La tercera acepción del diccionario de la RAE define mezcla como tejido hecho de hilos de diferentes clases y colores. Para explicar una relación entre Jack el destripador, Bram Stocker, el calvinismo, Bangladesh, los judíos, los modernos y la cerveza, hay que recurrir a eso, al tejido, aunque a veces una buena pinta ayude más a entender todo lo que se cuece en este símbolo de Londres. Brick Lane, la mezcla hecha calle.
De entrada, Brick Lane es la vía de unión de dos de los barrios más populares y más mestizos del East End de la capital británica. De Whitechapel a Bethnal Green, las esquinas de esta calle del lejano este guardan secretos coloreados de rojo ladrillo. Y una primera panorámica basta para saber que ahí está su origen. En el siglo XVI los fabricantes de ladrillos levantaron sus almacenes a ambos lados de una pequeña vía de arena para aprovisionar a toda la ciudad.
Esto sentó las bases del gran centro comercial al aire libre que es hoy. A ello también contribuyó un siglo después el rey francés Luis XIV, que prohibió el calvinismo y obligó a los hugonotes a emigrar. Y allí que fueron a parar repartidos por Spitafields, un mercado a pocas calles de Brick Lane donde estaban los principales telares de la zona y la calle de los ladrillos. Se afianzaron como los dueños del textil y compartieron barrio con uno de los grandes símbolos británicos: la cerveza.
Mirar al horizonte en Brick Lane es divisar una gran chimenea roja con un apellido inscrito. El de Benjamin Truman, que levantó en el siglo XVII la fábrica de cerveza más importante de Londres. La fábrica ahora es un gran complejo que alberga galerías de arte, tiendas, oficinas y estudios de grabación. Señas de identidad del toque moderno bohemio de la zona.
A finales del XIX, la calle tendrá nuevos vecinos. Perseguidos, los judíos continentales llegan a Londres para instalarse en Brick Lane. Comerciantes y negociadores revitalizaron la zona promoviendo los mercadillos de barrio. Pero su relación con los británicos no sería un camino de rosas. Jack el destripador ya hacía de las suyas por el barrio y los locales miraban con recelo a los judíos por los asesinatos de Whitechapel. El carnicero de Londres mató en tres años a 11 señoritas y le echó sin querer el muerto a otros.
Poco queda de las huellas de los judíos en el barrio porque en los setenta fueron desplazados por una importante comunidad de inmigrantes de Bangladesh. Nace el mito de Banglatown y Brick Lane se rinde al curry (los nombres de las calles tienen su transcripción en bengalí).
En los noventa, es una de las zonas más vivas y baratas de Londres. Pintores, escritores, cineastas, cantantes y diseñadores abren sus estudios, tiendas y oficinas. Los domingos la calle vuelve a sus orígenes pero sin renegar del presente. Brick Lane es un mercadillo. Como siempre.
Sólo queda un tejido en la mezcla por explicar. Bram Stocker. Dicen que lo vieron una vez en una calle adyacente a principios del siglo XX al volver de Transilvania. Puede que sea verdad, o que las cervezas acaben causando estragos y creando leyendas urbanas.
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