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MÁLAGA.- En su primer libro, confesaba que Aluche era su patria porque fue donde dio su primer beso. Que su currículum era la gente a la que había querido y que siempre le costó expresarse. Ahora es un artesano de las palabras. Modela las emociones, el amor y el desamor. Pero también modela la realidad, esa que entronca con sus raíces, con su Palestina paterna, con los débiles y necesitados.
Sus composiciones saltan al papel de sus libros de poemas o se diluyen entre las notas musicales de sus canciones. Todas con conciencia que apunta a las entrañas y vida destilada con sus virtudes y defectos. Marwan es el resultado de un proceso creativo hecho a fuego lento. Una historia que arranca en las redes sociales, donde lanzaba micropoemas como si de un bumerán se tratase, sin pretensiones. Pero de vuelta al punto de partida, recibía seguidores con ganas de más. Después han venido otras canciones, otros poemas, un nuevo libro y una gira de conciertos con carteles de entradas agotadas.
Sigue con la gira sobre su álbum Apuntes sobre mi paso por el invierno. ¿Es de los que une estaciones y sentimientos?
Sí, para mí, el invierno es cuando se te hiela el corazón, y llegan los desengaños y los malos momentos. Con la primavera empiezas a florecer, como un renacer. Y en verano llega el máximo esplendor. En esta gira quería, precisamente, expresar mis emociones de cada etapa y acompañar a la gente.
Dice que está en un momento de escribir mucho… ¿qué necesita para ello?
La vida. Leer todo lo que pueda y tener un objetivo claro. A veces las cosas ocurren y no estás con la guitarra o delante del folio para captarlas. Pero el hecho de afirmar que quiero escribir, coger la guitarra y emocionarme, me ayuda a componer mucho. Me frena el día a día. A veces, cuando mejor te va, menos tiempo tienes. Son mil llamadas, mi mánager … Y aún más porque no tengo discográfica, tengo mi propia editorial de libros, y yo gestiono las redes sociales, los correos... Todas esas pequeñas cosas restan tiempo a escribir canciones y poemas.
¿El proceso creativo de Marwan tiene algo peculiar?
Depende del caso. El otro día hice una canción en un rato. Pero hay otras que comienzan un poco, y luego hay que ir tirando para sacar el resto, buscando ideas. Es evidente, a veces, que hay letras para las que trabajo muchísimo. En cambio, otras han tenido mucho éxito y surgieron casi de un impulso. No sé de dónde me vienen… Bueno, sí lo sé. Yo siempre creo que las canciones están hechas y nosotros somos sólo un terminal que les da salida.
De pequeño apenas leía…
Era un niño creativo porque imaginaba cosas todo el día pero la lectura vino en la adolescencia. Mi hermano sí fue un lector voraz y se nota en su forma de escribir. Yo tuve que aprender porque había leído menos pero, a partir de los diecisiete, empecé a leer como un salvaje. Leía mucha poesía, y después he leído cancioneros de Sabina, de Serrat, de Aute, novelas, relatos, ensayo, y también de crecimiento personal y psicología.
¿Las redes sociales han dado una nueva vida a la poesía?
Sí, estoy convencido. No hay ningún otro motivo. Se ha puesto de moda. A algunos poetas les jode que se diga eso, pero no me molesta. Haces una foto de tu poema, lo subes a la red y cientos de compartidos. Esto hace que se expanda la poesía y, precisamente, eso es lo mejor. Hemos conseguido expandir algo bueno como usar bien las palabras, expresar emociones comunes a todos los mortales. Si es una moda, bienvenida; porque hay otras más nefastas. Lo que damos a la gente es invitar a leer poesía y eso es hermoso.
“Sé que la quiero porque cuando me dicen que elija dos mujeres la elijo dos veces a ella”. Este micropoema de mayo de 2015 es el primero que se lee en su perfil de Twitter.
Esos versos nacieron como un tuit. Muchos de mis micropoemas han nacido en Twitter. Los escribí ahí pero luego me gustaban tanto que me los llevaba a un libro.
Escribir en Twitter le planteaba un reto…
Sí, y de hecho quería escribir un libro pequeñito de aforismos, pero al final no tenía tantos que me gustaran y los incluí en el último libro con otros poemas. Creo que ha sido la mejor decisión porque un libro de aforismos vas leyendo uno tras otro, pero es un resultado muy de impacto, como un hachazo, porque tienen una intención poética fuerte. Me parece más interesante integrarlos en un todo porque esos hachazos son impresiones continuas y, al final, no te impresionan.
Lo que recibe de sus seguidores en las redes sociales, ¿le lleva a pensar que la poesía salva?
Estoy flipando con la gente… Me dicen que algunos escriben por mí. Yo empecé a escribir por Benedetti, por Ismael Serrano, por Serrat, por Sabina y me impresiona que a alguien le haya picado el gusanillo por lo que yo escriba. Es una maravilla cultivar la necesidad de expresar a través del arte, es un regalo.
Yo empecé a escribir por Benedetti, por Ismael Serrano, por Serrat, por Sabina
Muchos dicen que más que salvar he conseguido algo que ahora ya sí pretendo, que es acompañar a la gente. Tengo 36 años y siento que he aprendido, por la psicoterapia y esas cosas. Creo que puedo dar luz a gente que no la encuentra. Yo la he encontrado y he encontrado el camino. He analizado muchas de mis emociones que con 18 o 20 años no entendía y me traían sufrimiento. Ahora puedo analizarlas con distancia, entenderlas y superarlas o aceptarlas. Hablo mucho de eso en mis poemas.
Esos textos le sirven de espejo.
Sí, en los más nuevos detecto esa carga psicológica pero, además, esa necesidad de acompañar a la gente, de que se vean reflejados. Antes escribía más para mí, pero ahora también escribo para el encuentro con el lector.
¿Cuándo considera que su carrera como poeta y cantautor era una certeza?
Yo era profesor de Educación Física y alternaba con la música. Cuando dejé el trabajo de profesor ya me iba increíble en la poesía y en la música. Llenaba salas en Madrid cada semana, una o dos veces. Fue un proceso en el que, directamente, pasé a vivir de la música. En 2007 me cambiaron a secundaria en el centro escolar donde estaba y eso implicaba otros cambios. Sabía que podía vivir de esto. Pedí una excedencia de dos años y no volví al colegio. Eso me hizo tener más tiempo para componer, para viajar, para escribir y empecé a tocar mucho más. Ha sido todo muy paso a paso.
Visto el resultado me contactó Planeta para la última publicación
Nunca he tenido grandes ambiciones. Cada vez han surgido nuevos retos o ideas en mí, en una evolución muy natural y fácil de asumir. Al principio tocaba en garitos pequeños y, de repente, después iba a Galileo con otros compañeros. Luego, el Joy Eslava. Después, el Circo Price. En la poesía ha pasado algo parecido. Saqué mi libro y, de repente, empecé a vender. Visto el resultado me contactó Planeta para la última publicación.
Ahora lo consideran un caramelo…
Sí, porque tengo una audiencia brutal. Yo sólo tuve una reunión con una multinacional discográfica en 2013 y aquello no salió. Me ha ido bien hasta ahora, con mi propia discográfica y mi propia editorial de libros. Siempre inventando un camino donde me han respondido increíble. Nunca he sentido que me cerraran puertas porque me las inventaba yo. Siempre. Y esto es un gran aprendizaje para el ser humano porque esperamos que nos abran las puertas de todos los lugares.
Nunca he sentido que me cerraran puertas porque me las inventaba yo
Si uno confía en lo que hace, tiene talento y perseverancia, puede cumplir parte de sus sueños. Tenemos el American Dream en la cabeza, el star system. Lo típico del productor que viene al garito donde toca un desconocido y lo convierte en estrella. Eso, para empezar, creo que es malo para la salud mental. Eso lo sé ahora porque conozco a gente que lo ha pasado y te vuelve muy loco llenar una sala de 100 personas a una de 1000 en seis meses. En mi caso yo siempre vi que la gente se emocionaba con lo que hacía y eso me daba confianza. Evidentemente, uno tiene miedo a que dentro de quince años no haga canciones que emocionen a la gente y ya no me sigan. Pero yo he visto esa emoción en los ojos de la gente desde el principio.
Su padre es palestino y Los hijos de las piedras es la canción donde mejor relata su posición. ¿Hay futuro?
Está igual de mal que siempre porque hay un sometimiento de unas tierras, una ocupación. No es un conflicto entre dos. No nos gusta llamarlo conflicto porque no lo es. Hay opresión de un pueblo hacia otro, por un poder militar y un apoyo internacional hacia Israel que nunca ha tenido Palestina. Esto daría para un asunto con muchos matices. En Gaza hay una situación de bloqueo absoluto, con fronteras controladas por Israel, y una radicalización de la población que ha visto en Hamas la solución a sus problemas. Parte de la gente se sintió abandonada por la Autoridad Nacional Palestina, por el partido de Mahmoud Abbas. Y Hamas les ha dado comida, sanidad, educación y les ha brindado los servicios principales. Por ahí la sociedad ha seguido más en esa línea de radicalización islámica.
Por eso dice que es un asunto con matices...
Sí, por la imagen que dan los medios. La gente escucha Hamas y lo relacionan con terrorismo pero son los únicos que no han abandonado a un pueblo que se muere de hambre. Y si te pones en la piel de ese ciudadano, y te mueres… ¿tú qué harías? Siempre que pregunto eso todos me responden lo mismo. Porque el cambio es morirte de hambre, ver morir a tus hijos por una gripe o ser un analfabeto para siempre. Esto no es ni de buenos ni malos. Aunque hay en cuestiones que son muy claras, como el EI, que son nefastos. Y es un asunto totalmente diferente al de Palestina.
Es esa radicalización de la que huyen tantos refugiados, sobre los que usted ha escrito en Refugiados.
Mi padre era refugiado palestino y además escribo sobre ellos porque soy una persona muy empática y sufro mucho por los débiles y por la gente que sufre. Tengo que dejar que salga hacia afuera todo lo que llevo dentro y lo tengo que plasmar de alguna forma.
¿Qué diagnóstico realiza del mundo?
El diagnóstico es la mala conciencia de occidente. O más que la mala conciencia, la falta de ética. Vivimos en un mundo muy insolidario, y eso que España es muy solidaria, pero existen vallas y fronteras para que los pobres no alcancen los lugares prósperos, porque vivimos en un mundo competitivo donde pensamos que los bienes son limitados y creemos tenerlos sólo nosotros y que nadie nos los quite. Es una idea patética y que hace mucho daño a la humanidad. No vivimos en un mundo limitado, vivimos en cabezas limitadas. La riqueza es ilimitada en este mundo. Lo que está mal es el reparto, la conciencia y las políticas. Pero vivir en un mundo competitivo es una idea absurda fruto del capitalismo, del egoísmo, de la vanidad y de unas ideas muy equivocadas.
Antes de las elecciones publicó en su blog el poema Las urnas, donde preguntaba al lector si en verdad le gustaba el país donde vivimos. ¿Considera que tenemos almas anestesiadas?
Sí, pero también hay muchas almas anestesiadas por lo que ven en los medios. No es por echar a la culpa a los periodistas pero vemos tantas noticias malas que acabamos inmunes ante muchas de las cosas que pasan. Es una tras otra. Cuando algo se normaliza tanto deja de impresionar.
En este poema también escribe “¿Has pensando ya hasta dónde podemos llegar lanzando el corazón adentro de esas urnas?”
Hay mucha gente que vota con la cabeza. Otros con el corazón. Yo creo que hay que votar con las dos. Hay gente que sólo vota con la cabeza. Y la cabeza es lo que me conviene, y no lo que conviene a la globalidad. Por eso creo que también es preciso votar con el corazón. Yo conozco a gente que vota en contra de sus propios intereses, a nivel individual. Pero les respondo que a nivel global hay ciertas urgencias que son igual de necesarias que tus propios intereses. Creo que hay que ser capaz de ver la realidad desde ese lugar.
Y pensar en colectivo.
Hay un estudio que decía que votamos, en un noventa por ciento, según lo que vota la familia. Por lo tanto ya hay una cierta tradición. Yo conozco gente que vota partidos de derechas y yo le digo… tío, tú eres más de izquierdas… Eres un tío solidario, que quiere que se reparta la riqueza en el mundo, que haya igualdad…
Eso lleva a que determinadas personas voten a la izquierda, que son políticas sociales, igualdad, etc...
Y la derecha tradicionalmente no quiere eso. La derecha, para ella, lo más importante es la propiedad privada y lo mío es mío, y lo tuyo es tuyo, y si tienes poco pues aguántate, que si yo tengo mucho, pues mejor para mí… Hay otro estudio que dice que hay ciertas zonas en el cerebro, y una es el área de la empatía. Eso lleva a que determinadas personas voten a la izquierda, que son políticas sociales, igualdad, etc... O votar derecha, que es política de desigualdad y más basada en lo económico, en la riqueza de unos pocos y en la precariedad de otros.
Veo que menciona los conceptos de izquierda y derecha. ¿Rechaza ese pensamiento de que las ideologías no existen?
Sí las hay. Decir “para mí mucho y para otros, poco” es también una ideología. Y, además, una ideología bastante presente y que destruye al ser humano. Sí hay ideologías, lo que pasa es que no hay muchas. La ideología actual es el consumismo. Eso es una ideología. Eso impera en la sociedad y se refleja mucho en las tendencias políticas. Gente que le interesa su consumo y gente que le interesa algo más solidario e igualitario. Esto se refleja en la derecha y en la izquierda. Yo creo que, en realidad, el debate de derecha e izquierda hay que centrarlo en personas que quieren que los bienes se repartan y que las cosas evolucionen para todos, y otros que no lo quieren.
La cultura ha sido otro de los sectores más afectados por la crisis. ¿Cree que, por esa misma situación, es más preciso el compromiso y el tomar partido?
Que el artista se comprometa es muy positivo porque los artistas tienen un cierto nivel cultural y son muy sensibles. Pueden dar otra visión sobre la realidad. Tú puedes ver una noticia sobre miles de parados y ya los convierten en cifras. Yo creo que, a través del arte, esas cifras se convierten en sentimientos y explicas mejor a la gente la realidad y cuáles son las consecuencias emocionales y sentimentales. El impacto real. No a nivel de números sino más profundo, de sufrimiento y de lo mal que lo pasa la sociedad. Creo que el arte es una gran arma de sensibilización social. No sé si puede llegar a cambiar el mundo, pero a concienciar sí puede.
¿Qué le ha enseñado cada “no” que ha recibido en la vida?
Han sido bendiciones. Me han enseñado el potencial que tengo como ser humano y que si perseveras y crees en un sueño encontrarás el cómo. Vivimos en un mundo donde queremos las cosas hechas y hay que ir a buscarlas muchas veces, porque esto nos da el verdadero valor que tenemos como personas.
Después de escribir tanto sobre este tema… ¿Ha llegado a odiar el amor?
Claro. Pero el amor no es el que da problemas. Son las relaciones con las personas, los egos que se enfurruñan y odian. El amor es maravilloso. Lo malo es el desamor, el odio y las consecuencias.
-¿El amor le sigue dejando dudas sin responder?
Millones.
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