Este artículo se publicó hace 9 años.
La bocaza irreverente de García Arano
El escritor y periodista pamplonica se estrena en la distancia corta narrativa con ‘Radio Paraíso’, un buen puñado de historias avivadas por el ritmo vertiginoso de la radio.
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Un macuto de tela lleno de vinilos y un generoso cubata de ron negro en vaso de plástico. De esa guisa aparecía Pascual García Arano cada domingo por 'Radio Paraíso' dispuesto a amenizar las madrugadas pamplonicas entre canción y canción, entre trago y trago, a base de historias mínimas, relatos de la “perra vida” contados con la viveza que exige luchar contra lo efímero de las ondas. De ese espíritu rebelde e insomne, a medio camino entre la nostalgia y la mala leche, surge Radio Paraíso.
Corría el año ‘83 cuando la Delegación del Gobierno en Navarra tuvo a bien acabar de un plumazo con ese nido de antimilitaristas, insumisos, ecologistas y demás gentes de mal vivir en que se había convertido la radio pirata más sintonizada por la muchachada navarra de la época. Para entonces, Pascual García ya había sucumbido a la droga del periodismo, cambió las cuartillas emborronadas que leía insomne en Radio Paraíso y se buscó la vida en las planas del diario El Mundo.
Pero pese a los requerimientos de la profesión, este escritor “por obstinación” nunca ha dejado de flirtear con la ficción. Tras Carta de ajuste (2006), Doble cero (2009) y La metralleta nacional (2010), llega su cuarta obra, Radio Paraíso, una mirada atrás a aquellos años en los que montaba programas con nombres como La chacha atómica o El último trago. Cerca de 60 historias breves sobre este tiempo disparatado que nos ha tocado vivir por las que desfilan alborotadores, asesinos a sueldo, mujeres con burka, derrotados, alcohólicos y poetas jodidos o jodidos poetas, según se mire.
Junto a esa sordidez marca de la casa, no falta en sus relatos –algunos brevísimos de apenas un párrafo– una buena dosis de rabia, fogonazos de lucidez que te “pellizcan” –como le gusta decir a su autor– y te provocan un instante de risa, que se convierte en mueca amarga segundos después. Esa es, quizá, una de las claves de la literatura de Pascual García Arano; su capacidad para evidenciar el sinsentido de lo cotidiano por medio de la irreverencia y el sentido del humor.
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