas cosas más.
¿Cree que esta opresión sexual es uno de los más grandes enemigos de la mujer en el mundo?
Sí. La sexualidad es lo más íntimo que tenemos. Las religiones han usado la moral para decir cómo debemos ser las mujeres y esto es justamente la opresión más grande. El cuerpo femenino ha sido y está oprimido por todas las religiones. En el judaísmo hay libros y libros que hablan de la impureza del cuerpo femenino. En los libros de educación sexual de las escuelas el clítoris no existe. La autodeterminación sexual, la liberación sexual real de las mujeres sería una conquista increíble, sería una de las revoluciones más grandes.
Mucha gente joven intenta descubrir el sexo en el porno, pero éste solo reproduce ideales y fantasías masculinas. ¿Es muy dañino?
Mucho. Y es uno de los problemas más graves que hay hoy. El porno hace que los jóvenes piensen que a las mujeres les gusta todo y que nunca decimos a nada que no. En el porno el clítoris no existe, pero, eso sí, una relación sexual con una mujer puede ser violenta, puedes humillar a la mujer.
Hoy existe, como dice alguien en la película, un coro mundial de falsos orgasmos. ¿Qué pasaría si todas las mujeres decidieran acabar con ese coro?
Si las mujeres dejaran de fingir orgasmos, las cosas cambiarían y la sexualidad entre hombres y mujeres sería mucho mejor. Se darían cuenta de que ellos también tienen que dar placer, ser gentiles… Pero hay muchas mujeres que no pueden, o creen que no pueden, decir lo que desean y que es mejor fingir. No van a decir nunca: "Esto no me gusta". Hay ya muchos estudios que demuestran que el 70% de las mujeres no pueden tener orgasmos por penetración. Cuando todos los hombres lo sepan, la sexualidad será mejor para todos. Que sepan que pueden dan placer a sus parejas con la mano, con la boca…
¿No se produciría una especie de derrumbe de la masculinidad y traería peores consecuencias?
No sé, pero quiero creer que los hombres sufren también mucho de los estereotipos. Su pene tiene que funcionar siempre, en el sexo tienen que ser casi como máquinas, no fallar nunca...
¿Por qué eligió a estas cinco mujeres, además de por pertenecer a cada una de las religiones?
Porque eran mujeres que habían hablado ya, que habían demostrado su coraje. Habían dado el paso público aunque sabían que era algo que iba a ser muy difícil para ellas.
Curiosamente, aunque España sea un país de mayoría católica, el caso de Doris Wagner, la ex monja, es sorprendente. No se habla de violaciones a estas mujeres.
Esta mujer ha escrito al Papa. Hay estudios recientes que aseguran que el 30% de las monjas ha sufrido violencia sexual. Hasta ahora jamás se ha hablado de esto, pero es que entre las mujeres violadas hay un 75% que no habla de ello, que no lo denuncia. Gracias al #Metoo se ha cambiado un poco esto.
Además de las cinco religiones, la película muestra en el festival sintoísta la adoración al pene, con niños y adultos lamiendo polos en forma de pene y testículos… ¿Y Rokudenashiko condenada por abscenidad?
El sintoísmo al principio también hablaba de la vagina y la vulva, pero ahora se han apartado de sus celebraciones. Hoy la veneración del pene se acepta, pero lo que hace ella, Rokudenashiko, que es arte y es muy divertido, está condenado. ¿Sabías que las mujeres no pueden ser jefas de cocinas donde se haga sushi? Dicen que con los cambios de temperatura de sus cuerpos estropean el pescado.
¿Una educación sexual igualitaria sería la solución?
Si un día se hablara a los jóvenes de otra forma, si en las clases de educación sexual se hablara a los jóvenes del deseo de la mujer, las cosas empezarían a cambiar, claro.
¿Y una huelga de sexo? Algunas películas de ficción han fabulado con eso.
Se puede hacer una huelga de sexo y sería muy fuerte. Sí, una huelga de sexo sería revolucionaria. Las mujeres no podemos perder la solidaridad entre nosotras. Hay muchísimas mujeres en el mundo que se sienten solas. Muchas escriben a estas cinco mujeres diciéndoles que por fin han hablado de estas cosas, son personas que les han mostrado que se puede hablar. Las mujeres somos invencibles si nos juntamos.
Usted es presidenta de la Asociación de Directores y Realizadores de Suiza, ¿cuál es la situación de la mujer en su profesión?
Hemos hecho un primer estudio y ahí se ve que los proyectos de las mujeres tienen menos posibilidades, son más pequeños y que las directoras ganan menos que los directores. Pero ahora Cultura del Estado ha acogido esto como prioridad en su programa para descubrir cuánta discriminación hay. Yo soy jurista y al principio de mi carrera en el cine pensé que no habría diferencia por ser mujer. Ha sido un shock descubrir la verdad.
Aunque usted trabaja en el documental, ¿ha pensado hacer una película de ficción?
Podría imaginarme la ficción, porque hay historias de mujeres de los últimos 2.000 años que no se han contado y son muy importantes… y necesarias, necesitamos referentes e ideales de mujer.
De la ley al cine ¿por qué?
Porque con la ley tendría que hacer una carrera muy larga para llegar a algún punto, sin embargo, con el cine se requiere mucho menos tiempo, la posibilidad de luchar es más directa.
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