MADRID
Edurne (Leonor Watling) y Julián (Hugo Silva) son víctimas de la crisis de los cuarenta y de la mafia rusa. Dos abogados con clientes corruptos que, hartos de su lucrativo negocio en los juzgados, deciden dejarlo todo y montar el Nasdrovia, un restaurante del que toma nombre la serie creada por Sergio Sarria, Miguel Esteban y Luismi Pérez. Entre los tres, basándose en la novela escrita por el primero (El hombre que odiaba a Paulo Coelho), construyen el guion de una comedia negra de seis episodios tremendamente divertida con una trama de thriller donde hay mucho que rascar.
Sobre ese punto de partida que supone la también conocida como crisis de la mediada edad explica Sarria durante la entrevista con Público que responde a dos motivos. El primero, porque “es la que nos toca a nosotros y es la que conocemos”. Apuntan Luismi Pérez y Miguel Esteban que, además, la cogieron con tiempo y que escribir el guion les llevó tres años. La segunda razón, continúa Sarria, es considerar que al cumplir los 40 “es realmente cuando te planteas por primera vez ‘he agotado ya la mitad de mi vida, si logro llegar hasta los ochenta’. Digamos que es cuando tienes puesto el crono en ‘vale, me queda muy poco, esto es lo que quería hacer con mi vida, o no’”.
Edurne se planta, abandona la seguridad de la abogacía y decide liarse la manta a la cabeza, como suele decirse, para montar un restaurante tras conocer al chef Franky (Luis Bermejo). A su nuevo proyecto vital arrastra a su compañero de trabajo y a la vez expareja, Julián, que no dice que no y, aunque con reticencias, se suma al proyecto. La idea, que sobre el papel pintaba bien, se tuerce cuando entran en juego Vasili (Yan Tual), Yuri (Kevin Brand), Sergei (Michael John Treanor) y su jefe, Boris (Anton Yakovlev). El grupo coge apego al Nasdrovia convirtiéndolo en su centro de operaciones culinarias y delictivas.
Con una sinopsis así solo falta añadir que, como era de imaginar con mafiosos de por medio, la cosa se complica sobremanera. Edurne, Julián y Franky se ven arrastrados a una espiral de violencia, malos entendidos, decisiones poco meditadas y situaciones tan cotidianas como cómicas –a los criminales también les pasan cosas normales– que convierten a esta primera temporada de solo seis episodios en una serie que mezcla comedia negra y thriller en un equilibrio perfecto entre ambos géneros.
Nasdrovia disfruta de un tono muy particular, de esos en los que o se mide bien o puede cruzarse la línea casi sin darse cuenta. No lo hace. Y para que eso ocurra deben conjugarse, como señalan desde el equipo, varios factores. No basta solo con el guion. Empieza en él, como reconoce Sarria, “pero digamos que el papel lo resiste casi todo y lo complicado empieza después, en el momento en el que tienen que defender ese tono los actores y tiene que defenderlo desde la dirección Marc Vigil”. Se logra “porque todos hemos estado en el mismo punto y con la misma visión, pero es una cosa muy difícil. No es solo mérito del guion. Aquí se lo ha currado todo el mundo para conseguirlo”.
Punto de vista que comparte Hugo Silva, quien destaca la presencia de “un trabajo de dirección muy fino. Tuvimos tiempo para ponerlo en pie, para buscar y todo eso, pero realmente creo que el que aglutina todo y hace que todo tenga sentido es sobre todo Marc, que ha sabido qué tono necesitaba de nosotros para que luego todo el conjunto funcionase. Sobre todo por lo que decíamos, por ser un género tan al límite. Lo que yo creo que quería Marc es que el público se riera, pero a la vez estuviera diciendo: ‘¡Madre mía, cómo me puedo estar riendo de esto!’ Que es un poco lo que pasa con los Cohen y con este tipo de humor”.
En un momento en el que se necesita tanto la risa como terapia, es de agradecer que se estrenen producciones como esta de Movistar+ y Globomedia (The Mediapro Studio), que arriesgan y aciertan. “Como dice Andreu Buenafuente, la única salida es la risa, y esta es una comedia maravillosa. Cuando leí el guion me reía en alto y no me podía creer que se fuese a rodar eso que estaba leyendo (…) Sergio Sarria, Luismi Pérez y Miguel Esteban han hecho un guion increíble y Marc Vigil tenía las riendas de ese tono, que es muy complicado, porque es una comedia muy como de los Cohen. Es comedia o no. Te puede hacer gracia o no”, comenta Leonor Watling, quien añade que siempre tuvo fe en el proyecto y en el resultado.
Afrontar los problemas y la insatisfacción como lecturas
Vista Nasdrovia completa, de su visionado se pueden extraer varios mensajes. Los hay más allá de la aventura mafiosa de Edurne y Julián y de su periplo existencial de pasar de defender a corruptos a verse involucrados con asesinos. O, quizá, precisamente por ese viaje, existen todas esas lecturas. Una de ellas se desprende de un final en alto que cada espectador ha de descubrir por sí solo. Si se les pregunta a sus creadores, Sarria sugiere que “pondría como posible mensaje, que me parece demasiado petulante decirlo yo, que al final tiene que ver con enfrentarte a tus propios problemas. No puedes dejarlos seguir creciendo y hacer como que no pasa nada. Se te puede convertir en algo tan complicado como la mafia rusa, que no deja de ser salgo simbólico. Al final tiene que ver con mirarte al espejo antes y afrontar todos tus problemas e incomodidades”.
La visión de Esteban, como él mismo reconoce, “es más nihilista: da igual lo que hagas, no hay manera de que huyas de la insatisfacción. De la insatisfacción de los cuarenta, de los treinta, de los cincuenta… Está bien que lo intentes, que montes un restaurante, que huyas, pero estás perdido. Y no solo tú, todos los personajes que aparecen en la serie lo están también, hasta los mafiosos. Todo el mundo hace lo que puede, pero no vas a estar satisfecho nunca”.
Todo esto tiene que ver con el mito de Sísifo y su metáfora del esfuerzo inservible y constante que no lleva a nada y que coinciden en señalar los tres creadores durante la entrevista. Cita Sarria a Larry Davis y su frase ‘esté donde esté, siempre quiero estar en otro lado’. Esteban, a Julián Hernández, de Siniestro total, y esa canción en la que asegura que todo lo que empieza suele acabar mal. Es algo que ocurre en Nasdrovia. En su retrato de cómo todo se tuerce y cómo sus personajes se ven arrastrados por las circunstancias y por sus propias decisiones es donde se encuentra la diversión de una comedia, como comenta Hugo Silva, “un poco extrema, pero sobre todo extrema en eso”, en el viraje moral de Edurne y Julián.
Del rodaje, donde reírse rodando las escenas era inevitable y cada vez se fueron incorporando actores de más y más nacionalidades convirtiendo el set en una suerte de Torre de Babel, casi podría salir una nueva temporada o una serie en sí misma.
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