Puede que este domingo no desfilen por la alfombra roja del Teatro Kodak de Los Ángeles de camino a la ceremonia de los Oscar, pero tampoco les importa. Cumplir su sueño y trabajar en la industria del cine es suficiente premio. Tres jóvenes talentos españoles han roto todas las barreras y reclaman su sitio en la jungla de Hollywood que ya ha conquistado Penélope Cruz. Sus nombres ya aparecen en los títulos de crédito de un puñado de superproducciones y han compartido set de rodaje con algunos de los grandes nombres del show business como Ridley Scott, Milos Forman o el ogro Shrek.
Lucas Vidal, Carmen Ruiz Huidobro y Alberto Corral tienen muchas cosas en común. Los tres aman el cine y forman parte del aluvión de jóvenes españoles que ha emigrado a Hollywood en busca de la oportunidad que la industria nacional no les concedía. Cada uno en su disciplina -música, dirección de arte y animación- está dando sus primeros pasos a 12.000 kilómetros de sus familias.
La aventura de Lucas Vidal (Madrid, 1984) en la meca del cine daría para el guión de una película de suspense, aunque, en este caso, con final feliz. Llegó hace un año a Los Ángeles para cumplir con su destino, componer música para largometrajes. Detrás de una barba de varios días se esconde un talento precoz que, con sólo 25 años, pondrá la banda sonora a tres películas hollywoodienses durante este año.
Pero su juventud es también su peor enemigo. 'Ser joven en esta industria resulta complicado, además de una gran responsabilidad. Lo normal es que un compositor escriba la música de su primera película con más de 30 años', explica un artista al que la música y el cine cautivaron desde pequeño. 'Mis padres me introdujeron en la música a los 4 años y sin ellos este sueño no habría sido posible', recuerda Vidal, que de niño jugaba a bajar el volumen de la televisión 'para improvisar al piano la música de las escenas de las películas'.
Lucas disfruta con su trabajo. 'Es mi hobby', asegura. En cuanto sus manos rozan las teclas de un piano, una sonrisa ilumina su rostro. Es capaz de poner melodía a una persecución de coches o a un beso con la misma facilidad que gana partidos de ping-pong a quien osa retarlo en su estudio de grabación de Santa Mónica. Sin embargo, no todo en su carrera han sido buenos momentos.
En 2006, mientras estudiaba en el prestigioso Berklee College of Music de Boston, el cáncer se cruzó en su camino. Como en un giro inesperado típico de los guiones de Hollywood, su vida cambió de la noche a la mañana. A los 21 años, su prometedora carrera parecía truncarse. Por suerte, no fue así.
Desde entonces, no ha parado. Ahora ultima la música de su segunda colaboración con Brad Anderson (El maquinista y Transiberian), el thriller psicológico Vanishing on the 7th Street, con John Leguizamo, Thandie Newton y Hayden Christensen en el reparto. Cuando termine, ya le espera su siguiente trabajo, también de la mano de Anderson, que deja el terror para pasarse al musical.
Non Stop se centrará en el nacimiento de la bossa nova y pondrá a prueba las dotes musicales de Jessica Alba. Además, en su horizonte figura un filme de animación. Un proyecto 'de 50 millones de dólares' del que no quiere dar más detalles 'para no gafarlo'. Antes volverá a Madrid para estrenar La isla interior, última obra de Dunia Ayuso y Félix Sabroso. 'Aunque ahora trabaje principalmente en EE UU, tengo ganas de volver a España en el futuro', señala.
'Los primeros meses aquí fueron muy duros', afirma Ruiz
Regresar también es la ilusión de Carmen Ruiz de Huidobro (Madrid, 1980). Esta directora de arte fantasea con 'volver a España para hacer cine a la americana'. Carmen era una estudiante de empresariales cuando, en el verano de 2001, unas prácticas en la sede de la cadena de televisión CNN en Los Ángeles cambiaron su vida. Esa experiencia le permitió acercarse a Hollywood y en ese instante decidió 'que quería dedicarse a algo artístico'.
Su debut en el cine fue casi por casualidad. Un amigo la llamó para participar como ayudante de producción en Días de fútbol. Tras la comedia de David Serrano, Hollywood llamó a su puerta. En 2005, Ridley Scott aterrizó en España para rodar El reino de los cielos y Carmen no quiso faltar a su cita con el destino. Durante nueve meses, ese 'gigantesco circo' fue su casa y con él viajó por España y Marruecos.
El final del rodaje supuso un punto de inflexión en su vida. 'Cuando volví a Madrid, estuve un tiempo sin encontrar trabajo', justo hasta que en su camino se cruzó Los fantasmas de Goya, de Milos Forman. Después de trabajar en el departamento de arte de la película, le entró 'el gusanillo de estudiar diseño'. No se lo pensó dos veces, cogió un avión y se plantó en Nueva York. Entre sesiones de fotografía y vídeos musicales, su obsesión era volver a Los Ángeles a hacer cine. 'Quería hacer películas de Hollywood, que es lo que siempre me había interesado', reconoce.
Hace tres años, cumplió su sueño. Los primeros meses fueron duros, 'con mucho trabajo y poco dinero', recuerda, pero le sirvieron para hacer numerosos contactos. Se entrevistó con casi todos los directores de arte de Hollywood, incluidos los pesos pesados como Spielberg y Tony Scott. Este último contó con ella para Unstoppable, abriéndole de par en par las puertas de la meca del cine.
Con seis superproducciones a su espalda, Carmen hace un balance positivo de sus logros. 'Mi meta era entrar en el sindicato de directores de arte antes de los 30 y lo he conseguido', se enorgullece.
A Alberto Corral (Las Palmas, 1979) le sonó la flauta a esa misma edad, sólo que a él la suerte lo pilló en pijama, una mañana de sábado. Un inesperado e-mail de la compañía estadounidense DreamWorks lo invitaba a unirse al estudio de animación más exitoso de Hollywood.
Tras una breve entrevista, llegó el contrato. 'Lo firmé sin ni siquiera leerlo y lo mandé de vuelta', bromea. Lo que para muchos es todo un rompecabezas, para Alberto fue muy sencillo: siempre quiso trabajar en cine y se pasaba todo el día viendo dibujos animados.
Sin embargo, no sabía dibujar. 'Pensé que nunca podría dedicarme a la animación', reconoce. Pero entonces llegó Pixar y lo cambió todo. Toy Story fue la primera película de animación hecha enteramente por ordenador y le enseñó que su sueño era posible. Tras estudiar en Madrid, acabó en una compañía de videojuegos, 'el trabajo más fácil para empezar', reconoce.
'No quiero volver, aquí eres un artista y allí, el que mueve los muñequitos'
De ahí pasó a la publicidad y, por fin, al cine. Formó parte del equipo que creó Planet 51 y trató de montar su propio estudio de animación, aunque la falta de financiación acabó con el proyecto. Era momento de mirar hacia el Oeste. 'Siempre quise venir a EEUU, es la meca del cine y la animación', asegura, a la vez que confiesa que no echa de menos España. 'No quiero volver, aquí eres un artista y allí, el que mueve los muñequitos', asegura entre risas.
Después de terminar la cuarta entrega de Shrek, ya trabaja en la nueva aventura de KunFu Panda. Su trabajo es casi el de un artesano: da vida a los personajes animados a un ritmo de 'entre 3 y 5 segundos por semana'. A pesar de que la animación es su pasión, no descarta pasarse al cine tradicional. Sabe que si en algún sitio es posible, es en Los Ángeles. 'Aquí hay mucha competencia, pero si trabajas y tienes talento, se puede conseguir cualquier cosa', asegura.
La mejor prueba de ello la tuvo esta misma semana, cuando James Cameron estrechó su mano después de dar una conferencia en Dream -Works. Como reconoce Alberto: 'Estas cosas sólo pasan en Hollywood'.
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