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Franco Battiato, el enigma que revolucionó la música
El cantautor fue un intelectual que dejó una huella indeleble en un panorama musical que agitó a base de experimentación y eclecticismo. También destacó por su relación con la lengua española, un idioma en el que también cantó con naturalidad y que cultivó solo o en compañía de otros como si fuera propio.
Con su mirada profunda, Franco Battiato, fallecido este pasado martes a los 76 años, después de una "larga enfermedad", –una fórmula usada cuando no se quiere dar más detalles, pues su vida privada fue siempre custodiada con celo, máxime en sus últimos años– fue un intelectual de la música que dejó una huella indeleble en un panorama musical que agitó a base de experimentación y eclecticismo.
El cantautor conquistó el mundo desde la década de los setenta con un estilo casi místico y críptico, mezclando música culta con popular, la electrónica con el etnicismo, con letras crípticas movidas por acordes llegados de todas las orillas del Mediterráneo, de Oriente Medio y África, y traduciéndolas al español.
En 1981, después de triunfar en el Festival de Sanremo y poco antes de representar a Italia en Eurovisión, aquel músico delgado y de nariz prominente publicaba La voce del padrone, un disco que reventó los esquemas musicales con su estilo particular y que se convirtió en el primero italiano en superar el millón de copias vendidas.
El álbum incluía la canción por la que todo el mundo le recordará, "Centro de gravedad permanente". Era la consagración de un artista que encadenó una treintena de discos con himnos como Voglio vederti danzare (1982), La stagione dell'amore (1983) o La Cura (1996).
Pero la búsqueda artística de Battiato no conocía límites: compuso óperas como Genesi (1987), en sánscrito, persa o griego, y Gilgamesh (1992), rodó películas como Perdutoamor (2003) y pintó cuadros bajo el pseudónimo de Süphan Barzani.
Su último disco, una revisión de sus clásicos y un inédito con la Royal Philharmonic Orchestra de Londres, salió en 2019 y lleva por título Torneremo ancora (Regresaremos de nuevo), una promesa que no ha cumplido, o sí, pues sin duda este fraile de la modernidad nunca se irá del todo.
Precisamente este anhelo, el de trascender, ya consta en una de las canciones de su primer disco, Fetus (1972), en la que declaraba el deseo de viajar "más rápido que la luz alrededor del sol, como máquinas del tiempo y contra un tiempo que no quiere".
Cantando en español
Pero Battiato elevó el nivel de la canción no solo en italiano, también en español, un idioma que cultivó solo o en compañía de otros como si fuera propio.
"Con algunas canciones me pasa que parece que las he traducido del español al italiano y no a la inversa", comentaba al respecto en una de sus últimas entrevistas en Madrid, celebrada en 2013 con motivo de la publicación del que ha quedado como su último disco en castellano, Ábrete Sésamo.
Era este una traslación al idioma de Cervantes de un álbum previo, Apriti Sesamo (2012), y para la adaptación de las letras había contado con la ayuda de dos referentes del rock alternativo español, J (Los Planetas) y Manu Ferrón (Grupo de Expertos Sol y Nieve).
Fue asimismo el primer disco en doce años el que volvía a cantar en esta lengua desde Hierro forjado (2001), una rareza difícil de encontrar hoy por hoy, como muchos de los ejercicios musicales que puso en práctica el autor de éxitos mundiales como Centro de gravedad permanente.
"Para mi grabar en español es como una actitud"
El romance de Battiato con el español comenzó precisamente en paralelo con esa canción, contenida en el disco La voce del padrone (1981), que tuvo una versión editada en España al año siguiente como La voz de su amo a la que simplemente se le tradujeron los títulos de los temas.
Dos años después la jugada se repitió con Orizzonti Perduti, es decir, Horizontes perdidos, otra pieza de coleccionista que hoy por hoy es casi más fácil de localizar en el mercado argentino en una rápida búsqueda por internet.
El salto definitivo lo dio con Ecos de Danzas Sufí (1985), en el que Battiato volvía sobre algunos de sus temas más populares publicados en años anteriores en italiano para reinterpretarlos por fin en español, como La estación de los amores, una de las más emotivas de su repertorio, o la citada "Centro de gravedad permanente".
Allí estaba también su versión de Los trenes de Tozeur, el tema con el que en 1984 había representado a Italia en el Festival de la Canción de Eurovisión junto a Alice y con el que concluyó en quinta posición, así como su acelerada y personal reinterpretación del Cucurrucucú escrito por Tomás Méndez y popularizado por Pedro Infante.
La experiencia funcionó y por eso se editó Nómadas (1987), con otros hitos musicales trasladados al castellano como Yo quiero verte danzar, que había visto la luz originalmente como Voglio Verderti Danzare para cerrar su álbum L'Arca Di Noè (1982).
"Con algunas canciones me pasa que parece que las he traducido del español al italiano y no a la inversa"
El disco contenía además temas inéditos como el que le da nombre, corte que ha interpretado entre el fervor del público en cada una de sus visitas a España, igual en aquel concierto mítico en el Teatro Real de Madrid en 2005 como en su última gira por el país, en 2017.
"Para mi grabar en español es como una actitud, porque el éxito que yo tengo en España desde siempre ha sido, en buena parte, por haber cantado en su idioma", reconoció en otra charla con Efe el italiano.
Entre su producción en esta lengua cabe citar por último la publicación de Come un cammello in una grondaia (1991), en el que él firmaba cuatro temas junto a cuatro lieder de autores de música clásica.
Esta vez quiso editarlo completamente en español y así, en 1993, llegó Como un camello en un canalón, en el que para las adaptaciones de las letras contó con Carlos Toro, habitual colaborador del Dúo Dinámico y coautor, por ejemplo, de Resistiré.
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