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José Guirao, el ministro de la cultura con mayúsculas
Ni perfil político ni paracaidista mediático, el almeriense asumió el ministerio con un gran bagaje: director del Reina Sofía y de la Casa Encendida, entre otros cargos de gestión.
Madrid--Actualizado a
Cuando su Pepe fue nombrado ministro de Cultura, Mercedes Cabrera reconoció que nunca se había imaginado que llegaría tan alto. Un cargo, le comentaba a un periodista del Ideal, "tan complicadillo para el trabajo". Lo había parido en su casa de Pulpí, un pueblo de Almería, y en ese momento, a sus 92 años, lo estaba viendo en la pantalla mientras el teléfono no dejaba de sonar. "Ahora mismo no le puedo atender, está mi hijo en la tele".
José Guirao Cabrera (1959-2022) sustituía el 13 de junio de 2018 a Màxim Huerta tras la polémica noticia de que había defraudado a Hacienda. Pedro Sánchez, entonces, cambió un fugaz perfil mediático —Huerta apenas duró una semana en el cargo— por el de un gestor cultural que había dirigido el Museo Reina Sofía, La Casa Encendida y la Fundación Montemadrid, volcada en la acción social, la educación y la cultura.
Esa era su segunda casa, cuyas riendas había llevado desde 2013 y adonde regresó hace dos años, tras su paso por el ministerio. Sin embargo, la enfermedad lo llevó a renunciar al cargo de director general el pasado marzo, cuando tomó el relevo Amaya de Miguel. Sus compañeros lamentan ahora "profundamente" su pérdida y lo recuerdan "con cariño y admiración", tal y como reza un comunicado de la Fundación Montemadrid.
Al frente del ministerio, Guirao se implicó, más allá del arte, en otras ramas, como la música o el teatro, pero Sánchez lo destituyó apenas un año y medio después de su nombramiento y colocó en su lugar a Rodríguez Uribes. Buscaba a alguien que impulsase el deporte, integrado en la cartera, aunque al poco se anunciaría la sorprendente designación de Miquel Iceta, procedente de Política Territorial, quien reforzó todavía más el empaque cultural del almeriense frente a políticos sin experiencia en el sector.
Hijo menor de cuatro hermanos, aquel niño lector pronto dejó Pulpí para estudiar Filología Hispánica en Murcia y hacer carrera en Sevilla y en Madrid, aunque nunca dejó de ser Pepe, el de la gasolinera, un apodo patronímico que aludía al oficio de su padre. Allí volvía a menudo para visitar a su madre, donde siempre tuvo un trato afable con los vecinos. Guirao, en el fondo, se fue de su pueblo sin salir de él, una forma enraizada de ser cosmopolita.
Antes de foguearse en cargos de responsabilidad, fue compañero de pupitre del poeta Luis García Montero en la Universidad de Granada. Responsable de Cultura en la Diputación de Almería, asumió el cargo de director general de Bienes Culturales en la Junta de Andalucía y, a los 35 años, fue nombrado director del Museo Reina Sofía, donde le dio un vuelco a la colección y entendió que el espacio debía crecer, trabajo que le encargó al arquitecto Jean Nouvel.
La Casa Encendida se convirtió en un referente cultural en Madrid, siempre a la vanguardia pero mirando también hacia atrás, con exposiciones que recuperaban y mitificaban el cine quinqui, años después objeto de documentales, películas, novelas, ensayos y la música de El Coleta. Un espacio donde no solo se exponía sino que también se hacía cultura, abierto a las actuaciones en directo y pionero en los conciertos matinales.
Dialogante y diplomático, al frente del Ministerio de Cultura defendió la protección del patrimonio, apoyó el bicentenario del Museo del Prado, le tocó lidiar con los papeles de Salamanca e hizo frente a los escándalos de la SGAE porque "lo que está a la vista es ya intolerable", aunque no pudo sacar adelante la ley de mecenazgo al verse desplazado de su cargo por Sánchez, para estupor y sorpresa de muchos.
Ahora preparaba los actos del 50º aniversario de la muerte de Picasso, pero la suya se ha producido un año antes del homenaje al pintor malagueño. Será velado en el tanatorio de San Isidro, antes de incinerar su cuerpo este martes. Mientras, se multiplican los elogios, como el de Carmen Calvo, titular de Cultura con Zapatero y decisiva en su nombramiento como ministro, quien se ha despedido de su amigo y "compañero de muchos caminos", por los que seguirá transitando "con tu ironía y con tu calma". Tenía 63 años.
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