Este artículo se publicó hace 2 años.
La camiseta "satánica" de Sánchez, los Killers de la reina Letizia, la musa 'cool' de la derecha y el 'leh(indie)kari' del PSOE
De Patxi López al presidente, los políticos protagonizaron la crónica rosa (y roja) de los festivales de música. Y también azul: que se lo pregunten a Carlos Fabra, cuyo 'cambiazo' en Benicàssim figura entre las anécdotas más delirantes.
Madrid-Actualizado a
"The Strokes en el FIB de Benicàssim; pues habrá que ir...". El tuit es de Pedro Sánchez y data de marzo de 2011, aunque Joan Vich no se enteró de la supuesta visita del entonces aspirante a pilotar el PSOE. Sí de la que realizó la princesa Letizia en 2013, un año antes de convertirse en reina de España, para ver a The Killers. Era el salto indie de la consorte de Felipe VI, quien había pasado de ver en directo a Alejandro Sanz o Shakira a dejarse caer en los conciertos de Los Planetas o Eels.
Si el diputado primerizo Sánchez estuvo o no en el Festival de Benicàssim de 2011, poco importa, porque en aquella edición la anécdota política la protagonizó Carlos Fabra, presidente de la Diputació de Castelló. El Hotel El Palasiet acogía la presentación del evento, cuyo cartel era de empaque: Arctic Monkeys, Portishead, Arcade Fire, Paolo Nutini, Brandon Flowers, Mumford & Sons, Primal Scream y, claro, The Strokes.
En la rueda de prensa, celebrada en la terraza del hotel, la mesa de autoridades iba a estar compuesta por el alcalde de Benicàssim, Francesc Colomer; el propietario del festival, Vince Power; y el señor de las gafas negras, o sea, el presidente de la Diputació de Castelló. Pero resulta que Fabra tarda en aparecer y, cuando lo hace, llega acompañado de Ricardo Costa, el diputado castellonense que reconoció ante un tribunal que el PP se había financiado con dinero negro.
Entonces, Fabra se sienta entre el público, para estupefacción de los organizadores, y cede su sitio en la mesa de autoridades a Susana Marqués, responsable de Turismo en la Diputación y candidata del PP a las elecciones municipales de Benicàssim. Quizás aquel cambiazo de Fabra no la llevaría a la Alcaldía semanas después, aunque la jugarreta del presidente de la Diputació de Castelló fue de escándalo.
"Debo decir que Francesc Colomer mantuvo la serenidad de una manera admirable, porque no dudo que estaba explotando de rabia por dentro ante la maquiavélica encerrona que le acababan de tender", recuerda Joan Vich en Aquí vivía yo. Una crónica emocional de mis 25 años en el FIB (Libros del K.O.), donde cuenta algunos secretos y anécdotas del festival, entre ellas la apropiación del cabezón del FIB por parte del PSOE, logo que plasmaron sin permiso en el cartel de una convención de las juventudes socialistas.
La reina indie del FIB
Más allá de la visita real —y de que Letizia comparta con Sánchez su afición por The Killers—, el político más carismático del FIB ha sido el actual presidente del Gobierno, quien repitió en 2016, cuando era un secretario general del PSOE en horas bajas. Su atuendo llamó la atención de Joan Vich: "Aquella camiseta de manga larga, ajustadísima, que le marcaba los pectorales con un estampado incomprensible —entre orientalista, satánico y las pinturas negras de Goya—, ya había pasado de moda hacía por lo menos quince años, si es que lo estuvo alguna vez".
No se refiere, lógicamente, a la camiseta negra que lucía cuando se encontró con Andrea Levy, sino a la que describe Vich, hortera y ¿roja?, de la que existe documento gráfico y que se volvería a poner meses después en un concierto de Lori Meyers en la sala La Riviera. "Aquella prenda indescriptible fue, por encima de muchos conciertos, de lo más comentado de la noche", escribe el autor de Aquí vivía yo, quien recuerda a la hoy concejala madrileña de Cultura posando con dos jóvenes que habían estampado en su camiseta la frase: "Andrea Levy: por ti me hago de derechas".
Levy y Sánchez comparten algunas aficiones musicales. A ambos les gusta, por ejemplo, La Habitación Roja y Muse, que figuraban en el cartel de 2016. A ella era frecuente verla en conciertos, lo que lleva a Joan Vich a escribir que ya entonces, cuando era diputada en el Parlament y vicesecretaria general de Estudios y Programas del PP, "disfrutaba de un cierto prestigio hípster y una pujante reputación como musa cool de la derecha". Su amistad con un cantautor de izquierdas dio mucho que hablar en las páginas rosas de la prensa generalista y especializada.
Si aquel año "se armó un considerable revuelo", en 2018 se montó una bien gorda, porque Sánchez voló en el Falcon para ver a The Killers. Aunque la excusa fue un encuentro con el presidente valenciano, Ximo Puig, le llovieron las críticas. "No se habló sobre otra cosa durante semanas, en una polémica estéril y estúpida, si me permiten la expresión. ¿Cómo va a viajar el presidente del Gobierno? ¿En Ryanair?", se pregunta Vich en el libro, quien llegó a ejercer como subdirector del evento antes de montar su agencia de management.
Sánchez acababa de ser investido presidente del Gobierno, lo que supuso un quebradero de cabeza para los organizadores del Festival de Benicàssim. Por motivos de seguridad, cabía la posibilidad de que usasen inhibidores de frecuencia, lo que afectaría al sonido. "Sería muy impopular que se parase el concierto por culpa del presidente", le advirtió Vich a uno de los enviados por Moncloa para velar por la seguridad de Sánchez.
Luego, un helicóptero de la policía volaba tan bajo que no permitía escuchar bien las actuaciones, lo que llevó a Vich a tomar de nuevo cartas en el asunto: "Haga algo con ese helicóptero, por favor", le dijo al encargado de la seguridad presidencial. "Si va a ser así todo el rato, igual preferimos que el presidente vaya a otro sitio donde no moleste tanto". En cambio, antes de que The Killers subiesen al escenario, la gente comenzó a jalearlo.
Ese momento hace que el autor del libro se retrotraiga a la edición anterior, "cuando Slaves iniciaron desde el escenario un cántico del público británico coreando el nombre de Jeremy Corbyn [líder del Partido Laborista], al son de la melodía del Seven Nation Army de The White Stripes", escribe en Aquí vivía yo, cuyo título es un homenaje al disco homónimo de la banda donostiarra Le Mans y la constatación de que el FIB fue la casa de Vich durante veinticinco años.
El caché de Letizia y Pedro
"La reina Letizia y Pedro Sánchez le dieron caché al evento y viceversa. El FIB tuvo tanta importancia en los primeros quince años que se convirtió en la cita por excelencia. Luego empezaron a crearse otros muy potentes, que incluso podían eclipsar algo nuestro cartel, pero el FIB seguía siendo el FIB. Y ellos venían aquí porque este era el festival", explica Joan Vich.
El hoy director de la agencia Ground Control Management insiste en que, además de que a Sánchez y a Letizia les gustasen los grupos, iban a Benicàssim porque según él era la principal cita musical veraniega. "Su presencia, hay que reconocerlo, hizo que se hablara mucho del FIB", añade Vich, quien aventura con ironía que "The Killers deben de tener tirón entre altas esferas políticas".
"Ojo, a ellos también les beneficia que los vean en Benicàssim. Ella, por ejemplo, puede reforzar la imagen de la reina que viene de la calle. Y, en general, les hace parecer uno más entre la masa. Aparentan ser una persona normal y, por una noche, no son casta", concluye Joan Vich, quien se acercó al responsable de seguridad de Pedro Sánchez tras finalizar el concierto de The Killers y le preguntó: "¿Elvis ha abandonado ya el edificio?". La respuesta, en Aquí vivía yo, aunque puede adelantarse que lo del rey no iba por Felipe V.
El 'leh(indie)kari' del BBK
No extraña que Patxi López hiciese suyo el Bilbao BBK Live, donde se dejó ver en varias ocasiones. El cartel no desmerecía y, además, barría para casa. En 2015 fotografiaba la actuación de James Bay y un año antes "cargaba pilas" en el concierto de The Black Keys antes de "votar al nuevo secretario general" del PSOE, escribía en dos tuits acompañados de sendas imágenes tomadas en el evento. López apoyó a Eduardo Madina, pero fue Pedro Sánchez quien fue elegido líder del partido en el Congreso Extraordinario celebrado un mes después de aquella noche festivalera.
Fan de Vetusta Morla y de McEnroe, la banda del getxotarra Ricardo Lezón, el diputado vasco declaró en 2009 a Radio 3 que los políticos también tenían "aficiones y pasiones". El entonces leh(indie)kari dejaba claro que era, más que un melómano, un musicómano: "Eso puede sorprender a mucha gente, sobre todo no tratándose de música clásica". El locutor Arturo Paniagua desvelaba que López le había dicho que envidiaba a Eduardo Madina, presentador de El archiduc, una sección del programa El Postre emitido en la citada cadena.
El flamante portavoz socialista en el Congreso pudo desquitarse en la boda de su amigo, donde hizo sus pinitos como DJ. Sin embargo, el currículo de musical de Madina trasciende las ondas, pues ha llegado a entrevistar a Fermin Muguruza en la revista Jot Down Smart. Alejado de la política, el ex secretario general del Grupo Parlamentario Socialista en la Cámara Baja es más de conciertos en salas que de festivales, mientras que sus gustos van desde Patti Smith hasta Iggy Pop, pasando por La Mode, Beach House, El Niño Gusano o Le Mans.
Cuando Thais Villa le preguntó hace dos años en El Intermedio con qué políticos, "más modernos" como él o en su "sintonía", se iría a un concierto, respondió que con Gabriel Rufián, Íñigo Errejón o Andrea Levy, con quien no le habría resultado difícil encontrarse. También citó a Joan Herrera entre los diputados a los que le gustaba "mucho" la música y el jazz. Otra cuestión es que fuese un asiduo a los festivales, una afición entre los políticos que el periodista David Saavedra pone en duda: "Un amigo mío se hizo una foto con Patxi López en el BBK Live, pero podríamos hablar de casos anecdóticos. La presencia de grandes dirigentes no es lo más habitual".
Invisibles e intocables
Es más, Saavedra cree que "los festivales no se caracterizan por el famoseo". O, dicho de otra forma, "puede haber famosos, aunque ahora es más difícil que trascienda su presencia". ¿El motivo? "Antes se invitaba a rostros conocidos porque les interesaba a los organizadores y las zonas vip eran un coto vedado. En cambio, con los años ha habido una generalización de esos espacios, de manera que algunos asistentes compran la entrada vip a modo de entrada aspiracional. O sea, pagas más dinero por acceder a zonas reservadas con ciertos privilegios y donde te puedes encontrar a algún famoso", explica el autor de la guía Festivales de España (Anaya Touring).
Teóricamente, habría que añadir. Porque en esas zonas vip, añade el colaborador de El País y Rockdelux, cabe la posibilidad de tropezar con músicos y famosetes, pero en realidad los intocables están en un espacio realmente vip donde no puede entrar ningún mortal. "No vas a ver a Morrissey ni a Rosalía, quienes quizás podrían estar en un reservado todavía más reservado. Cuanto más grande sea un festival, más difícil será encontrarte a tus ídolos, pues los camerinos son inaccesibles y, muchas veces, terminan el concierto y se van directamente al hotel o al aeropuerto", añade Saavedra.
El guionista de Un país para escucharlo (La 2) recuerda que Rodrigo Caamaño, cantante y guitarrista de Triángulo de Amor Bizarro, le solía comentar que antes los músicos se mezclaban más con el público, como sigue ocurriendo en eventos como el Sonorama, donde ambos se cruzan en las calles y en las plazas, donde los artistas se confunden entre los espectadores de los conciertos.
"El simulacro de creerse vip"
"En festivales más grandes te puedes encontrar a algún famoso, pero habría que matizar. Te puedes hacer una foto sin problema con Pantomima Full, aunque ellos llevan toda la vida yendo a conciertos y no son inalcanzables", explica Saavedra. Rober Bodegas, además de un "súper friki musical", como se definió él mismo, ha pinchado en "alguna sala, festivalillo y verbenas varias". Un arquetipo del musicómano que frecuentaba estos eventos antes de ser popular e incluso de formar parte del cartel.
Valgan estos ejemplos de políticos festivaleros casi como excepciones. Hay más, si ien ocupan cargos de menor responsabilidad. Los peces gordos quizás, como los famosos, están ahí, pero no nos alcanza la vista. "La reina Letizia no se va a mezclar con los asistente, ni siquiera en la zona vip, por un tema de seguridad", razona David Saavedra. "Porque, todo hay que decirlo, tampoco te puedes mezclar con la gente a la buena de dios".
Todavía hay clases, pese a que las pulseras nos nublen el juicio: "Antes había zonas exclusivas para la peña famosa o importante, aunque se ha producido un cambio fundamental", concluye Saavedra. "Ahora el público normal que tenga suficiente pasta puede permitirse simplemente vivir el simulacro de creerse vip".
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