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Actualizado:"No creo que estemos en el mejor momento en relación a cómo miramos la muerte. Hoy se tiende a mirar hacia otro lado. Una cosa es que te inquiete y otra es que queramos o no afrontarla. Ahora no queremos tener la muerte cerca". Fernando Franco, en un gesto atrevido, temerario, le planta cara al público del siglo XXI con un tema del que nadie quiere oír hablar, la muerte, con su segundo largometraje Morir.
Estrenada en el Festival de San Sebastián, en la Sección Oficial fuera de concurso, la película revela el poder que confiere la enfermedad dentro de una pareja y las grietas que se producen en una relación cuando la muerte ronda cerca.
El cineasta Fernando Franco, que inició este proyecto tras leer la novela del austriaco Arthur Schnitzler, hace una apuesta casi imprudente al aislar a sus dos personajes principales, un hombre que va a morir y su pareja, y les observa de cerca en ese destierro emocional, rodeados solo del miedo, la culpa y el resentimiento. Marián Álvarez y Andrés Gertrudix son los protagonistas.
La película es una adaptación muy libre de la novela de Arthur Schnitzler.
Sí, la novela es el motor de la película. De hecho, nos planteamos si poner que era una adaptación o no. Empezamos adaptando el texto, pero luego nos separamos mucho. Lo que sí conservamos del libro fue el que ellos dos estuvieran solos todo el proceso. Eso me interesaba muchísimo de la novela, el retiro de los personajes. Aunque en la película hemos incluido el hospital, porque lo otro hubiera sido separarnos demasiado de la realidad.
¿De esta forma quería hablar de las relaciones de pareja en situaciones límite?
Sí, porque estamos acostumbrados a que nos muestren relaciones de pareja muy idealizadas y en la vida no es así. Aquí, la enfermedad hace que las grietas de la pareja se abran un poco más. Si me iba a la periferia de la pareja, perdía mucho tiempo de estar con ellos. Las películas son un contenedor limitado, no puedes meter tantas cosas como quieres. Otros personajes hubieran sido un vertedero emocional para los protagonistas y yo no quería eso. El reto era contar la historia sin esos personajes. La novela dice de la mujer que es “una chica como otra cualquiera”.
Al tomar esta decisión, ¿no le daba miedo retratar a un hombre demasiado egoísta?
Es que el egoísmo es una parte importante de las relaciones amorosas. Me interesa la otra cara del amor, el egoísmo, las contradicciones…
Al final, lo que usted muestra es una relación de poder en la pareja.
Esa relación de poder la da la enfermedad. La enfermedad parece que te legitima para decir cosas que de otra forma no saldrían.
La muerte, eje de la historia, ¿le obsesiona tanto como para hacer una película como esta?
Siempre pienso mucho en la muerte, me inquieta mucho. Y yo hago películas sobre lo que me inquieta. A raíz de la película, he leído mucho y he investigado mucho.
Después de la película, ¿ha variado en algo su relación con la muerte?
Me sigue inquietando, pero he aprendido mucho sobre cómo ha cambiado la mirada con respecto al tema. No creo que estemos en el mejor momento en relación a cómo la miramos. La sociedad está anestesiada y desnaturalizada frente a la muerte. Se tiende a mirar hacia otro lado. Una cosa es que te inquiete y otra es que queramos o no afrontarla. Ahora no queremos tener la muerte cerca.
Con Morir vuelve a tratar un tema que ya ha aparecido en su filmografía, el dolor.
Debe haber algo de comportamiento masoquista por mi parte. Como espectador me interesan las películas que me convulsionan, aunque me irriten. Además, según qué temas o según la forma de tratarlos, algunos están proscritos. No me gusta que se edulcoren las cosas. En La herida trataba la enfermedad, aquí, la muerte. Me meto en temas y con personajes a los que pueden entender, pero que te incomodan.
Pero ¿le gusta ‘incomodar’ al público?
No quiero que sientan incomodidad necesariamente, pero sí que sientan algo, lo que sea. Ya sé que la película no va a gustar a todo el mundo, pero ya pasó con La herida, a unos les gustaba mucho y otros la odiaban.
Ha apostado por contar la historia desde el punto de vista de la persona que acompaña y cuida al enfermo, ¿por qué?
Porque esas personas tienen también muchas carencias en esos momentos y porque está mucho menos tratado en el cine. Las historias casi siempre se centran en el que padece la enfermedad.
Una vez más, su protagonista es una mujer…
Sí, es verdad, en todos mis cortometrajes, menos en uno, y en la película anterior (La herida), siempre he puesto el foco en el personaje femenino, me interesa más. Será porque lo masculino lo conozco de primera mano.
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