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'Diarios del exilio', la vida de los desterrados de Franco en Super-8
Filmoteca Española presenta un documental elaborado por la realizadora Irene Guitérrez en el que, a través de vídeos domésticos de republicanos en el exilio, reconstruye la historia y los anhelos de un país extramuros.
Madrid-
Diarios del exilio nos muestra la España que descartó el No-Do, el revés de aquella newsletter franquista con forma de noticiario semanal de obligado visionado. Un ejercicio de arqueología fílmica que nos devuelve la voz y la imagen de los que lo perdieron casi todo –incluida la patria–, a través de fragmentos de materiales domésticos rodados entre 1937 y 1977 por distintas familias que vivieron en el exilio durante los cuarenta años que duró la dictadura franquista. La cinta se podrá ver en diciembre en Madrid y a continuación se proyectará en las diferentes instituciones que han aportado su material de archivo, tales como las filmotecas de Andalucía, Catalunya, Valencia, Canarias, Navarra y Vasca.
Por el documental desfilan figuras y momentos ilustres como la Pasionaria –a lomos de un trineo–, el entierro de Largo Caballero en el cementerio parisiense de Père Lachaise en 1946 o un Lluís Companys en pleno receso. No faltan tampoco los sin nombre, niños llegando a sitios desconocidos, con sus puños levantados y sus miradas medrosas, en embarcaderos y estaciones inhóspitas, escribiendo sin pluma ni papel el que quizá sea el capítulo más importante de sus vidas.
Irene Gutiérrez, cineasta e investigadora responsable de semejante rompecabezas, explica la doble vertiente de este proyecto promovido por Filmoteca Española: "Por un lado buscábamos preservar y redigitalizar el archivo, y por otro convertirlo en película; articular todos estos pequeños relatos que hemos ido encontrando para construir memoria histórica". Dicho de otro modo; la Historia desde abajo.
"Cumpleaños, celebraciones familiares, juegos y comilonas... Todos estos archivos conjugan lo personal con lo político, lo privado con lo público", apunta la realizadora. Tiempos convulsos en los que el desarraigo se solapaba con la necesidad de reconstruir biografías quebradas por la guerra. Mirar al futuro desde el kilómetro cero del trauma: "A la tristeza de la desaparición y la inaccesibilidad a la tierra propia se une el empeño por mantener una identidad", explica Gutiérrez.
Todo ello aderezado de un presente desquiciante. Una secuencia infausta para muchos de ellos que va del destierro a la Segunda Guerra Mundial, pasando por la Guerra Fría y los cuarenta años de Dictadura. "Sorprende ver cómo, en un momento en el que reinaba la esquizofrenia mundial, siguen creyendo en que la vida es algo maravilloso, mantienen su particular resistencia a seguir creando belleza".
Y en ese caos internacional, el archivo nos brinda pequeños cortos caseros filmados en Super-8, paelladas en paisajes exóticos y escenas de baños en playas latinoamericanas. Pequeñas crónicas del destierro a ambos lados del atlántico que en Diarios del exilio dejan de estar atomizadas, integrando un relato mayor de nuestra propia historia. Un relato que nos interpela desde el pasado y nos muestra los anhelos de un país extramuros.
"Los que no aparecen también están", añade la realizadora. Un compromiso que el equipo de la película ha querido mantener con una inmensa mayoría que no disponía de sistema de grabación. "Hemos querido que estén presentes, lo hemos conseguido a través de una secuencia construida con colas de metraje y un sonido extraído de las escuchas clandestinas que tenían lugar durante el Tardofranquismo". La magia del cine al servicio de un mundo hecho de elusiones y desmemorias.
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