Este artículo se publicó hace 3 años.
Clara Roquet: "A las cineastas nos han vendido un techo de cristal y nos lo hemos creído"
La directora y guionista debuta con 'Libertad', retrato de la lucha de clases desde el punto de vista del privilegiado y narrado a través de una historia de amistad femenina en la adolescencia, se estrenó en el Festival de Cannes, en la Semaine de la Critique.
Madrid--Actualizado a
Las diferencias de clase, el lugar privilegiado que ocupamos y la comodidad con la que vivimos en este sistema que fortalece las barreras entre los seres humanos son asuntos espinosos que, sin embargo, no han acobardado a Clara Roquet. Al contrario, la guionista y directora les ha plantado cara en su ópera prima, Libertad, y ha sido rotunda en su discurso. Eso sí, es una contundencia 'camuflada' tras la historia de amistad femenina de dos adolescentes, dos jóvenes que en sus primeros pasos hacia la madurez ya reproducen el juego de poder dominante.
Estrenada en el Festival de Cannes, en la Semaine de la Critique, la película, que inauguró la Seminci de Valladolid, cuenta la historia de Nora y Libertad. La primera pasa las vacaciones con su madre en casa de su abuela, enferma de Alzheimer. La segunda es la hija de la cuidadora de la anciana. Libertad, mucho más espabilada y decidida, abre la puerta a Nora a un mundo más libre y cada vez más lejos de la burbuja familiar. María Morera y Nicolle García son las jóvenes protagonistas.
Sin artificios ni subrayados, Clara Roquet debuta con una película inteligente, en la que lo aparentemente trivial en realidad es un arma muy eficiente en la narración, con la que conquista el territorio de las ambigüedades humanas y desde la que refleja las consecuencias del abuso de poder, las distancias abismales entre trabajadores y burguesía y la resistencia de ésta a apearse de sus privilegios para facilitar posiciones de igualdad.
Más allá de la amistad femenina adolescente, de la familia, de las barreras de clase… ¿podría decirse que ‘Libertad’ es un retrato de nosotros, los privilegiados?
Sí, desde luego, ese es el punto de vista de la película, que es un punto de vista incómodo, pero creo que la mayoría de espectadores que van a ver ‘Libertad’ están en esa posición o parecida. Además, hacer una crítica del privilegio desde el privilegio me parece más honesto.
¿Por qué contar esta historia desde la adolescencia?
Porque todo viene de la adolescencia. Ahí es cuando te das cuenta de que ocupas un lugar de privilegio y de que muchas estructuras sociales no funcionan y lo único que hacen es perpetuar situaciones de injusticia y desigualdad. Te das cuenta de que eso del igual acceso a oportunidades, el sueño americano de que puedes conseguir lo que te propongas, no es verdad. Nos han vendido la igualdad y la libertad y es mentira, un sueño falso. Sabemos, desde nuestro lugar de privilegio, que otros no tienen las oportunidades y la libertad que tenemos nosotros y que si no luchamos contra esas estructuras, nunca las van a tener. El clasismo está hoy más vigente que nunca.
'Libertad' presenta a una especie de mujeres eternamente niñas en la clase burguesa. ¿Las distintas condiciones socioeconómicas provocan diferentes tipos de mujeres?
Sí, actitudes muy distintas en la vida. Libertad, la hija de la cuidadora, es una chica con mucha más calle y desparpajo, sabe mucho más de la vida. Nora vive en una burbuja donde su madre intenta mantenerla todavía como una niña y ella está tratando de rebelarse tímidamente. En la película me interesaba revertir ese juego de poder. Al principio parece que es Libertad la que tiene poder sobre Nora, pero finalmente es Nora la que, usando su condición de clase, es la poderosa.
Jóvenes de distinta clase social, distinta nacionalidad, pero parece que lo importante es la identidad familiar, ¿es así?
La identidad familiar es la más íntima y tiene que ver con las historias que se explican y se transmiten. En la película existe un juego cruzado de identidades e identidades rotas. Rosana, que es la cuidadora, es como “parte de la familia”, es heredera de esa identidad familiar de una forma extraña. Al mismo tiempo es una identidad rota. El sistema exige de ella mucho más que trabajo, exige amor.
Y el sistema obliga también a que se separen de sus hijos…
Sí, es un trabajo que ellas necesitan, pero para venir a trabajar aquí, dejan a sus hijos. No intento decir que esos trabajos deban eliminarse, pero la relación con las cuidadoras debería ser muy distinta y deberían tener muchos más derechos. Deberíamos tener mucho más claro el límite del trabajo, para ellas no hay frontera entre la vida personal y la laboral. La película, de algún modo, intenta proponer un cambio de visión.
Mujer guionista y directora, ¿debuta con esta película por la maldición de los presupuestos pequeños que conceden a las mujeres o era su proyecto para debutar en el largo?
En este caso es la película que quería hacer, pero es un verdadero problema. Las mujeres tenemos que contar historias más íntimas porque no tenemos acceso a presupuestos más grandes, pero yo quiero hacer películas más grandes, de género, con más presupuesto.
El problema, como dice, existe, pero ¿hasta dónde cree que las mujeres cineastas se han rendido a ello?
Creo que existen las dos cosas, que nos han vendido un techo de cristal que nos hemos creído, pero, además, es que no había referencias. Ahora hemos visto a Chloé Zhao dirigiendo una superproducción de superhéroes. Pero eso no es lo normal, entonces ¿por qué pensar que tú sí vas a poder? Hay una cosa muy asumida entre las mujeres, que a esos lugares de poder va a ser muy difícil llegar.
Volviendo a 'Libertad', ¿cree que hoy es más o menos difícil romper las barreras de clase desde la amistad y el amor?
Creo que es posible, pero que es muy difícil y que exige concienciación de nuestro propio privilegio. Desde la inconsciencia se seguirán repitiendo patrones.
Las chicas de esta historia podrían haber sido chicos y no hubiera cambiado demasiado la historia…
Pero yo conozco mucho mejor la amistad femenina en la adolescencia. Además me interesa muchísimo la transferencia de la feminidad entre mujeres, entre madres e hijas.
Hablaba de los referentes. Antes de su generación no existían, usted sí los ha tenido, ¿cuáles son?
Sobre todo, muy importante para mí ha sido Isabel Coixet. Luego también Icíar Bollaín, Agnès Varda, Lucrecia Martel… Tengo mucha suerte de tener estos referentes, porque cambia mucho la perspectiva, aunque está claro que en el cine, ser mujer no ayuda.
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